"(No está o no contesta)" A Don Braulio, arzobispo de Guadalupe
(Antonio Aradillas, sacerdote).- Otro escrito, y si Dios no lo remedia, a este habrán de seguirles más. Y es que obispos y arzobispos están de por sí acostumbrados a redactar, o a que les redacten, "Cartas Pastorales", sin sufrir la más leve tentación de pensar en el deber que tienen de contestarlos, al menos por motivos de educación, de cortesía, de elegancia y de buenas maneras. Nuevas ideas justifican el envío de este escrito al señor arzobispo de Guadalupe, sin otro interés que los pastorales.
. En reciente entrevista en la que le preguntaron acerca del "conflicto" Guadalupe- Arzobispo de Toledo, respondió don Braulio que, lo mismo por parte de sus sacerdotes que por los miembros de sus feligresías de aquellos pueblos extremeños administrados por su archidiócesis, con predilecta mención para Guadalupe y su santuario, él solía ser bien recibido, sin rechazo pastoral y jerárquico. ¡Faltaba más, don Braulio, que a estas alturas, "lo cortés" dejara de prevalecer sobre "lo valiente" , aunque fuera a cuenta de tener que sentirse "despatroneados" de la Santísima Virgen, con la advocación de Guadalupe...¡
. En la misma entrevista hizo hincapié en que la Asamblea de la Comunidad Extremeña no había hecho reclamación alguna sobre la conveniencia o necesidad de que el Monasterio- santuario de su Patrona, con su "fiesta oficial", perteneciera a alguna de las diócesis de la Comunidad de Extremadura y no a la de Castilla-la Mancha. Me es grato recordar que, en su día, esta, - la Asamblea-, "aprobó por unanimidad una declaración institucional a favor de tal integración y no solo por carácter religioso, sino por su relevancia histórica y cultural, símbolo aclaratorio que nos refuerza y une como pueblo".
. Echar en olvido, desestimar o arrinconar una "declaración institucional" como esta, lograda y firmada por unanimidad de los legítimos representantes elegidos democráticamente, por el pueblo extremeño, con procedencia de los partidos políticos del arco parlamentario, se les antoja a muchos una "episcopalaza" más del ya felizmente extinto Nacional Catolicismo que don Braulio hace perdurar todavía con fórmulas "rouco-varelianas".
. El problema reviste mayor gravedad, al ser consciente el pueblo -el de Dios y el político-, del consiguiente desconocimiento y desdén con que lo afronta don Braulio, actual arzobispo de Guadalupe, dando a entender no haber leído, o habérsele olvidado, la parte del Decreto "Christus Dóminus" promulgado por el Concilio Vaticano II" sobre "el ministerio pastoral de los obispos", en el que recuerda que "los límites de las diócesis se hagan coincidir con las circunscripciones civiles, sobre todo cuando se den circunstancias particulares en el orden psicológico, geográfico e histórico".
. Llama, por tanto, internacionalmente la atención, que sean conocidos, y se intenten llevar a la práctica, los textos conciliares por parte de los políticos, que por la de los obispos, arzobispos y estamentos seglares, empeñados todavía en correr"estúpidos" velos sobre todo lo que supuso, y debe seguir suponiendo, el bendito Concilio Vaticano II, que, pese a quien pese, puso al día la Iglesia, acentuada hoy tal actualización gracias al testimonio y doctrinas encarnadas en el Papa Francisco, referente universal para propios y extraños.
. De manera idéntica e imprecisa, sorprenden hoy las recientes palabras de don Braulio, declarando que las soluciones "guadalupanas" están en manos de los dicasterio romanos. Por favor, señor arzobispo, no se le ocurra acudir a tal subterfugio curial como excusa para incultos e iletrados. Es principio elemental, que "de Roma viene, lo que a Roma va", aunque todavía a algunos les quede por averiguar -hoy todo se sabe, o se sabrá- , quien o quienes son "Roma" en el caso de Guadalupe, como cuales y cuanto cuestan los intereses para mantener el "status quo" y el "ut proveatur" que hacen posibles la increíble permanencia feudal de Guadalupe al extinto primado imperial toledano, reconquistado "manu militari"
. Son comprometidamente recordables, entre otros tantos puntos de referencia eclesiástica, estas palabras de despedida de la diócesis de Plasencia, que pronunciara su obispo extremeño don Amadeo Rodríguez, al ser trasladado a la diócesis de Jaén:
"Invoco a la Virgen de Guadalupe, patrona de los hijos de esta bendita tierra extremeña, esos que legítimamente desean que su casa-santuario pertenezca a la provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz, el espacio común de la fe, que el Papa San Juan Pablo II nos concedió para que fuéramos la Iglesia del Señor que camina en la Comunidad Autónoma de Extremadura".
¿Le suena, y se da por aludido personalmente, con eso de "legítimamente", de la "comunidad", de la "fe", y de lo de "Autonomía Extremeña"?
. Este testimonio y el rescripto de san Pío X, "Beatíssiman Vírginem", del 20 de marzo de 1907, declarando a la Virgen "Patrona principal de toda la región de Extremadura", así como palabras y gestos reiterados de los obispos extremeños actuales, es posible que contribuyan inefablemente a que, por fin, don Braulio pase a la historia eclesiástica como el último señor feudal que tuvo Guadalupe.
. No estaría de más rogarle a don Braulio que, tal y como están las cosas, se ahorre presidir pontificalmente las solemnes ceremonias religiosas el día de la Patrona de Extremadura en su santuario. Las situaciones de violencia, por muchos y santos que sean los esfuerzos en reprimirlas con razones o con elegancias hipócritas, jamás resultarán religiosas y admisibles.
. Otro consejo- sugerencia es el sensato de que, "alrededor de una mesa", con sus hermanos en el episcopado, algunos sacerdotes y laicos, representantes del pueblo, se tomen unos vinos con denominación de origen toledano -Fuensalida-, o extremeño -Cañamero- , las cosas -las de Dios y las de estas tierras- se arreglen de una "santa" vez, dejándonos de reivindicaciones históricas o prehistóricas. El papa Francisco, cuando se entere -que se enterará-, de estas noticias, será el primero en mostrar su alegría.
.. Y, aunque tan solo sea por respeto para con el pueblo extremeño, y lo que a don Braulio le queda de su "primacía", por educación y grandeza de ánimo apéese de su pontifical "silla gestatoria" y contéstenos pastoralmente y "en el nombre de Dios". Extremadura está ya harta, lo que se dice harta", de tantos desprecios políticos - una de los regiones más empobrecidas de toda Europa-, a los que les hay que añadir los eclesiástico- feudales que don Braulio representa y encarna.