Antonio Aradillas Bodas de Oro de la 'Humanae vitae'

(Antonio Aradillas).-Por las razones o sinrazones que sean, y no siempre por lo de la "muerte natural" u otras muertes, el hecho es que las celebraciones de los cincuenta años de boda - "Bodas de Oro"- se escasean. Cuando la pastoral parroquial convoca a quienes alcanzaron ya la estabilidad de los 25 años de sus matrimonios -"Bodas de Plata"- , o los cincuenta -"Bodas de Oro"- les resultan las "festividades" más raras y difíciles. La de la indisolubilidad no es precisamente asignatura que se aprueba con fidelidad año tras año.

Y si esto es tan demostrable, más aún lo fueron, y lo son, la doctrina y la disciplina contenidas prevalentemente en la encíclica "Humanae Vitae", texto firmado por el papa Pablo VI el 25 de julio de 1968, con el subtítulo "Sobre la regulación de la natalidad", que adoctrina sobre el aborto, los métodos anti-conceptivos y las relaciones sexuales en el seno del matrimonio, entre otras relevantes cuestiones.

De la referida encíclica se destaca que en su medio siglo de existencia, se desataron controversias y polémicas de alto relieve y significado dentro y fuera de la Iglesia, considerada "profética" por los sectores más conservadores, y "trasnochada" por los más liberadores. De todas maneras, el interés por la misma se conserva intacto, y aún más si cabe, teniendo en cuenta el enfoque de temas tan complejos como los que afronta, que han evolucionado en tan desatada proporción en el salto del siglo XX al siglo XXI.

Es de tal importancia y complejidad el problema, que posiciones tan contrapuestas les proporcionan a muchos dudas muy serias, llegando a preguntarse hasta qué punto la "Humanae Vitae" hace bien, o mal, y hasta donde puede cumplirse.

Su conexión con el magisterio del papa Francisco, principalmente condesado en su reciente "Amoris laetitiae", no siempre es salvable con tranquilidad de conciencia.

La oportunidad de la publicación del libro "Humanae Vitae", 50 años", por la editorial "San Pablo" -pp.188-, en su colección "Teselas", es muy laudable. Sus comentaristas, desde ángulos diversos, enriquecen el texto original de la Carta Encíclica, con autoridad, amor de Dios, fe, comprensión y algunos/as de ellos, desde su personal experiencia y profundos y comprometidos estudios. Estos son sus nombres: Jokin de Irala, Isabel Gómez Acebo, Ivone Gevara, Emilia Robles, Marciano Vidal, Mónica Robles Barahona, José Román Flecha Andrés y Juan Masiá Clavel. Sus títulos universitarios, su docencia y decencia teológicas y su conexión y compromiso intelectuales, espantarán no pocas preocupaciones ociosas.

Del comentario titulado "Sí, pero no...", de la página 119, firmado por el `padre jesuita Juan Masiá, profesor de Antropología, Filosofía y Ética, en la Universidad "Sophía" de Japón, subrayo este párrafo:

"Quedan sus dos principales criterios sobre dignidad y responsabilidad: sexualidad digna y procreación responsable, respeto mutuo de las personas, reciprocidad justa en las relaciones y acogida de la vida. Se excluye la procreación irresponsable, como su rechazo a ultranza. Hay que redescubrir más que la "Humanae Vitae", la "Gaudium et spes": el criterio conciliar sobre la natalidad responsable y el matrimonio como comunidad de vida y amor. Lo que queda de esta encíclica no es original suyo, sino del Vaticano II, del que ella dio marcha atrás. Lo que no queda de la "Humanae Vitae" es su interpretación estrecha de la sexualidad y sus conclusiones negativas sobre los métodos de regulación de la natalidad".

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