La Sociedad Reptilica El Misterio del Mal: su evolución en la sociedad reptilica y la abolición del hombre
Capitulo IV
La caída de las concepciones de Freud y el nuevo psicoanálisis
El análisis de la teoría de Freud se basará en dos excelentes trabajos: uno de Sergio Tonkonoff (2009), y el otro de Alexis Gros (2017).
Freud en 1917 escribe que la investigación científica le ha dado 3 heridas narcisistas al pensamiento occidental, una cosmológica, una biológica y una psicológica. La primera herida es la producida por la teoría heliocéntrica de Copérnico. Antes el pensamiento occidental concebía a la tierra como el centro del universo, y consideraba que los planetas y el sol circulaban a su alrededor. Copérnico, sustituye esta concepción mostrando que la tierra es uno de los planetas que circula alrededor del sol.
La segunda herida al exagerado amor propio del hombre europeo fue la teoría evolucionista de Darwin. Especialmente, con su publicación de 1859, donde demuestra que el hombre es un animal más, y por eso, carece de un origen divino.
Finalmente, la tercera herida, la más profunda y dolorosa, sería la provocada por su teoría del inconsciente, donde el hombre idealizado como un ser libre y de su vida anímica, obtiene un conocimiento de si mismo absolutamente cierto y desde allí puede decidir racionalmente sobre su vida. Esta era la concepción Cartesiana de la subjetividad humana que había arrastrado la mayor parte de los intelectuales de aquella época.
Pero, Freud escribe que “el yo no es amo de su propia casa”. Para Freud el hombre se siente un extraño a sí mismo, dado que no puede conocer clara y distintamente lo que ocurre en su psique, porque existen dominios inconscientes, no conocidos, que determinan, muchas veces, sus actos y, por esta razón, no tiene la libertad que el sentido común le adjudica.
En definitiva, el ser humano considerado libre y dueño de sus actos, para Freud es un simple esclavo dominado por sus procesos psíquicos inconscientes. Así, la carencia del autodominio no es una propiedad de los niños, los salvajes y los dementes, sino un rasgo de toda condición humana.
El Complejo de Edipo
El crimen y el castigo se encuentran en la base de la estructura psíquica individual, como en el origen de la cultura. Según Freud los crímenes son: el incesto y el asesinato del padre. Y lo son porque están presentes en todo niño que llega al mundo.
Para Freud, a diferencia de la antropología criminal de su tiempo, la vocación asesina habita en todo ser humano. En su tiempo se seguía la teoría de Cesare Lombroso, un médico Italiano, que analizo más de 25 mil reclusos en prisiones, 6 mil delincuentes y 400 autopsias. Lombroso, después de ese análisis, llegó a la conclusión que existían características físicas y psicológicas comunes que serían el estigma de la criminalidad.
En 1876, Lombroso publicó el libro: “Tratado Antropológico Experimental del Hombre delincuente” con el cual la criminología entra en el periodo denominado “científico”. Esto resultó en la creación de la Antropología Criminal que tuvo como fundador a Lombroso.
Para Freud el irreductible poder de los deseos es, mucho más poderoso, que el interés racional de la comunidad surgida del trabajo. Así, se da una contradicción grave con el marxismo, que afirma que la raíz de la cultura está constituida por los medios de producción y distribución de los mismos. Para Freud, son los medios de coerción que la sociedad dispone frente a la rapacidad y el egoísmo de los individuos.
Freud piensa que la cultura existe allí donde as pulsiones, que necesitan su satisfacción inmediata e indeterminada, han abandonado su objetivo primario, es decir el “principio del placer” ha sido substituido en principio de realidad. El temor al castigo, por la muerte del padre, produce la represión y sublimación de las pulsiones sexuales, haciendo posible la formación de unidades sociales mas amplias que la familiar.
Freud niega la existencia de una aversión natural a la violencia en general, y al incesto y asesinato en particular. Hace reposar, en la introyección de las prohibiciones, el orden social. Prohibición en la cultura, represión en el individuo y formación de la personalidad se encuentran, así, íntimamente relacionados. Freud busca explicar estos hechos recorriendo a un modelo genético o arqueológico.
Freud, coloca en la raíz de la dinámica subjetiva el complejo de Edipo, y afirma el carácter universal del sentimiento de culpabilidad, que es el mecanismo esencial de adscripción del individuo en la cultura y al mismo tiempo central de la psiquis normal y sus patologías. A partir de la culpabilidad pretende establecer el origen y el sentido de la vida psíquica.
Respecto de la arqueología de la subjetividad, el punto de partida, el primer momento,es el ello, un inconsciente desconocido, lo más arcaico de la personalidad que puede fluctuar libremente de un objeto a otro, no conoce juicios de valor, no conoce la lógica del pensamiento, los impulsos y las ideas más opuestas permanecen juntos de un modo indiferente.
