Hubo un tiempo en el que tras el epígrafe “La Iglesia ante las elecciones” lo que venía a continuación era la opinión de los obispos respecto de las elecciones que tocasen. 

Poco a poco la voz de los obispos ante las elecciones ha ido pasando a un tercer, cuarto o quinto plano, y en la mayoría de las ocasiones siempre eran llamamientos genéricos a la responsabilidad del voto y a la participación en todo caso en el sistema democrático.

Pero tras el “la Iglesia ante las elecciones” siempre ha existido otra lectura, otra realidad, que no es la de una voz única, sino la de muchas voces diversas. 

Por ejemplo, ahora, tras la Iglesia ante las elecciones vascas, creo podemos afirmar que hay Iglesia detrás de todas y cada una de las formaciones políticas que se presentan, si hasta de VOX, a pesar de sus discursos xenófobos; pero también detrás de EHBildu y su falta de condena definitiva y para siempre del terrorismo; y por supuesto hay Iglesia detrás del PNV porque ha estado siempre desde su fundación; y detrás del PP o del PSE quien puede ponerlo en duda; detrás de Elkarrekin-Podemos sin duda que hay muchos que sintonizan especialmente con Laudato Sí y el Papa Francisco; y detrás de Sumar, pues claro que también, hay mucho cristiano y católico que se siente de izquierdas.

Por lo tanto detrás de “La Iglesia ante las elecciones” nunca ha sido suficiente el discurso institucional porque la realidad de la Iglesia es tan plural como lo es la realidad política; y eso significa que hay cristianos detrás de las opciones más minoritarias del escaño vacío, del voto en blanco o de opciones más marginales que se presenten a las elecciones. 

Lo que no deja de ser curioso es que un mismo Evangelio de juego para opciones tan radicales. A veces me pregunto cómo es posible que haya tantas lecturas diferentes de las Bienaventuranzas, o de los Diez Mandamientos.

Suelen decirnos que una referencia en nuestra vida puede ser preguntarnos ¿Qué haría Jesucristo en la misma situación en la que yo me encuentro? Que trasladado sería ¿Qué haría Jesucristo ante las elecciones en el País Vasco? 

Quizá si hay una diferencia notable con respecto a campañas de antaño, me refiero a la referencia explícita de una presencia de la “Iglesia vasca” como colectivo con entidad propia, como se hacía sentir en tiempos de Setién y de Uriarte. Hoy ya casi ni los obispos usan esta terminología, y sin duda su uso no tiene las mismas connotaciones ni sociales, ni políticas ni eclesiales. En la realidad de nuestras comunidades es más que evidente que la Iglesia en el País Vasco es cada día más plural, diversa, multiétnica y con una presencia significativa de fieles llegados de otras tierras, que aunque hoy aún la mayoría no son sujetos con derecho al voto sí son miembros de la Iglesia, de las iglesias habría que incluir. La vieja “Iglesia vasca” es hoy solo un reducto como la aldea Gala, que si bien es cierto que la lengua la hace muy presente en algunas poblaciones, sobre todo de Guipúzcoa y el norte de Navarra, lo que es en las ciudades las parroquias cada vez ganan en variedad de tonalidades de piel y de acentos.

Sin descartar que el episcopado vasco vuelva a hacer un llamamiento  a la participación en la consulta electoral, respetando lógicamente todas las opciones políticas, los cristianos de a pie bien podríamos hacer el ejercicio de hacernos la pregunta, pasar por "la prueba del algodón" los discursos de las formaciones políticas y ser más fieles a nuestra conciencia que al carnet de partido por ejemplo quien lo tenga. No sería el primer caso de un afiliado que cambia su voto como ejercicio de protesta contra los posicionamientos o los resultados de las gestiones públicas hechas por su partido “de toda la vida”, por incompatibilidad precisamente con su conciencia. Creo importante que el resultado de las elecciones se ajuste más a los votos emitidos en conciencia que por afinidad política o simple militancia. Evidentemente quien se considere de izquierdas la deriva de su voto se moverá por partidos de izquierda y quien de derechas lo mismo en su espectro político. Aunque el nivel de insatisfacción pueda llegar a decisiones más radicales.

Aun cuando la población católica va a la baja en números, las personas que tienen como referencia el Evangelio y a Jesucristo sigue siendo muy alta, porque no hablamos sólo de católicos, sino de cristianos. 

Y para terminar, no sé si aunque la nuestra sea una sociedad aconfesional, los asesores de los partidos tendrían que tener presente este dato de la población, porque apelar a los grandes valores del Evangelio puede ser una estrategia poco trabajada entre los partidos de hoy.