Antonio Aradillas Faltan obispos
(Antonio Aradillas).- Con soberana benevolencia se ha comentado a propósito de la celebración de la Asamblea de la Conferencia Episcopal Española, y de sus respectivos nombramientos, que "su carencia de líderes y sus miedos", habían explicado, con veracidad y acierto, las causas de que el ya repetido binomio cardenalicio Blázquez-Cañizares hubiera alcanzado, con notaria cosecha de votos a su favor, los puestos más relevantes, así como importantes comisiones habrían de estar presididas por candidatos, cuyo "franciscanismo" reformador es, y será, lícito poner en entredicho.
La "estrategia" y la influencia "post mortem canónicam" rouconiana, todavía vigente en el episcopologio, al igual que las tendencias conservadoras en general, y aún "ultras" para algunos, en la diversidad de sus piadosas versiones, se ofrecían como argumentos claves que despejaban cualquier duda que se alentara en relación con el cambio reforma que se demanda en la Iglesia española, comenzando por su jerarquía.
Reflexionar sobre estas y otras apreciaciones, es posible que ayude al pueblo de Dios, y a nuestros lectores, a aclararse, y a tomar conciencia de un tema de tanta importancia "intra", y aún "extra", eclesiástico.
Hablar de "estrategia" no parece realmente evangélico. Mucho menos lo sería llevarla a la práctica, por muchos convencimientos que fomentaran algunos epíscopos, invocando para ello motivos "religiosos", el bien de los fieles y la anhelada esperanza de que la reforma encarnada en el Papa Francisco no pasará de ser un episodio más en la historia eclesiástica.
Guste o no, el hecho es que, por ejemplo, de quien se seguraba, y figuraba, como el "sosias" del Papa Francisco en España, personificado cardenaliciamente en el titular de Madrid, la cosecha de votos resultó anímica e insignificante. ¿Es que no hubo "estrategia", o esta no funcionó debidamente? ¿Es que "no sé quien", "sabe más por viejo, que por santo y por sabio"? ¿Acaso los votos -todos los votos- han de expresar siempre la voluntad del Señor, porque "los redacta y orienta el Espíritu Santo en persona"?
Mi impresión personal no es la de que "faltan líderes en el episcopado...". Es la de que faltan obispos... sometidos, con conocimiento de causa, sus nombramientos -que no elección- a criterios e intereses personales o de grupos, por "espirituales" que se dejen nominar, y así ellos mismos lo crean y sean, de tales nombramientos, selección y procedimientos, no es posible que estos obispos sean los que demande la Iglesia en España. La misma sociedad, la convivencia y el bien común ciudadano, el obispo, como tal, sigue todavía siendo y ejerciendo de persona importante e influyente, pese a que su imagen, y la de la misma Iglesia que representa jerárquicamente, se nos presente hoy en España tan deteriorada.
A los obispos españoles les siguen sobrando palacios episcopales, y títulos, signos y símbolos que los alejan de la grey y de la realidad de la vida, y los convierte para los mismos sacerdotes, en personajes misteriosos, riualistas, por encima del bien y del mal, y además en exsoberanos feudales.
Los obispos españoles están ahítos de pleitos judiciales y no precisamente canónicos. Son ya demasiadas, las noticias protagonizadas por sus idas y venidas a los lugares en los que se administra la justicia, en calidad de testigos o de imputados en cualquiera de sus acepciones. A datos tan inhóspitos, irreverentes y poco -nada- ejemplares, es preciso añadir otros casos "a punto de estallar", aunque todavía por investigar, por aquello del hipócrita e "irrespetuoso" escándalo.
A la teología episcopal, a la pastoral, al protocolo, a la liturgia y a las relaciones públicas con los sacerdotes, laicos y laicas, -seglares-, y aún a los "hermanos en el episcopado", les quedan por recorrer no pocos caminos de entendimiento y de encuentro, aunque solo sea por el argumento semántico de que obispo -"episcopus"- quiere decir "vigilancia, entendimiento, ayuda, protección y defensa", con exclusión apodíctica y convivencial de cuanto llevan consigo los "ordeno y mando", "suspensiones a divinis", anatemas, "baculazos", censuras o excomuniones, sin posibilidad de defensa, suponiéndose siempre que participa de algunas de las sílabas de la condición de "infalible" e "impecable".
Con respeto, humildad, humanidad, elegancia y educación, es obligado reseñar que el colectivo episcopal actual en España no se distingue exactamente por el relieve con el que dentro y fuera de nuestras fronteras patrias pueda contar. Ni la teología en cualquiera de sus modalidades conciliares, ni el santoral -con excepción del martirial-, ni el relacionado con lo social, que en oros tiempos identificara con gloria y ejemplaridad a nuestros obispos, ofrecen nombres y actividades religiosamente "franciscanas" en sintonía con las necesidades que definen hoy a las personas y a los pueblos, y más al de Dios, es decir, a todos, sin discriminación de ninguna clase.
Las ideas, comportamientos y aspiraciones conjugadas en la Conferencia Episcopal, apenas si han logrado alcanzar categoría de interesante noticia en los medios de comunicación, con la lógica y, por supuesto, obligada, excepción de los que son de propiedad y titularidad eclesiástica.
¿Qué jamás fueron a misa los adictos y partidarios de Podemos? Pues yo creo que sí que fueron, y que siguen viendo la retransmitida por la "2"... Pero lo que pasa es que en ella hay tantas mitras, y báculos, homilías poco o nada preparadas y vividas, además de aburridas, tantos espectáculos -"funciones sagradas"-, tantos símbolos y tantos misterios, que creen explicable su desprogramación, con la confianza además de que tal ministerio está convenientemente atendido por la 13TV. Inmiscuirse en si en tal partido político tiene cabida la misa, y no en otros, me parece excesivo tanto política como religiosamente.