"Esta guerra criminal está destruyendo los santuarios de Ucrania" Shevchuk advierte de los ataques rusos a los templos: “En estos 25 días se han destruido unas 44 iglesias y otros edificios religiosos”
“Pero nuestro clero, nuestros sacerdotes, siguen llevando a Jesús Eucaristía allí donde se lo espera”
“Oh Dios, bendice a Ucrania con la paz. Detén la guerra, detén al agresor, ten misericordia de tu pueblo”
"Agradezco a Su Santidad, el Santo Padre, quien visitó personalmente a los niños ucranianos que llegaron a Roma para recibir tratamiento en el Hospital “Bambin Gesù”, el Hospital “Niño Jesús”. Le agradezco, Santo Padre, que haya tocado personalmente las heridas de los niños de la guerra"
"Agradezco a Su Santidad, el Santo Padre, quien visitó personalmente a los niños ucranianos que llegaron a Roma para recibir tratamiento en el Hospital “Bambin Gesù”, el Hospital “Niño Jesús”. Le agradezco, Santo Padre, que haya tocado personalmente las heridas de los niños de la guerra"
| RD/Aica
Monseñor Sviatoslav Shevchuk, Primado de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana, afirmó hoy con tristeza que “esta guerra criminal está destruyendo los santuarios de Ucrania”.
“En estos 25 días se han destruido unas 44 iglesias y otros edificios religiosos”, expresó en su mensaje diario a la comunidad.
“Por extraño que parezca, la mayoría de estas iglesias pertenecen hoy a la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Moscú”, precisó, y destacó: “Pero nuestro clero, nuestros sacerdotes, siguen llevando a Jesús Eucaristía allí donde se lo espera”.
La máxima autoridad greco católica agradeció a todos los que se reunieron este domingo en sus países, en sus templos para celebrar la misa y rezar por Ucrania y pedir “paz y tranquilidad” para este país del este europeo.
“Oh Dios, bendice a Ucrania con la paz. Detén la guerra, detén al agresor, ten misericordia de tu pueblo”, pidió.
Texto del mensaje diario
¡Alabado sea Jesucristo!
Queridos hermanos y hermanas en Cristo. Hoy es 20 de marzo de 2022. Y ya estamos viviendo el día 25o de esta guerra, del agresivo estado ruso contra la pacífica Ucrania.
El domingo, para nosotros los cristianos, es siempre un día cuyo centro es el Santo Sacramento de la Eucaristía, el Sacramento de la Comunión del Cuerpo y la Sangre de nuestro Salvador. El domingo, es el día del Señor, el día en que tratamos de dejar todo de lado para estar unidos a Dios. Pero hay que reconocer que el día domingo durante el tiempo de guerra se vive de un modo especial. Podemos decir que para nosotros los cristianos, en medio de la guerra, en medio de este mar de muerte, la Eucaristía se convierte en algo extraordinariamente importante. Hoy de modo particular podemos decirnos a nosotros mismos y al mundo entero: Sine Dominico non possumus. Sin la comunión del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Salvador no podemos vivir. No podemos sobrevivir en estas condiciones de guerra. Es el Sacramento de la Eucaristía el que nos da esta vitalidad para vencer la muerte. Y volvemos a descubrir esa antigua verdad de que la Eucaristía es el antídoto contra la muerte.
Pero este domingo muchos en Ucrania no podrán participar en la Divina Liturgia. Por ejemplo, en Zaporizhzhia, hoy hay un toque de queda de 24 horas y nadie puede salir de su casa para ir a la iglesia.
Asimismo, en varias ciudades y pueblos de Ucrania hoy sobre civiles, sobre cristianos creyentes sedientos de Dios, misiles y bombas rusas caen del cielo.
Con tristeza afirmamos hoy que esta guerra criminal está destruyendo los santuarios de Ucrania. En estos 25 días se han destruido unas 44 iglesias y otros edificios religiosos. Por extraño que parezca, la mayoría de estas iglesias pertenecen hoy a la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Moscú.
Pero nuestro clero, nuestros sacerdotes, siguen llevando a Jesús Eucaristía allí donde se lo espera. Nuestros capellanes militares celebran hoy la Divina Liturgia para nuestro ejército, alimentan con el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Redentor y con su Victoria, a los que luchan hoy por la victoria de Ucrania.
Hoy nuestros sacerdotes llevan el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Salvador allí donde se oyen los gritos y los gemidos de los heridos. Llevan a Jesús a nuestros hospitales militares, a los hospicios, a los refugios antiaéreos y a los sótanos, y así administran este Santo Sacramento. Nosotros hasta la guerra, la vivimos como una comunidad Eucarística. Y es justamente aquí donde reside nuestra fuerza.
Hoy quiero de todo corazón agradecer a todos los que se reunirán hoy en sus países, en sus templos para celebrar la Santa Misa para rezar por Ucrania. Ofrezcan la Santa Misa por la pidiendo paz y tranquilidad para Ucrania. Pidan la victoria de Ucrania y el fin de esta guerra. Pidan por la victoria de la paz sobre la guerra.
Hoy quiero dar las gracias a todos los que, una vez más, apoyan a nuestro pueblo. Agradezco a Su Santidad, el Santo Padre, quien visitó personalmente a los niños ucranianos que llegaron a Roma para recibir tratamiento en el Hospital “Bambin Gesù”, el Hospital “Niño Jesús”. Le agradezco, Santo Padre, que haya tocado personalmente las heridas de los niños de la guerra. Quiero dar las gracias a la Conferencia Episcopal Austríaca, que ha expresado su apoyo al pueblo ucraniano que lucha. A todos los obispos de los países de Europa que acogen a nuestros refugiados, que rezan por nosotros, que hablan a la conciencia de sus pueblos y de sus instituciones estatales, apoyando a Ucrania en su lucha.
Hoy rezamos por nuestro pueblo y por nuestra patria. Y te pedimos, oh Señor que has dicho: “donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos” (Mt. 18, 20), estate hoy con el pueblo ucraniano. Tú que dijiste “os aseguro también que si dos de vosotros se reúnen de acuerdo en la tierra para pedir algo en mi nombre les será dado” (Mt.18, 19), te pedimos hoy: “Oh Dios, bendice a Ucrania con la paz. Detén la guerra, detén al agresor, ten misericordia de tu pueblo.
La bendición del Señor y su misericordia descienda sobre ustedes por su divina gracia y amor y permanezcan ahora y siempre y por los siglos de los siglos, amén.
¡Alabado sea Jesucristo!.
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