Sacerdote diocesano vasco que parte de nuevo para Ecuador José Antonio Chávarri: “A confiar de verdad en Dios te enseñan los pobres”
"La pandemia en Ecuador es más dura en las ciudades que en el campo"
"La estructura eclesial no está programada para los jóvenes de hoy, ni para los adolescentes ni para matrimonios jóvenes, de manera que pueda surgir en ellos vocaciones misioneras. Si no hay fieles jóvenes tampoco habrá sacerdotes"
"Durante 33 años he aprendido muchas cosas. Teología sabes, pero solo la teoría. Cómo amas al prójimo o cómo confiar en Dios, eso te lo enseñan los pobres"
"Durante 33 años he aprendido muchas cosas. Teología sabes, pero solo la teoría. Cómo amas al prójimo o cómo confiar en Dios, eso te lo enseñan los pobres"
| Vicente Luis García (Txenti)
Lo que hace 70 años era noticia porque suponía un hito en la historia de la Iglesia, cuando los 8 primeros misioneros vascos partían hacia la provincia de Los Ríos, hoy es noticia porque la sequía vocacional había paralizado por un lado las vocaciones misioneras consagradas, y por otro porque aquellas tierras hace años que dejaron de ser tierra de misión para ser ellas mismas tierras misioneras.
Aunque para ser fieles a la verdad, la noticia de hoy se trata más de un regreso que de una nueva vocación misionera.
José Antonio Chávarri, natural de Vitoria (1948), tras estudiar en el Seminario Diocesano, se trasladó a Ecuador donde finalmente se ordenó sacerdote en 1975, lugar en el que permaneció como misionero durante 33 años, atraído por la enorme necesidad de ayuda y acompañamiento que percibió en la población local. Hace 13 años volvió a su tierra natal para cuidar a su madre y, tras su fallecimiento el pasado mes de diciembre, decidió que su vida debía seguir al lado de los más pobres y necesitados de América. Ha trabajado pastoralmente en Alegría, Argómaniz, Añua, Elburgo, Erentxun y Oreitia entre otros pueblos alaveses.
Habiendo pedido permiso al Obispo de Vitoria hace unas semanas para su reincorporación a Ecuador y con su visto bueno, Chávarri parte este viernes 29 de enero al país andino, concretamente a la región de San Isidro, en la provincia de Manabí, sumándose así a las tareas que otro misionero alavés, Juan Ramon Etxebarria, lleva realizando durante décadas en favor de la población local, especialmente ahora en tareas sanitarias que eviten la propagación de la pandemia.
Hace 13 años regresaste para cuidar de tu madre pero una parte importante de tu corazón se quedó allí.
Sí, así es. Hace trece años mi madre cumplía 87 años y pensé que era el momento de regresar para cuidarla. Tras fallecer hablé con D. Juan Carlos quien no puso ninguna objeción para mi regreso.
En tu caso no podemos hablar de una nueva vocación misionera, pero podemos seguir hablando de “misioneros” a quienes dejáis vuestra tierra de origen, ¿habría que cambiar el término, o quizá redefinir lo que hoy es un misionero?
Redefinir quizá. Misionero o misionera siempre es una buena palabra. Por otro lado misioneros somos todos, allí donde estamos tenemos una misión. Quizá si hiciera falta hoy redefinir el término misionero. Donde yo regreso hoy no es ya una tierra de misión, seguramente Vitoria es más tierra de misión. En todo caso hay que cambiar el “chip”. Misioneros y misioneras somos todos por el bautismo, todos tenemos una misión. ¿Dónde hay que llevarla a cabo? eso es lo que cada uno tiene que descubrir. Yo, por ejemplo, quiero hacerlo en Ecuador, porque conozco aquellas tierras y me tira mucho el corazón.
¿A que se puede deber, según tu, la escasez de misioneros, tanto laicos como consagrados?
Yo lo achaco a la falta de fieles jóvenes. Pero claro, hay que tener en cuenta que la estructura eclesial no está programada para los jóvenes de hoy, ni para los adolescentes ni para matrimonios jóvenes, de manera que pueda surgir en ellos vocaciones misioneras. Si no hay fieles jóvenes tampoco habrá sacerdotes. Lo que decimos en esta tierra alavesa, “donde no hay mata, no hay patata”. Por otro lado si hay que dejar constancia de que sigue habiendo jóvenes que se interesan por los demás, como los que participan en los cursos Norte Sur, hoy llamados Aldatuz, que quieren ir en verano a misiones, y los que trabajan en ongs, … sigue habiendo muchos jóvenes que pelean porque haya justicia en el mundo.