El conflicto, la ambivalencia y los problemas solo aparecen con el desarrollo del yo que es el segundo momento arqueológico de la génesis de la subjetividad. Es un momento psíquico en el cual, se trata de mediar, entre el ello que demanda la satisfacción inmediata de las pulsiones pasionales y las leyes del mundo exterior.
El yo se esfuerza en trasmitir así ello la influencia del mundo exterior y aspira a sustituir el principio del placer, que reina sin restricciones en el ello, por el principio de la realidad. La percepción es para el yo, lo que el instinto es para el ello. El yo representa lo que podemos llamar la razón o la reflexión, mientras en el ello, solo existen las pasiones.
El tercer momento arqueológico, es el surgimiento de una tercera instancia sede de los imperativos morales, es decir, se produce una transformación de coerción externa, social, a una coerción interna, moral. Es la consciencia moral del individuo que inhibe las descargas pulsionales, y dará lugar al sentimiento de culpa. Es el denominado superyó.
Ahora, vamos concretamente al complejo de Edipo. El niño tiene una carga pasional que recae en el seno de la madre. El niño se apodera del padre por identificación, hasta que una intensificación de los deseos sexuales sobre la madre y la percepción de que, el padre es un obstáculo para la realización de tales deseos, surge el complejo de Edipo.
En este momento aparece frente al niño la amenaza de castración que sería realizada por el padre, así abandona su deseo de la madre y se identifica con la figura amenazante de su padre. Este hecho concurre a integrar la figura del superyó. La tensión creada entre el superyó y el yo subordinado a él, constituye el surtimiento de culpabilidad que se expresa como necesidad de castigo.
Freud se interroga por el pasaje de la naturaleza a la cultura. Así construye lo que denominó un mito científico. El estado social primitivo era una pequeña horda, dominada por un padre fuerte y despótico, que similarmente a los primates superiores se apoderaba de todas las hembras del grupo y expulsaba a los machos jóvenes que iban creciendo. Así violentamente el padre garantizaba la exogamia.
Sin embargo, un día los hermanos expulsados se reunieron, mataron el padre, y devoraron su cadáver, poniendo un fin a la horda paterna. Unidos hicieron lo que no podrían hacer individualmente. Al devorar el cadáver, se identificaban con él, y se apropiaban de su fuerza. La comida totémica, seria, tal vez, la conmemoración de este acto criminal, que es el acto inicial de las organizaciones sociales, de las restricciones morales y de la religión.
Este mito, indica el comienzo de la cultura, de toda cultura. Pero igualmente en ese comienzo está el arrepentimiento, los pactos y las instituciones. Las instituciones fueron, al principio, tres: 1) El tabú totémico, es decir, la prohibición de matar el tótem (animal o planta) que representa, protege e identifica a los miembros de la comunidad; 2) la ley de la exogamia, los hermanos declinan de tomar las mujeres que el padre dejo; 3) la prohibición del homicidio entre los miembros del grupo.
La ley de la exogamia seria según Freud, para evitar los enfrentamientos por las mujeres, dado que la necesidad sexual lejos de unir a los hombres, los divide. Sin embargo, Freud deja entrever la posibilidad de un intervalo de violentos enfrentamientos. Debido al intento de cada uno de ocupar el lugar del padre.
Todas estas leyes tienen lugar debido al amor homosexual de los hermanos, que adquirieron en la época el destierro, así como del sentimiento de poderío que sintieron, después de su victoria sobre el padre tiránico.
El tótem, animal o planta, que no puede ser muerto, ni consumido, por miembros del grupo, deriva del sentimiento de culpa. Porque según Freud, el tótem no es sino las sustitución, lógica y natural, del padre.
Gros (op. cit.) explica “Entre los tres y cinco años de edad aparece en el niño de sexo masculino, un deseo sexual intenso por la madre. En ese contexto surge en el infante una “ambivalencia” [ambivalenz] afectiva para con el padre: al lado del amor, se desarrolla una animosidad agresiva hacia él debido a que es visto como un obstáculo para la realización del impulso incestuoso”.
Freud señala que el niño termina renunciando a la satisfacción de ambos deseos, el incestuoso y el parricida, por miedo a que el padre lo castigue con la extirpación de los órganos genitales. Con el objetivo de defenderse de este terrible temor, el yo infantil se aferra al amor al padre, aplicando uno de los mecanismos inconscientes: la identificación. Abandona inconscientemente su deseo respecto de la madre y se identifica con la figura amada y amenazante del padre.
Según Tonkonoff (op cit.), existen dos modos de comprender este “mito científico”: i) como un intento de dar cuenta científica o filosófica del paso de la naturaleza a la cultura y la otra ii) consiste en tomarla como un conjunto altamente especulativo, un dispositivo, no para abordar cuestiones históricas, sino para producir interpretaciones sobré las culturas y subjetividades pasadas y presentes. Este último modo seria el modo de Freud en su clínica individual como social. Esto cuando nuca había renunciado a formular una antropología filosófica que postula características universales humanas considerando sus orígenes y etapas de desenvolvimiento.
