El país otorga un futuro cultural a una religiosidad en vías de extinción 22 lugares de culto se abren al público en un Países Bajos formando el museo más grande del mundo
Un total de 22 lugares de culto neerlandeses se han unido bajo un denominador común: ofrecerse como el museo más grande de Países Bajos, con sinagogas, mezquitas e iglesias que permiten a los visitantes interactuar con su historia, arquitectura y objetos
Esta iniciativa la lanzó el Museo del Convento de Santa Catalina, en Utrecht, con apoyo del Ministerio de Educación y Cultura
Aunque se trata de un museo físico único, los 22 templos asociados se unen bajo este denominador común, mediante horarios de apertura específicos e información accesible sobre la historia del edificio.
Países Bajos ya no es un país religioso, según un estudio de la Oficina de Planificación Social y Cultural (SCP), que concluyó el pasado marzo que la mayoría de la población neerlandesa es atea o agnóstica
Aunque se trata de un museo físico único, los 22 templos asociados se unen bajo este denominador común, mediante horarios de apertura específicos e información accesible sobre la historia del edificio.
Países Bajos ya no es un país religioso, según un estudio de la Oficina de Planificación Social y Cultural (SCP), que concluyó el pasado marzo que la mayoría de la población neerlandesa es atea o agnóstica
Un total de 22 lugares de culto neerlandeses se han unido bajo un denominador común: ofrecerse como el museo más grande de Países Bajos, con sinagogas, mezquitas e iglesias que permiten a los visitantes interactuar con su historia, arquitectura y objetos, en un país que inició en los 70 su distanciamiento de la religión.
El último lugar de culto en sumarse a esta iniciativa es la Mezquita Ulu de Utrecht, el templo musulmán más grande de Países Bajos. “Esperamos recibir a quienes tengan prejuicios, las personas que desconfían de los musulmanes y las mezquitas, para poder iniciar un diálogo”, señaló Yücel Aydemir, presidente de esta mezquita.
Con una gran cúpula y minaretes en forma de lápiz, esta mezquita turca situada en un edificio moderno es ya centro de atención de los transeúntes del barrio Lombok de la ciudad neerlandesa de Utrecht, a tan solo unos metros de la estación de tren, pero su interior, alejado de las miradas del público general, es toda una obra de arte.
Consta de una gran sala de oración, varios balcones y una cúpula dorada, obra del arquitecto turconeerlandés Ishak Önen, quien bañó en luz natural toda la sala, incluidos sus detalles dorados, gracias a la instalación de ventanas en la cúpula y unas franjas transparentes en el techo. La decoración es del artista turco Muammer Semih İrteş, autor de la caligrafía.
Iniciativa nacional
Esta iniciativa la lanzó el Museo del Convento de Santa Catalina, en Utrecht, con apoyo del Ministerio de Educación y Cultura, y, aunque se trata de un museo físico único, los 22 templos asociados se unen bajo este denominador común, mediante horarios de apertura específicos e información accesible sobre la historia del edificio.
Un voluntario comprometido con dar a conocer los secretos ocultos de la mezquita, la sinagoga o la iglesia recibe al visitante, y un audio o mapa de visualización le relatan las historias detrás del patrimonio visitado. Los lugares afiliados son religiosamente activos, están repartidos por todo el país, y van desde una iglesia protestante de Maluku (Indonesia), pasando por un templo budistas, y hasta una iglesia ortodoxa griega.
Este amplio museo “ayuda a construir un países Bajos en el que todos hablan abiertamente y con curiosidad con los demás sobre los temas que nos parecen bonitos, nos conmueve y nos inspiran”, señalan desde el Museo del Convento de Santa Catalina, que celebra la ampliación de la cobertura nacional de esta iniciativa a una variedad de tradiciones religiosas, periodos históricos, arquitecturas y obras.
"La gente no siempre se siente cómoda entrando en una iglesia. Y cuando entran, a menudo se les deja a su suerte. No se les explica lo que hay que ver. Es una pena, porque hay muchos tesoros por descubrir en los lugares de culto", dice Douwe Wiegersma, del museo-convento.
Además, la organización espera aumentar el apoyo a lugares de culto en el país y generar más ingresos para, por ejemplo, la restauración de objetos y edificios.
Ateísmo
Países Bajos ya no es un país religioso, según un estudio de la Oficina de Planificación Social y Cultural (SCP), que concluyó el pasado marzo que la mayoría de la población neerlandesa es atea o agnóstica, un porcentaje que se ha duplicado desde finales de los años 1970, especialmente en la comunidad católica romana, donde “la fe se transmite a los más pequeños de una ‘peor’ manera”.
Por tanto, este año, Países Bajos tiene, por primera vez desde que empezaron las encuestas en este terreno (mediados del pasado siglo), más no creyentes que creyentes, un desarrollo que tiene, para la convivencia, unas consecuencias positivas (libertad personal y tolerancia a la diversidad sexual), pero también negativas (mayor fricción social entre los religiosos y los que no), según la SCP.
Como ejemplo de la fricción, el experto en Estudios Religiosos, Pooyan Tamimi Arab, señaló en la televisión pública NOS el debate durante la pandemia sobre el derecho de las iglesias o mezquitas a permanecer abiertas a pesar de la COVID-19, o sobre el uso del velo por parte de mujeres musulmanas con funciones públicas.
También recuerda que muchas personas encuentran explicaciones y sentido a la vida en la religión, pero “ahora pueden confiar menos en las viejas instituciones religiosas”, dado el distanciamiento.
En lugar de buscar el significado de la vida, los no creyentes buscan significado en sus propias vidas: "Desarrollarse, cuidar de los demás, vivir experiencias intensas y conocer su papel en un panorama más amplio son, por ejemplo, formas en las que dan sentido a sus vidas", según la SCP.
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