¿Qué queda del legado misionero vasco?
Quedan las infraestructuras, que no es lo más importante. Quedan las Comunidades Cristianas de Base que siguen luchando por un mundo mejor y una Iglesia que se acomode a los nuevos tiempos. Y quedan muchas personas que siguen buscando poner en el centro a los pobres, que son Jesús. Sin duda la labor pastoral se refleja en todas las personas que siguen en la lucha allá.
¿Cuál va a ser tu labor allí junto a Juan Ramón Etxebarría?
El convenio que firmamos con el arzobispo de Portoviejo y el obispo de Vitoria recoge mi labor de colaboración con el párroco de San Isidro, que es una población netamente campesina, el 70% vive de la agricultura y la ganadería. Y luego voy a colaborar con Juan Ramón en el proyecto “Raíces y Sueños de San Isidro”.
¿Cuál es la situación con el tema de la pandemia?
En San Isidro la pandemia está más controlada, al aire libre hay menos contagios, al contrario de las ciudades. No obstante, los hospitales ya han tenido que instalar carpas para ampliar el espacio hospitalario. Si aquí estamos teniendo problemas allí también. En el campo creo que es más llevadero. En la ciudad la gente tiene que salir si quiere comer, no tiene otra opción, y así resulta más difícil protegerse de contagios.
Uno de los debates que hay ahora es el tema de las vacunas, que lleguen a San Isidro las vacunas ¿depende del gobierno de Ecuador, de las farmaceúticas, de los Gobiernos de las primeras potencias mundiales, …?
Del Gobierno de Ecuador, de nadie más. El día 7 de febrero hay elecciones, a ver qué pasa.
Desde hace años, y gracias al proyecto voces del Sur, miembros de las Comunidades Cristianas de Base de allí suelen venir para dar su testimonio. ¿Es el cumplimiento de la profecía de que los pobres nos evangelizarán?
Ya nos evangelizan. Durante 33 años he aprendido muchas cosas. Teología sabes, pero solo la teoría. Cómo amas al prójimo o cómo confiar en Dios, eso te lo enseñan los pobres.
Y para finalizar, ¿qué dejas aquí, en tu tierra?
Yo creía que éramos más fríos de sentimientos en estas tierras. Pero en estos días, y con la ceremonia de envío hubo mucha gente que trataba de contener las lágrimas. En la Llanada alavesa me recibieron con mucho cariño cuando llegué y me han despedido con mucho cariño a la hora de marchar. Y por supuesto aquí queda la familia y los amigos, pero aquellas tierras me tiran mucho.
Entrevista integra
Non solum sed etiam
La realidad actual de las MMDDVV (Misiones Diocesanas Vascas) nada tiene que ver con sus orígenes hace 73 años. En el año 2010 se terminó la “territorialidad”, algo así como que aquellas tierras dejaban de ser oficialmente “tierras de misión”. Esto, las mejoras de las comunicaciones y la escasez de misioneros fue configurando otro modo de vocación misionera para las diócesis vascas. Hoy se mantiene el contacto y se apoyan proyectos concretos buscando recursos económicos para los mismos. Pero ello no quita para que ese alma misionera siga viva de alguna manera en la población vasca. En el 2017 regresaba para un largo compromiso con la cultura Montubia Juan Ramón Etxebarría, en el 2011 Juan Mari Bautista partía desde Bilbao hacia Ecuador. Esas han sido hasta hoy las últimas incorporaciones. Pero otro índice de ese alma misionera lo da el Curso Norte Sur, o Aldatuz, como hoy se denomina. Las cifras de alumnos en este curso son: En Bilbao hace tres años se apuntaron 15 personas, y este año otras 15; en San Sebastián hace dos años que no se oferta; y en Vitoria hace tres años fueron 9, el año pasado 6 y este año son 12 los matriculados en unos cursos que les abre los ojos a la realidad de países en vías de desarrollo, y que al final del curso les permite también vivir una experiencia misionera en África o Latinoamérica.
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