En 1916, en su libro Tótem y Tabú, Freud parece dudar de la realidad histórica del asesinato del padre. Y si bien, tal vez, no ocurrió en la realidad, se trata de un crimen que existe como un ”fantasma” en cada individuo con eficacia real.
En una carta del 15/10/1897 Freud escribía: “Difícilmente se debe al azar que las tres obras maestras de la literatura de todos los tiempos traten del mismo tema, el del parricidio: Edipo Rey de Sófocles; Hamlet de Shakespeare y los Hermanos Karamazov de Dostoievski. Además, en las tres, queda al descubierto como motivo del crimen la rivalidad sexual por la mujer”.
Cuando la crisis edípica es superada exitosamente, la coacción moral se integra a la personalidad, ajustando con la autoridad exterior, la parenteral primero, y luego con las autoridades sociales. El individuo sublima sus deseos criminales en favor de una ley que se presenta como legitima. Cuando esa integración no se produce satisfactoriamente, el superyó permanece como una fuerza ilegitima, pero poderosa y operante. Estamos en las neurosis.
Así para Freud, neurótico es quien vive dominado por el deseo de la madre, lo que también puede afirmarse que neurótico es aquel que vive dominado por la culpa inconsciente. La economía psíquica sigue siendo regulada centralmente por el fantasma del crimen incestuoso y parricida.
Según Tonkonoff (2009), “Se produce de este modo, una completa dialéctica de placer y culpabilidad, de goce y sufrimiento, manifiesta en estas formaciones de compromiso que satisfacen de manera velada, restringida y distorsionada tanto el deseo prohibido como a las exigencias de la moral vigente”.
Uno de los ejemplos que Freud coloca para ilustrar este hecho es la famosa epilepsia de Dostoievski. Freud destaca 3 datos de la personalidad de este autor, su intensidad afectiva, el talento artístico y su disposición pulsional perversa que debía inducirlo a ser un sadomasoquista o un delincuente. Las poderosas pulsiones que lo llevarían a ser un criminal se volvieron contra él, como sentimiento de culpa. Así, Freud explica que la epilepsia debe entenderse como un síntoma de una neurosis grave. Otro ejemplo de aquellos que padecen y gozan, como el Edipo de la tragedia, ocupar el lugar del padre, sería la duda trágica de Hamlet.
Freud y la primera guerra mundial
Todos somos susceptibles de la influencia del medio ambiente. La clase media europea, en la época de Freud, existía dentro de una paz entre países, porque la última guerra de importancia había sido en 1871 (guerra franco-prusiana). La burguesía progresaba constantemente tanto en lo político como en lo social, y así el confronto entre las clases se iba reduciendo. Sin embargo, se estaba incubando poderosos sentimientos de ira, que darían lugar a la primera guerra mundial que dejó millones de muertos.
El mundo asistió asombrado al poder destructor del ser humano, enfrentados con una ferocidad nunca vista antes. El ser humano mostraba como su ego reptilico era poderoso, criminal y predador. Freud quedó muy afectado, y esa manifestación de las fuerzas destructivas significó, para él, el final de la ilusión del progreso imparable de la humanidad. Y comentó: ”Los hombres cometen actos de crueldad, perfidia, traición y barbarie sin justificación alguna” (Rocca, 2016).
Freud usaba indistintamente pulsión de muerte o pulsión de destrucción, sin embargo, en una discusión con Einstein, sobre la primera guerra mundial, distinguió que la pulsión de muerte es dirigida contra sí mismo, en cambio, la pulsión de destrucción es dirigida al mundo exterior.
La compulsión a la repetición
Freud había notado clínicamente la “compulsión para la repetición”, de origen inconsciente, el paciente repite experiencias de displacer y dolor con la idea de que su experiencia es actual.
Rocca (2016) escribe, “Sin embargo, la “compulsión a la repetición” que Freud busca en Más allá del principio del placer,se refiere a un residuo donde la repetición se sitúa en un primer plano, Freud entiende la compulsión a la repetición como una manifestación de la pulsión de muerte, caracterizada por una tendencia más elemental e independiente de la obtención de placer, que obedece a la necesidad de repetir compulsivamente lo ingrato (el displacer), y donde no es posible encontrar el deseo de satisfacción, ni siquiera de transacción o compromiso”. Esta pulsión es más originaria que el principio del placer.
La concepción de Freud explicitada por seguidores
Jose E. Palomero Pescador (2006) resume lo que piensan buena parte de los seguidores de las teorías de Freud cuando escribe: “Al principio, en la noche del tiempo, el ser humano adoraba a los astros para espantar sus miedos. Posteriormente, su pensamiento animista, artificialista, fenomenista y mágico se fue disolviendo, poco a poco, a golpe de heridas narcisistas. Un día, Copérnico y Galileo le enseñaron que la tierra no es el eje central, sobre el que pivota el universo. Más tarde, Darwin le mostró que no era más que un animal evolucionado. Posteriormente, Marx y Nietzsche le dejaron huérfano, al señalar, respectivamente, que la religión es el opio del pueblo y que Dios ha muerto.
