La formación de los seminaristas en el Norte va tomando forma A falta de confirmar Bilbao, San Sebastián ya optó por el Seminario Diocesano de Pamplona

Vitoria se vuelca en iniciativas vocacionales pero de momento el Seminario se llena con las vocaciones que el obispo se preocupa por traer de África
Algunas voces apuntan a que el Seminario Internacional de Bidasoa, dependiente del Opus Dei, podría quedar fuera de juego y pasar a depender de Pamplona o desaparecer
La llegada de africanos para atender la pastoral no es el problema, la cuestión es la ideología que algunos traen de serie
La llegada de africanos para atender la pastoral no es el problema, la cuestión es la ideología que algunos traen de serie
| Vicente Luis García Corres (Txenti)
El pasado 27 de marzo se cumplieron cinco años de la puesta en marcha de una iniciativa para pedir por las vocaciones en la Diócesis de Vitoria: “Tardes en el Seminario”.
El encuentro comienza siempre a las 19:30h en la Capilla Pública del Seminario de Vitoria. A esa hora el Obispo celebra una misa y tras ella hay un momento para la adoración eucarística y el rezo de vísperas. Sobre las 20:30h, sacerdotes diocesanos, curas estudiantes y seminaristas, procedentes de otras tierras, se reúnen alrededor de pintxos y bebidas con personas en proceso de discernimiento para explorar su vocación sacerdotal, religiosa o a la vida familiar.
Esto se suma a otra cita, que nació en 2022, de peregrinar a pie desde la Balconada de San Miguel hasta el Santuario de Estíbaliz –y vuelta en transporte– todos los primeros sábados de mes a las 08:30h con un doble objetivo. Por un lado, seguir impulsando las vocaciones rezando un rosario en un tramo del camino, y, por otro, compartir camino con personas que están pensando su futuro como sacerdote, religioso o religiosa o a la vida familiar como laico.

Vitoria se vuelca en iniciativas vocacionales pero de momento el Seminario se llena con las vocaciones que el obispo se preocupa por traer de fuera.
Poco a poco en las diócesis del Norte, cada obispo, o cada Consejo Presbiteral con su obispo, va tomando opciones en el tema de Seminarios, aunque todavía no hay nada definitivo, tras la demanda de la Santa Sede de llevar a cabo una profunda renovación y adoptar la fórmula de concentrar la formación de sacerdotes en algunos seminarios.
En los encuentros interdiocesanos llevados a cabo por las provincias eclesiásticas con cabecera en Burgos y Pamplona ya se apuntó que los seminarios con opciones a seguir funcionando eran los de Burgos, Pamplona y Vitoria.
De esta manera, y a falta de una confirmación oficial, el panorama parece podría quedar de la siguiente manera: Burgos acogería a los seminaristas de su provincia eclesiástica, a excepción de Bilbao y Vitoria.

Actualmente hay 18 seminaristas en el Seminario Diocesano de San José de Burgos: 11 naturales de Burgos, 4 de Osma-Soria, 2 de Mbaïki (República Centroafricana) y 1 de Monterrey (México). La Diócesis de Palencia de momento no tiene seminaristas propios. Además, en el Seminario Redemptoris Mater de Burgos hay otros 10 seminaristas. En resumen: 18 seminaristas en el Seminario de San José y 10 en el Redemptoris Mater. De esos 28 seminaristas, 21 son de la archidiócesis de Burgos.
Pamplona acogería a los seminaristas de su provincia eclesiástica, a los que se sumarían los de Bilbao por expreso deseo de la diócesis.


San Sebastián tiene con orgullo a su único seminarista por ahora, Enrique Ormazabal, que ya cursa estudios en Pamplona. Los seminaristas diocesanos de Navarra son, salvo el donostiarra, todos de la diócesis, hasta uno que aunque nacido en Madrid se trasladó a Pamplona hace 17 años, comenzó trabajando en la capital pamplonica y allí descubrió su vocación al sacerdocio. Pamplona también tiene un Redemtoris Mater con un abanico de nacionalidades: Guatemala, México, Colombia (2), Nicaragua, Estados Unidos, Vietnam y Sudáfrica, además de los dos españoles un oscense y un soriano. en total 11 seminaristas.
Y en Vitoria monseñor Elizalde podrá seguir con su proyecto de volver a dotar a Vitoria de un seminario (o dos). A falta de lo que se determine con el Redentoris Mater que también está llamado a recolocarse en la reforma de seminarios. Algo que también se abordará con respecto a los ubicados en Burgos y Pamplona.
El que fuera Seminario Diocesano de Vitoria, otrora cuna de una reseñable cantera misionera, cuna de un movimiento sacerdotal que contagió a toda España, hoy vuelve a ser un seminario floreciente con vocaciones, fundamentalmente africanas. A la espera de que vuelvan las vocaciones nativas, mientras tanto, el Seminario en Vitoria y la Facultad de Teología del Norte con sede en Vitoria acoge a seminaristas y sacerdotes llegados de una docena de países, y se espera la llegada de más seminaristas del continente africano.
Actualmente están registrados 12 seminaristas en el denominado Seminario Diocesano y 14 en el Redemptoris Mater. Las procedencias de los 26 seminaristas son: de África, Latinoamérica, España e Italia.

