Lope de Vega, sacerdote (3). Sus mejores sonetos religiosos

Todos recordamos, espero, algun cuarteto, algún terceto, de sonetos de Lope. Acaso el poema completo. Podría tratarse de versos de amor, en los que el conquistador Lope es verdadero especialista. Pero, al menos cierta generación de posguerra, en el colegio, en la catequesis o en clase de religión, en casa... fuimos aprendiendo, y nos fueron sonando a gloria, versos religiosos con su reconocida firma. No olvidemos que hablamos del primer sonetista de la literatura española.
Ya había publicado en 1602, en la imprenta madrileña de Pedro Madrigal, Rimas, con doscientos sonetos de amor, de aliento petrarquista refinado y pulcro (para leer los 200 sonetos, pulsar aquí). Pero doce años después, 1614, a raíz de su arrepentimiento y conversión radical que en ese mismo año le llevó a ordenarse sacerdote, dio a conocer las Rimas Sacras, donde incluye, entre otros poemas varios, cien sonetos religiosos (para leer los 100 sonetos, pulsar aquí). Os invito a recordar, a saborear, a rezar conmigo, al menos cuatro de los casi mil títulos sonetiles que se conocen de su elegante y fecunda creatividad. Y quiero aclarar que no son los mejores sonetos, pero sí de los más populares...
"BESOS DE PAZ OS DI PARA OFENDEROS"

No sé si los títulos de los sonetos son originales o una elaboración posterior. En este poema, "Arrepentimiento" me parece acertado. Se trata de la lucha implacable entre amor a Dios y fidelidad a su ley, y arrebato pasional y contrición extrema. (Se dice que acaso falleció, en 1635, por coger frío disciplinándose desnudo; de hecho se encontraron en la pared de su alcoba manchas de sangre.)
Pide el penitente al Crucificado ser clavado a su cruz como reparación y pena. No hace literatura Lope. Se implica en lo que escribe, como un acto de fe, como promesa sagrada.
ARREPENTIMIENTO
¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado,
y cuántas con vergüenza he respondido,
desnudo como Adán, aunque vestido
de las hojas del árbol del pecado!
Seguí mil veces vuestro pie sagrado,
fácil de asir, en una cruz asido,
y atrás volví otras tantas, atrevido,
al mismo precio en que me habéis comprado.
Besos de paz os di para ofenderos,
pero si fugitivos de su dueño
hierran cuando los hallan los esclavos,
hoy que vuelvo con lágrimas a veros,
clavadme vos a vos en vuestro leño,
y tendréisme seguro con tres clavos.

"ME DESPERTASTE
DEL PROFUNDO SUEÑO"

En prácticamente todas las culturas, el pastor es un personaje misterioso, en contacto con la naturaleza en estado puro. La oveja ha sido, y sigue siendo, un simpático y útil animalillo que inspira ternura. En algún sitio he leído para este soneto el título "Pastor", que se conserva aquí.
De nuevo el tema de la cruz, obsesivo en Lope. Y el del mal. Siempre que habla del pecado se refiere el poeta castellano a su pecado, del que realiza pública confesión. Me gusta mucho la imagen del Buen Pastor que acompaña estos versos. El responsable del rebaño acaricia contra su pecho a la oveja perdida y encontrada, algo así como el Padre abraza al hijo pródigo. Me impresionan muy especialmente los versos iniciales: "Pastor que con tus silbos amorosos / me despertaste del profundo sueño..." No es aquí Lope de Vega quien seduce sino el seducido, a quien el dulce Pastor despierta respetuosamente con melodías silbadas.
PASTOR
Pastor que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño,
Tú que hiciste cayado de ese leño,
en que tiendes los brazos poderosos,
vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguirte empeño,
tus dulces silbos y tus pies hermosos.
Oye, pastor, pues por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.
Espera, pues, y escucha mis cuidados,
pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás para esperar los pies clavados?

"VERÁS CON CUÁNTO AMOR LLAMAR PORFÍA"

Es muy conmovedora la imagen de Dios llamando a la puerta del corazón del hombre. Me dan lástima en estos días de crisis, los representantes de productos o servicios que llaman al timbre de casa ofreciendo su mercancía. Y reciben el portazo por respuesta.
Pero el Señor insiste sin desalentarse. Me viene a la memoria el hermoso pasaje del Cantar de los Cantares (Cantar 5,2-6), cuando el novio, con escarcha de la noche por sus cabellos, llama seductoramente a la puerta de la amada: "Ábreme, hermana mía, compañera mía, paloma mía, preciosa mía..." Ella se excusa, pero sigue cerrada la puerta...Cuando se decide a abrir, ya es tarde. Se había ido su amante... Para ampliar el tema, pulsar aquí.
¿QUÉ TENGO YO QUE MI AMISTAD PROCURAS?...
¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno escuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué estraño desvarío
si de mi ingratitud el yelo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía:
Alma, asómate agora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!
¡Y cuántas, hermosura soberana:
Mañana le abriremos -respondía-,
para lo mismo responder mañana!

"CUANDO EN MIS MANOS, REY ETERNO, OS MIRO..."

Llevaba Lope once años de ejercicio del sacerdocio cuando se publicó este soneto en "Triunfos divinos, con otras rimas" (1625). Es emocionante descubrir su piedad eucarística, y corresponde a una espiritualidad de respeto y temor hacia lo sagrado que ha revertido en nuestros días, tantas veces, en superficialidad y descreimiento. Como siempre en los versos lopescos, el corazón enciende el alma de sentimientos:"con temor retiro", "amoroso llanto", "me espanto"... En su última vivienda de Madrid el fervoroso poeta instaló una capilla personal que puede hoy visitarse.
TEMORES EN EL FAVOR
Cuando en mis manos, Rey eterno, os miro,
y la cándida víctima levanto,
de mi atrevida indignidad me espanto
y la piedad de vuestro pecho admiro.
Tal vez el alma con temor retiro,
tal vez la doy al amoroso llanto,
que arrepentido de ofenderos tanto
con ansias temo, y con dolor suspiro.
Volved los ojos a mirarme humanos,
que por las sendas de mi error siniestras
me despeñaron pensamientos vanos;
no sean tantas las miserias nuestras
que a quien os tuvo en sus indignas manos
vos le dejéis de las divinas vuestras.