Finalmente, Freud le hizo tomar consciencia de que es un ser de precariedades, ausencias y faltas, rodeado de bárbaros y fantasmas que le asaltan desde dentro y desde fuera, gobernado por sus deseos y pensamientos, que mantiene ocultos, bajo el tipp-ex de la censura, porque tiene miedo de afrontarlos”.
Lo que Pescador escribe es que Freud es el que pone un sello final a una concepción del ser humano totalmente materialista, reduccionista al no reconocer su dimensión espiritual y especialmente psicológico, como veremos. Freud consigue lo que denominamos “la abolición del hombre” como ser espiritual donde vive Dios.
En un articulo sobre la psiquiatría de Ludwig Binswanger, Garcia-Albacete (2015) escribe: “Según Binswanger en critica actitud respecto del “aparato psíquico” freudiano al que considera naturalista, mecanicista, determinista y, en definitiva, reduccionista tal como ya se ha señalado, cuando el self es objetivado, aislado y teorizado en términos de ego, de id y de superego “segunda tópica freudiana” es apartado de su autentica esfera del ser, que es la existencia.
Y adiciona algo muy importante: “No niega la cientificidad de la perspectiva psicológica medico-clínica, pero advierte de su insuficiencia para llegar al núcleo de la persona, que es su intencionalidad y su existencialidad: “el hombre es más que vivir” dirá Binswanger. Sobre lo psicobiológico se halla lo ontológico; sobre lo médico-clínico, lo filosófico; sobre el análisis sintomatológico, el análisis fenomenológico; sobre el diagnóstico, la comprensión del modo de ser-en-el-mundo. Y ninguno de los segundos términos es reducible al primero en su categoría”.
Las críticas a las teorías freudianas
Gros (2017) escribe: “Paradójicamente, entonces el psicoanálisis goza de buena salud, al tiempo que la obra de Freud parece haberse convertido en un polvoriento objeto de anticuario” y cita a Honneth (2007) que afirma: “Solo un dogmatismo ciego puede ocultar hoy en día que un conjunto de premisas de la teoría freudiana se ha convertido en altamente cuestionables. Así, en el 150 aniversario de su nacimiento, bien puede decirse: nunca, después de la muerte de Freud, han sido tan malas las perspectivas de futuro de su teoría original y las chances de una continuación productiva de la misma”.
La situación actual contrasta con la de la época 1930-1970, en la cual el pensamiento freudiano constituía el punto de referencia de filósofos y teóricos sociales. Sin embargo, Gros reconoce que si bien la teoría de Freud tiene puntos muy cuestionables se puede recuperar la concepción de la subjetividad cristalizada en la segunda tópica, en tres planos:
i) En primer lugar, su análisis pormenorizado de las dimensiones irracionales e inconscientes de la acción y la experiencia humanas. Reconoce la inescapable otredad que habita en nosotros.
ii) En segundo lugar, Freud proporciona estímulos para discutir la tensión natura-cultura en la vida psíquica. En debate hoy por el avance de las neurociencias.
iii) Finalmente, Freud proporciona un análisis de la escisión de la subjetividad, que desempeña un rol fundamental en las reflexiones acerca de la experiencia ética, el vínculo consigo mismo y la internalización de la intersubjetividad.
Ahmed (2012) en una revisión explica: “junto con la modernización de la psicología y el proceso psicoanalítico, las teorías del sexo freudiano han perdido su atractivo o aceptación. Posiblemente, por esa misma razón, Joseph Jastrow, seguidor de Freud, dice que el complejo de Edipo es un concepto indecente e inadecuado. Es imposible encontrar alguna raíz o origen de este concepto”. Y adiciona: “después de una constante lectura, nos hemos vuelto capaces de saber que simplemente es nada mas que una consecuencia de la imaginación psicoanalítica de Freud, fundamentada en su propia suposición de los hechos”.
Popper (1962) consideró que la teoría freudiana del ego, el superyó y la identificación no tienen un estado científico, más fuerte, que las historias recopiladas por Homero sobre el Olimpo.
La actitud reconciliatoria hacia la religión que ha empezado a prevalecer, cada vez más, en el pensamiento y escritos psicoanalíticos de los últimos 30 años, es analizada por Rachel B Blas (2004) que demuestra que esa actitud positiva se debe a un cambio, en la naturaleza del prototipo de religión y su adscripción al campo de la ilusión, lo cual vuelve irrelevante el tema. El problema reside en la búsqueda apasionada por la verdad de ambos. La autora que mas que la armonización en el campo de la ilusión, es el reconocimiento de las diferencias fundamentales entre religión y psicoanálisis es lo que permite un dialogo constructivo.