Por su parte la Facultad de Teología ha experimentado un crecimiento de alumnos alcanzando este curso los 134.
El edificio del Seminario Diocesano cumplirá el próximo 2026, 100 años del inicio de sus obras, aunque no será hasta el 2030 cuando se celebre el centenario de su inauguración, a la que asistió el rey Alfonso XIII.
Quedaría saber cómo afectarán estos cambios a la tradicional jornada del Día del Seminario que en las diócesis vascas se ha venido celebrando, no el Día de San José sino en la festividad de la Inmaculada, el 8 de diciembre. Es muy probable que ya solo quede para la historia aquel estribillo que ideara el sacerdote José Macías y que cada 8 de diciembre se gritaba a pleno pulmón en el viejo teatro Guridi: “¡Pequeños, amigos, de nuestro Seminario, los más valientes Le - gio- narios!
También queda en el aire, parece ser, el futuro del Seminario Internacional Bidasoa en manos del Opus Dei. Al parecer algunos ex alumnos de este seminario habrían escrito una carta anónima dirigida a los obispos denunciando “presión psicológica”, un “culto a la personalidad” del rector, y una cultura interna que se tilda de “rígida”. (Así me lo comenta un amigo). Detrás de esta maniobra podría estar la verdad o el intento de desprestigiar a la institución en este delicado momento para los seminarios.
Non solum sed etiam

Hace semanas el sacerdote camerunes Cyprian Melibi presentó la segunda edición de su libro “El Grito africano. Por el derecho a existir”. Una obra que pasará a ser de referencia para entender la evolución que está experimentando el continente vecino.
En su exposición comentó que en Ourense, con motivo de la presentación de su libro, fue cuestionado por “el problema” de la llegada de sacerdotes africanos a las diócesis españolas.

Con buen criterio Cyprian alegó que la llegada de sacerdotes africanos a España para formarse y ayudar en la pastoral no es “un problema”. Apuntaba más bien a un problema de vocaciones nativas, de falta de relevo ocasionado en parte por la baja natalidad en España.

No obstante, sí hay un problema que los mismos africanos afincados entre nosotros detectan, y lo expresan así:
“Debemos deconstruir las anomalías relacionales entre blancos y negros. es una necesidad imprescindible para un mundo mejor. La iglesia cristiana puede ofrecer al mundo una versión de la integración interracial que rechaza los principios de la supremacía blanca instalada en sus instituciones. Por eso, la “no-aceptación sincera” de los sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas africanos en algunas comunidades eclesiales en Europa, llamándoles “los de fuera”, es una actitud ilógica y anti evangélica. Este “los-de-fuera-fobia” es injustificable. Es cierto que, en nuestros tiempos, la Iglesia en Europa tiene varios problemas. Sin embargo, la presencia de los africanos no puede ser un problema para ella. Tampoco creo que la presencia de los africanos pueda ser una solución a los problemas de la Iglesia europea. Con lo cual, pienso sinceramente que la Iglesia europea debe centrarse en encontrar soluciones a sus problemas y no en convertir en problema la solución provisional que pueda tener a sus problemas.”
Otra persona señala: “La no aceptación de religiosos de otro origen, entre europeos, es una manifestación de nacionalismo. Desde luego no aceptable desde un pensamiento cristiano y que se basa en una idea cerrada de cultura y en el rechazo del diferente. Naturalmente esa idea se puede extender a la relación entre cualesquiera grupos humanos distintos que coexisten, como mucho, en un territorio. Y que además de no solucionar los graves problemas espirituales de Iglesias y sociedades de antigua Cristiandad lleva a una concepción del cristianismo meramente defensiva y utilitaria alejada de su núcleo de salvación y de su método de propuesta y diálogo.”
Coincido en que lo que dicen es parte de la verdad pero no toda la verdad. El problema no es de color de piel, pero sí hay un problema en muchas ocasiones con el dominio de la lengua, de cualquiera de las lenguas cooficiales; también hay un problema de ideas, de formas de pensar. Muchos sacerdotes africanos comparten la tesis de ver la homosexualidad y otras realidades de género como “enfermedades”, y participan de ese rechazo e incluso segregación que se lleva a cabo en sus países, y que choca de frente con la idea de una iglesia donde caben todos, del papa Francisco; y por otro lado están los problemas “con nombres y apellidos”, sacerdotes que en su discurso, en sus homilías chocan de frente con el sentir de la feligresía y provocan el espantado de esta de las parroquias a las que son destinados, cunado no hasta el enfrentamiento directo.

Por lo tanto, es cierto que la llegada de africanos a la pastoral en España no es el problema, el problema son personas concretas que, por diversos motivos, lengua, ideología, planteamientos pastorales, posturas ideológicas … no conectan con los fieles que les toca atender. Porque cuando se conecta con el pueblo el problema es cero; cuando el sacerdote africano además de adoptar un sobrenombre con “TX” y de aprender cuatro frases en euskera, en gallego o catalán, sintoniza con el modo de entender la fe de la grey que le ha tocado pastorear, el problema es “0”. Pero faltan filtros, y quizá una tutela por parte del clero autóctono, que aunque escaso, mayor, cansado, saturado, o hasta desmotivado, aún así seguirían siendo los idóneos para transmitir la sabia de la tierra de la que se tienen que alimentar los llegados para servir. Cada nuevo seminarista y sacerdote que llega a nuestra tierra para sacarse una licenciatura o un doctorado en Teología le debería ser asignado un tutor local, un sacerdote, (o un laico/laica) que le acompañe, que le enseñe, que le inculturice, que le traslade los valores de esta tierra y la idiosincrasia de sus gentes. Quizá esta fórmula permitiría cribar a los que no encajan de ninguna manera, y también ir dotando de una formación integradora a los que quieran quedarse a ser uno más entre nosotros.

También es frecuente, y no solo entre sacerdotes y seminaristas, sino entre la población africana migrante, la generación de guetos, que entiendo la necesidad de seguir conectados a sus raíces y poder disponer de espacios más africanos que europeos, pero falta más naturalidad en la convivencia interracial. Y eso también influye.
Etiquetas