"La Constitución es tanto o más cristiana que puedan serlo no pocas leyes canónicas" Antonio Aradillas: "Iglesia 2021, más obispos demócratas y constitucionales"
Acerca de si los obispos creen o no en la religiosidad de la Constitución española que nos rige, acoge y mantiene en la actualidad, se tienen dudas muy serias
"De vez en cuando, y en defensa de la 'causa', se levantan ventiscas en forma de Cartas Pastorales, Instrucciones, homilías, o declaraciones"
"Las 'cruzadas' están ya a punto de ser servidas, a la falta tan solo de una 'santa' ocasión"
"Pero, ¿dio y da la Iglesia, también la diocesana, ejemplos preclaros en el ejercicio de la libertad, dentro y fuera de sus muros y espacios, 'sagrados' o no?"
"Las 'cruzadas' están ya a punto de ser servidas, a la falta tan solo de una 'santa' ocasión"
"Pero, ¿dio y da la Iglesia, también la diocesana, ejemplos preclaros en el ejercicio de la libertad, dentro y fuera de sus muros y espacios, 'sagrados' o no?"
Acerca de si los obispos creen o no en la religiosidad de la Constitución española que nos rige, acoge y mantiene en la actualidad, se tienen dudas muy serias, que se mecen entre los que piensan que son mayoría los miembros de la CEE que apuestan por ella, o los que están convencidos de lo contrario.
De vez en cuando, y en defensa de la “causa”, se levantan ventiscas en forma de Cartas Pastorales, Instrucciones, homilías, o declaraciones, como, por ejemplo, las que acaban de registrase en el Levante español “por obra y gracia” de su cardenal arzobispo y los titulares de sus diócesis sufragáneas, Orihuela-Alicante y Segorbe- Castellón, decididos unánimemente a pedirle la espada al rey Jaime I, “el Conquistador”, por más señas, junto con los eslóganes pertinentes, con la decidida intención episcopal de ponerse al frente de “cruzadas” reconquistadoras de la Madre Patria y de la fe verdadera.
He aquí algunos de estos pontificales alegatos verbales:”Exigimos seguir siendo educados en la libertad”; “¡Hay que movilizarse¡”; “¡No es posible bajar la guardia, ni permitir ser manipulados¡”;Vivimos horas de emergencia…¡”; “¡Por España…y por la educación en todos los hogares y con mi bendición apostólica…¡” (Pronunciadas estas palabras literalmente transcritas y además, con la mitra y el báculo y “en el nombre de Dios”, las “cruzadas” están ya a punto de ser servidas, a la falta tan solo de una “santa” ocasión.
¿Dio y da la Iglesia, también la diocesana, ejemplos preclaros en el ejercicio de la libertad, dentro y fuera de sus muros y espacios, “sagrados” o no? ¿Podrían testificarlo así los curas, y los laicos y, sobre todo, las “laicas”? ¿Adoctrinan en la libertad, y como hijos de Dios, los profesores de Religión, elegidos a dedo por los obispos y sus asesores, y con privilegios profesionales que para sí quisieran los profesores, por oposición, de otras “asignaturas”? ¿Qué pasa con los/as, profesores y profesorales, divorciados, o que vivan “en público concubinato? ¿Es referencia fiable la que puedan presentar y presenten, las sentencias judiciales ya dictadas, “por la autoridad competente”, en contra de las Comisiones Diocesanas de Educación, por aquello de los pactos concordatarios, como para tener que seguir pensando a “machamartillo” que “no estar con el obispo es no estar con Cristo”? Como se están poniendo las cosas ¿es o no, excesivo y peligrosamente arriesgado disponerse a movilizar a las masas, y más “en el nombre de Dios”?
Dejándonos de interrogantes, leído y releído el texto de la Constitución “de nuestros amores” –aún con necesidad de revisión en determinados artículos y capítulos-, da la impresión de que su doctrina les reporta a muchos, cristianos o no, tanto o más evangelio, que puedan hacerlo el mismo Código de Derecho Canónico hoy vigente, así como no pocas interpretaciones conciliares.
El laicado, el trato discriminatorio que sigue padeciendo la mujer, por mujer, en la Iglesia, privilegios hispanos jerárquicos, el domicilio de los titulares diocesanos en sus respectivos palacios, inmatriculaciones, “la vista gorda” en algunas exenciones fiscales y otras particularidades eclesiásticas, que no religiosas, -ni compartidas por igual con otras creencias-, contribuyen a acrecentar la impresión real de que esta Constitución, es tanto o más cristiana que puedan serlo no pocas leyes canónicas y quienes, de alguna manera, se crean vocacionados para predicar “cruzadas”.
Parte de los graves males tienen su origen, y “justificación”, en el funcionamiento de la Curia Romana, en cuya revisión descarnada está comprometido el papa Francisco. Y en el nombramiento de los obispos, al margen de la participación de los curas y del pueblo, que es pueblo de Dios. En la actualidad, no es ya posible actuar “por su cuenta y riesgo” y sin que los procedimientos no sean seria y verazmente democráticos, por eclesiásticos que pretendan ser y así se presenten.
La falta de obispos demócratas y constitucionales, deberá ocupar los primeros puestos en la letanía de las peticiones en los actos de culto y en las oraciones de los fieles cristianos. El adoctrinamiento de que, antes de obispos, curas, laicos y laicas, se es y se debe ejercer de personas y de ciudadanos, resultará de provecho para vivir, y convivir, que es lo que importa y demandan los evangelios.
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