Nuevos paradigmas sobre el ser humano
Viktor E. Frankl que sufrió la crueldad de los campos de concentración nazistas, por ser judío, comprendió en ese periodo, como el mismo lo relata en su libro "Un psicólogo en el campo de concentración", como prisionero número 119.104. lo que Caldas y Calheiros (2012) escriben: "Su experiencia como prisionero de campos de concentración serviría, así, para comprobar que el ser humano es portador- además de las dimensiones física y psíquica- de una dimensión más amplia que puede dotarlo de una sorprendente fuerza de resistencia".
El reconocido filósofo alemán Karl Jaspers, considera ese libro como uno de los pocos grandes libros de la humanidad. Frankl, como profesor de Neurología y Psiquiatría en la Universidad de Viena, escribe un libro "Homo Sapiens, Intento de una Patodicea" (1955) en el cual muestra que las dificultades espirituales, no son una verdadera enfermedad psíquica, sino que, obliga a adentrarse aún más en su crisis existencial. La dificultad espiritual como tal, como espiritual, no es en ningún grado patógena, sino algo humano, o incluso, en cierto sentido, lo más humano que existe. Recordando que esa inquietud: "inquietas cordis" según San Agustín, es espiritual.
Al considerar el psicologismo, que es la teoría que considera al ser humano como algo que solo tiene mecanismos psicológicos y físicos, negando la parte espiritual, así, trata la persona como una cosa.
La existencialidad y la intencionalidad se oponen al análisis meramente psicológico. Al no admitir los valores objetivos como tales, como objetivos, el psicologismo los subjetiva, de esta manera al convertir la persona en una cosa, objetiva algo subjetivo. Al no considerar la existencialidad de la persona espiritual el psicologismo va contra el "espíritu subjetivo", y al no considerar la intencionalidad de los actos espirituales va contra el "espíritu objetivo".
Por este motivo Frankl incluye el logos en la psicoterapia, denominándola logoterapia, y en el análisis existencial introduce la existencia en la psicoterapia. La reflexión del logos es regresiva sobre el sentido y los valores. Reflexión regresiva sobre la existencia significa auto-reflexión sobre la libertad y responsabilidad. Estas reflexiones son sobre un deber-ser y sobre unpoder-ser.
El psicologismo al reducir la persona a mecanismos psicológicos, 'pierde referencia de las cosas trascendentales, aquellas que trascienden el nivel de lo psíquico, y así es ciego con relación a los valores y ciego con relación a la dignidad de la persona. La dignidad de la persona es un valor en sí. No debe confundirse el valor útil de una persona con su dignidad, el valor útil social no tiene nada que ver con su dignidad. De esta manera, el análisis existencial coloca en su centro: la dignidad del hombre, la consciencia de ser responsable y el sentido del sufrimiento.
El psicologismo proyecta lo que hay de espiritual en el hombre sobre el plano psíquico. Las visiones de Bernardete apenas si se distinguen de las alucinaciones de una histérica cualquiera, y Mahoma y Dostoievski forman fila con los demás epilépticos. Así la psicoterapia del psicologismo es necesariamente acompañada de un psicopatologismo como observamos en Freud, que interpreta la epilepsia de Dostoievski como un síntoma de una neurosis grave.
Placer y valor
Una vez sacrificado lo trascendental de los actos intencionales, o sea, el objeto espiritual, por ejemplo: de un valor objetivo no quedará más que el placer subjetivo, que es uniforme, nivelado, y el mundo pierde su dimensión de profundidad, su relieve de valores.
El psicologismo al negar al acto de su intencionalidad, al vaciarlo de su sentido, solo queda como residuo el placer. Mientras el valor es algo originario, como es concebido en los actos intencionales, el placer es algo residual. Un placer siempre igual, indiferente, "la penumbra de lo exclusivamente psicológico causa la impresión de que todos los gatos son pardos".
Así al principio del placer freudiano no puede ser norma de tratamiento, ni puede ser un principio valido para explicación porque indicar que el "aparato psíquico" es regulado por el principio del placer, poco se progresa como explicación de problemas realmente humanos.
El principio del placer no es un principio psicológico sino patológico, ya que al hombre no le basta el mero placer, sino que tiene una voluntad y necesidad de sentido. Kierkegaard dijo que la puerta de la felicidad se abre por afuera: el que la busca, ella se le cierra. El placer no es una meta, es una consecuencia, es un efecto, no es una intención, porque cuando se lo intenciona, no se lo consigue. Así, el sueño se le niega al que lo anhela excesivamente, el anhelo lo ahuyenta.
Si substituimos la entrega intencional al objeto de un anhelo, por ej. producir en ciencia, por el propio anhelo que es producir y producir, nos apartamos del propio objeto. Se cambia la intencionalidad por la efectividad; en lugar de la intención llena de placer, de un valor, ponemos el placer, en sí mismo, carente de sentido.
Impulso y sentido
En la psicoterapia que considera la realidad espiritual del ser humano, no reconoce un ansia primaria de placer sino de sentido y de valor originarios. Para poner en claro esto, para el análisis existencial existe, antes del querer, un deber que ha llegado a la consciencia, para el psicoanálisis, existe detrás de todo querer consciente, un tener que, inconsciente. Para el análisis existencial, el hombre se enfrenta con valores, para el psicoanálisis, el hombre tiene colocada en sus espaldas sus impulsos, el Ello; toda energía es impulsiva.
