"El campo se vacía también de iglesias" Aradillas: "¿Qué hace la Iglesia respecto al drama de la desertización y cierre de sus templos?"

Si Dios no lo remedia, más pronto que tarde, templos, ermitas e iglesias serán terraplenadas, y las mismas cigüeñas se verán obligadas a islamizarse otra vez, disputándoles a los imanes sus rezos y prédicas …
El índice de desertización del campo español en relación con la Iglesia y las iglesias es ciertamente preocupante. Corre parejo con el vacío –vaciamiento- general que con datos tan convincentes y hasta dramáticos, se nos están expresando con tanto dolor, lágrimas y desesperanzas durante estos días por la mayoría de Comunidades Autónomas.
En ellas, los pocos y sacrificados pobladores que quedan, con los paupérrimos medios de que disponen, se han echado a la calle y se han atrevido a cortar el paso por las autopistas, autovías y carreteras comarcales, “atrevimiento” huelguístico que solo se permitían colectivos de las grandes y opíparas urbes, apuntándolos como eficaces “herramientas” para que , “a quienes corresponda” se plantearan y resolvieran problemas de tanta relevancia y alcurnia.
Los pueblos –nuestros pueblos,- dado que en gran proporción y con dignidad, muchos procedemos de ellos, se quedan también sin Iglesia y hasta sin iglesias. Sus construcciones, y sobre todo sus torres, que eran –y todavía siguen siendo- puntos sacralizadores de referencia del paisaje y distintivo de la vida y razón de ser del medio rural, se conservan con no pocos sacrificios de los fieles que quedan, con la ayuda limosnera de las diócesis respectivas y merced a algunos artículos del Concordato y de los Pactos complementarios, uno y otros ya cuestionados y, tal y como se ponen las cosas, con reducidas posibilidades de perduranza.

De algunas torres, y por lo de la santa y política ecología, se dice que de sus permanencia en el tiempo responde y responderá, la posesión sempiterna que de ella hicieron las cigüeñas, tan fieles o más que sus habitantes, dado que muchas de ellas perdieron su condición de “emigrantes” y se dedican durante todas las estaciones del año a cuidar de sus padres, hijos y nietos. De la misión de traer niños en sus alargados picos se olvidaron hace puñados de años, por lo que los niños y las niñas han de nacer todos en los paritorios de las ciudades más próximas.
El pueblo-pueblo agrícola-ganadero no puede más en España, y con sobradas razones se ha echado a la calle a protestar como Dios manda y la Constitución lo permite, siguiendo el ejemplo de otros “mimados” por la política, que viven en concentraciones industriales, que proyectaron, consintieron y alimentaron los políticos en privilegiadas – y desagradecidas- Comunidades Autónomas como Cataluña y el País Vasco.
¿Y qué hace la Iglesia- Conferencia Episcopal- respecto al drama -también para ella misma- de la desertización y cierre de sus templos, por falta de personal propio y ajeno? ¿Se vio a alguno de sus miembros “vocacionados” , como curas, frailes, monjes o monjas, al frente de las manifestaciones reivindicativas de agricultores y de ganaderos?. ¿Les hicieron entrevistas los informadores a los representantes oficiales de la Iglesia, integrados o presidiendo las referidas “peregrinaciones” por las calles y plazas de los pueblos de Dios, que por teología y por religión, se identifica con los más pobres y “en jamás de los jamases” con los ricos y menos con los políticos?
Se hizo presente –o se dio a conocer- algún obispo, en las referidas concentraciones, tanto o más religiosas que las de los santos patronos de las diócesis o de las parroquias?

¿Pero cómo, cuando y por qué los pocos, y de por sí, pacíficos pobladores del campo extremeño, castellano-manchego, castellano y leonés, murciano, andaluz y aún madrileño, pueden ser soberanamente apaleados-molidos a palos- por los policías en diversidad de versiones politico -administrativas, todos ellos hermanos o hijos salidos de los mismos pueblos y ámbitos, porque en ellos carecían de presente y menos de futuro…? ¿En qué calendario de recuerdos estremecedores populares caerá la fecha de la “flagelación” colectiva del pueblo, con ocasión de reivindicar derechos tan elementales como el del querer vivir en él, al menos con los más indispensables medios de subsistencia para sí y sus respectivas familias?
Si Dios no lo remedia, más pronto que tarde, templos, ermitas e iglesias serán terraplenadas, y las mismas cigüeñas se verán obligadas a islamizarse otra vez, disputándoles a los imanes sus rezos y prédicas …