En la realidad, el hombre no es impelido por lo impulsivo, sino que lo arrastran los valores. Los valores me atraen, pero no me impelen. Para la realización de los valores decido en plena libertad y responsabilidad, me entrego al mundo de los valores, pero no de la impulsividad. La dinámica espiritual no esta basada en la impulsividad sino en el anhelo por valores. En este anhelo entra la impulsividad como energía alimentadora.
Podemos aclarar esto con un ejemplo, supongamos un electricista que trabaja en la construcción de un edificio y solo observa cables, interruptores, etc. Pero sino no conoce las universidades, las iglesias, los museos, los teatros etc. no conocerá la vida cultural de su ciudad. En el psicoanálisis ocurre lo mismo, el observa solo la infraestructura psíquica de la vida espiritual. Solo observa el anhelo de placer y la energía impulsiva. Pero la vida espiritual no es placer e impulso. Ambas realidades no son lo genuino, no son la verdad del ser humano.
A la vida espiritual pertenece también la religión. Esa religión que Freud dijo que era una ilusión. El psicoanálisis es como Proteo, con ojos atrofiados, adaptado a su ambiente subterráneo y oscuro, que no necesita de órganos visuales. La pregunta es: ¿puede Proteo comprender la luz que se derrama arriba, al aire libre? No puede para él la luz es mera ilusión.
Sin embargo, como hemos observado desde la óptica del psicoanálisis, hay siempre detrás del querer consciente, un tener que inconsciente. Así las metas consideradas por el Yo no son más que medios para los fines que consigue imponer el Ello. El Ello consigue sus fines saltando al Yo, y haciendo que los motivos humanos tengan un aspecto impropio. De esta forma todos los aspectos culturales: arte, música, religión se convierten en mera sublimación.
Lo espiritual,, sería una mera mentira de la vida. Porque para el psicoanálisis hay siempre algo "detrás", detrás de todo; y ese detrás es siempre lo mismo "la libido". Se constituye en una psicoterapia esencialmente "des enmascaradora". Frankl pregunta, si todo es un engaño ¿por qué debo sublimar? La respuesta sería "existe un amor a.." de esta forma reconoce que existe un amor, que es un valor: quod erat demostrandum. La negación de valores pierde su sentido.
Pero, existe una contradicción mas grave. El psicoanálisis llego a una concepción del Yo, derivado genéticamente del Ello, que se construye a sí mismo con "impulsos del Yo". Es una contradicción interna, absurda. Nunca puede algo impulsivo obligar a otro algo impulsivo a que se transforme y establezca otros objetos y metas diferentes de los impulsos. No solo es incierto que todo es símbolo de la libido, sino que no es verdad que la libido, lo impulsivo, pueda transformarse en algo que posee valor y capaz de domar la impulsividad.
Frankl critica los -ismos: biologismo, psicologismo y sociologismo, etc., con sus modos unilaterales de observación, solo una capa de la existencia. Pero, al plano de esta capa proyecta la totalidad de la realidad, en contra de la plenitud dimensional. Este plano pasa a ser fundamental, a ser la verdadera existencia y todo lo demás es ambiguo, se transforma en ilusión, en realidad detrás de todos los -ismos esta siempre un mismo nihil-ismo.
En el fondo la actitud médico-sicologista tiene una tendencia de devaluar, es el no permitir que el otro valga como hombre, se lo priva de su dignidad humana, lo que sucede es la degradación del tu en un ello: se priva de su yo, al alma del hombre y se la convierte en un Ello. Se convierte en un caso de paranoia, o de parálisis progresiva etc. Desaparece como ser humano detrás de sus síntomas, figurando como portador de los mismos.
Psicoanálisis versus análisis existencial
El análisis existencial no es un análisis de la impulsividad, sino de todo lo que encierra un sentido. Lo que se discute es precisamente el sentido de la existencia. Para avanzar en esta línea es conveniente aducir una tesis heurístico-hipotéticamente que dice: "el sentido de la existencia es el amor".
Pero, veamos de que amor se trata. El amor es siempre hacia un Tu. No puedo amar un precepto ético, o un valor moral como tal, los valores los puedo amar en alguien, en una persona. Puede ser también una persona trascendente o sea Dios. Toda persona es única, y solo cuando es percibida en su unicidad es amada. Si se enfocan solo cualidades corporales, o psíquicas, no es amor sino enamoramiento.
En este aspecto, si consideramos los grandes místicos que nos hacen ir a lo mas fondo de la vida, también nos hablan del amor. Así, Fernandez (2017) explica que el amor significa salir del propio yo para buscar el bien de otros más allá de las propias necesidades. Escribe:"Uno sale de sí mismo y conoce el verdadero "éxtasis" cuando comienza a buscar sobre todo la felicidad de los demás".
En este sentido, la palabra "caridad" dice algo más que la palabra "amor". Expresa que el ser amado es "caro", es decir que "es estimado como de alto valor" (S. Tomas, Suma Teológica l-! 110, 1). "La caridad es una unión efectiva entre el amante y el amado porque el amante se mueve hacia el amado considerándolo como una sola cosa con él" (S. Tomas Il-II 27,2).
Fernandez, demuestra que distinguir el "amor" del "deseo" hace posible intensas experiencias de amor que no nos impulsen a dominar, atrapar y aferrar a los demás. Escribe: "El amor verdadero es una experiencia estética. Porque la belleza (lo estético) a diferencia del bien, puede ser amada y gozada sin necesidad de poseerla". Y añade: "Ante un bello paisaje, el deseo de poseer nos lleva a tomarle fotos, a comprar postales ... El sentido estético, en cambio, nos permite admirarnos, extasiarnos, sabiendo que ese paisaje no puede ser nuestro, nos supera, nos trasciende. Pero percibimos que es maravilloso que exista".
Toda ruptura nos hace revivir el tremendo desprendimiento que sufrimos al salir del vientre de nuestra madre, después de una unión intima. Pero al mismo tiempo sentimos una necesidad de Dios insatisfecha, nuestra necesidad más profunda, que reclama y grita.Por eso San Agustín escribe "Nos has hecho para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no repose en Ti”. Y el Salmo 31 explica “Coloca en el Señor tus delicias y él te dará lo que pide tu corazón”.
Frankl muestra que el amor presupone una referencia a un Tú, una referencia que el psicoanálisis desconoce o olvida. En el amor la relación entre el Yo y el Tú es personal, mientras amor desde el Ello freudiano (el ego reptílico), desde mi impulsividad, aún no amo realmente.
Modelos deficientes del amoren
Las psicologías reduccionistas han convertido el amor por una parte en mera sexualidad, impulsividad sexual que arrastra al hombre y por otro a mera comunidad, la ligadura social que ata al hombre. El alejamiento psicoanalítico de una existencialidad personal y su dedicación a la efectividad vital, o sea la sexualidad, hacen que la voluntad de sentido se trueque en voluntad de placer, y la dedicación individual a la efectividad social, a la comunidad humana, la voluntad de sentido se convierte en voluntad de poder de la psicología individual de Adler.
La decadencia del amor va acompañada de una simultanea degeneración de la voluntad de sentido. En este aspecto la voluntad de poder está en posición antagónica a la voluntad de amor.
El poder conoce tan solo un sentido y valor subjetivo, relativos, un valor “para mi”, el amor,en cambio, ve también el sentido y el valor objetivo, absoluto: el valor “en si”.
El poder busca al valor útil de una cosa o persona, el amor,en cambio, respeta también la dignidad de la persona.
El poder convierte a la persona en un egoísta, el amor, en cambio, despierta en uno la capacidad de percibir los valores.
Os que aspiramos a un sentido, debemos siempre recordar la frase de John Rukin: “Hay tan solo un poder: el poder de salvar; y existe tan solo un honor: el honor de ayudar”.
El sociologismo
En resumen, el sociologismo cree que el ser humano esta encerrado y cercado por la condicionalidad de lo social, hasta el punto de que pierde de vista lo verdaderamente humano: su parte espiritual. Actualmente este pensamiento esta de moda llegando a pensar que el sexo de una persona es determinado por lo social.
Evidentemente, todo lo humano está condicionado. Pero, verdaderamente, humano es tan solo grado en que se eleva sobre su propia condicionalidad, superándola, trascendiéndola. El hombre es tan solo hombre cuando está, como ser espiritual, por encima de su ser psíquico, o sea por encima de sus emociones e instintos. En otros términos, el hombre es solo existencial en el grado que se aparta y distancia de lo vital, como de lo social.
El hombre en su “naturaleza” existencial encierra la posibilidad de trascender las posibilidades vitales y sociales. La trascendencia pertenece concretamente a la naturaleza de la existencia.
La condicionalidad vital del hombre es propuesta por el biologismo y el psicologismo, el sociologismo encara la condicionalidad social. También el conocimiento, la comprensión de algo está socialmente condicionado, pero en un examen detenido, observamos que lo que esta condicionado es el que comprende y la comprensión; pero se sustrae a todo condicionamiento social lo comprendido o lo que se quiere comprender en cada caso.
El sociologişmo desea incluir en la condicionalidad del sujeto, el conocimiento del objeto. Así, el sujeto absorbe el objeto. El objeto se ve incorporado al sujeto, Esta es una condicionalidad extrema donde el objeto está determinado en el devenir existencia y como esencia. Se ha renunciado a la objetividad del objeto, el sociologismo se ha convertido en subjetivismo; y se ha renunciado a lo absoluto de las entidades objetivas, el sociologismo pasa a ser relativismo.
El error deviene de no distinguir objeto y contenido: el contenido del conocimiento es inmanente en la consciencia y está subordinada a la condicionalidad del sujeto: el objeto de un conocimiento, en cambio, trasciende la consciencia y no se sujeta de ningún modo a la condicionalidad del sujeto.
En definitiva, el sociologismo en su esencia hace que el objeto, dependiera en su existencia y esencia de la relatividad social. Solo ve la relatividad social. El lo relativiza todo, menos a sí mismo, que se absolutiza.
Política y patologías
Virchow, un patólogo alemán, expresaba la siguiente máxima: "La política nos es mas que una medicina por mayor". Si observamos la vida política actual nos sentiríamos inclinados a variar la frase para: "La política es psiquiatría por mayor".
Actualmente se habla de psicopolítica. La enfermedad del espíritu de la época no significa que exista una enfermedad mental propia de la época. Sin embargo, comprobamos que en toda época existe una relación entre ciertas psicopatías y determinadas direcciones políticas. Así, por ej. un 50% de los miembros del partido nacional socialista noruego resultaron ser psicópatas. Y de entre los combatientes noruegos en el frente alemán solo un 49,61% alcanzó el cociente de inteligencia medio de 90 a 100.
Lamentablemente todo examen psiquiátrico de los líderes políticos llegaría tarde. Se debería examinar la masa de psicópatas que apoyan a un líder para llegar al poder. Los principales hallazgos realizados sobre la patología de la época son:
i) La actitud provisoria frente al futuro
La juventud actual que no sabe cuál será su futuro, si conseguirán empleo, si podrán conseguir una cualidad de vida etc. esta en una actitud provisoria frente al futuro y no observan la necesidad de tomar su destino en sus propias manos.
ii) La orientación fatalista frente a la vida
Solo así se comprende una doctrina como la de Dawkins que resume el ser humano es apenas una maquina de sobrevivencia del gene, cuyo objetivo es la auto replicación. Este es el gene egoísta, el egoísmo como característica fundamental de los seres vivos, y donde el altruismo, cuando existe, é apenas una forma de perpetuar el individuo. Es una teoría determinista y en cierto sentido fatalista.
Incluso Jung ve en el "arquetipo" que es el inconsciente arcaico y primitivo, una fatalidad. Así, llego a atribuir una culpa colectiva a los alemanes- aun a los antifascistas que se hallaban en los campos de concentración, estos eran, según Jung, nacionalistas inconscientes.
iii)El pensamiento colectivista
Nuevamente, vemos resurgir los pensamientos colectivistas tanto en sectores de ultraderecha como sectores de ultraizquierda. El emitir juicios colectivistas sirve en último término para sacar al hombre de su responsabilidad de formar opinión propia. En nuestros días la mayoría de los hombres y mujeres no tienen opinión propia, opinión la tiene la poderosa. Red comunicacional de radios y TV controlados por grandes corporaciones, especialmente de EEUU.
iv) El fanatismo
Los totalitarismos convirtieron el hombre en fanático. Frankl recuerda una frase de Hitler: "La política es un juego en que toda treta está permitida". Así, importan aún menos los fines perseguidos por una política, como los medios usados para alcanzar esos fines. Solo importa el estilo.
Existen dos estilos de político. Para los primeros el fin justifica los medios, mientras los segundos se dan cuenta que los medios puede profanar el fin. No es cierto que el fin santifique los medios. Porque para el hombre a quien todos los medios le parezcan buenos para alcanzar un fin, tampoco el fin puede parecerle sagrado, al que le parece que todos los medios son lícitos, nada le será sagrado.
Para estos cuatro hallazgos relacionados con la patología del espíritu de la época, hay analogías clínicas. El hombre en actitud provisional frente al futuro corresponde al hombre de la manía, su modo de ser se refiere al momento, vive en cierto modo "al día". El hombre de orientación fatalista sería el hombre de la melancolía, que en su inhibición psicomotriz, de paralización de la voluntad e impotencia frente al futuro, se cruza de brazos, se hace inactivo.
El de pensamiento colectivista, o mejor dicho la sensación colectivista de la vida, encuentra su equivalente en la esquizofrenia catatónica, en la cual se agota toda iniciativa e interés propio. El colectivismo lo obliga a uniformarse.
Finalmente, el fanatismo es, en fin, la paranoia, con sus ideas de grandeza, de persecución y de conspiración, sino que a veces es un paranoico real, en cuanto sufre ideas de "supervaloración".
La humanidad llegó, a un máximo de consciencia, de saber, de ciencia y tecnología y a un máximo de responsabilidad, pero al mismo tiempo a un mínimo de consciencia de esa responsabilidad.Lo observamos en los lideres políticos que no gobiernan en la actualidad, que son fanáticos que propagan rápidamente su fanatismo, más rápido que las reacciones físicas de la bomba atómica. Bomba que jamás se produciría sino era precedida por la reacción psicológica en cadena.
Debemos recordar que todo hombre es único y original, es original en todo el cosmos y único en todas las edades.
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