El obispo de San Sebastián despide al Papa Francisco Fernando Prado: "Para mí fue como un padre"

Fernando Prado muestra 'Intergentes' al Papa Francisco
Fernando Prado muestra 'Intergentes' al Papa Francisco

Francisco no fue solo un pastor universal, sino también un hermano mayor en la fe, para mí como un Padre, que supo poner su vida al servicio del Evangelio con una fidelidad sencilla, audaz y tierna al mismo tiempo

Yo le doy gracias a Dios por haberme permitido caminar un trecho de mi vida al lado de este hombre bueno, sabio y profundamente humano

Con el corazón lleno de gratitud y emoción, he recibido la noticia del fallecimiento del querido Papa Francisco. Un periodista amigo, desde Roma, me informaba temprano, a las nueve de la mañana, que el Camarlengo, Cardenal Farrell, había informado de que el Papa había fallecido a eso de las 07.30h de la mañana. Como hijo de la Iglesia y como obispo, siento hoy una mezcla de honda tristeza y de profundo agradecimiento. Me unía a Francisco, además, un sentimiento de cercanía, confianza y filiación muy grande.

Especial Papa Francisco y Cónclave

Francisco no fue solo un pastor universal, sino también un hermano mayor en la fe, para mí como un Padre, que supo poner su vida al servicio del Evangelio con una fidelidad sencilla, audaz y tierna al mismo tiempo. En su modo de mirar, de hablar, de abrazar… se transparentaba el rostro de un Dios que no excluye a nadie, que abraza la debilidad humana y que nunca se cansa de esperar.

El Papa y Fernando Prado
El Papa y Fernando Prado

Recuerdo tantas conversaciones, tantas miradas compartidas, tantas palabras suyas que me han sostenido como religioso, como sacerdote y después como obispo. Siempre cercano, siempre fraterno, siempre alentando a caminar con esperanza. En su voz resonaba algo del Evangelio más puro: sin adornos, sin durezas inútiles, sin temor al juicio.

Francisco nos enseñó a todos que la misericordia no es una estrategia pastoral, sino el nombre más verdadero de Dios. Que la Iglesia no puede vivir encerrada en sí misma, sino abierta a las periferias, abierta a todos, pues a los ojos de Dios todos somos hijas e hijos queridas/os. Nos enseñó que el poder solo tiene sentido si se transforma en servicio, dando con su ejemplo un testimonio de cómo hemos de vivir el ministerio los demás sacerdotes y obispos. Nos enseñó que la cruz no se predica con teorías, sino con la vida.

Un hombre de Dios, rico en humanidad. Ha sido, sin duda, el líder de la humanidad más considerado y que más impacto nos deja en esta última década, podríamos decir, en este primer cuarto de siglo. Siento, de verdad, que he perdido a un padre y a un amigo. Pero la fe me recuerda que la comunión no se interrumpe con la muerte

Hoy, mientras toda la Iglesia eleva su oración agradecida por su vida entregada, yo le doy gracias a Dios por haberme permitido caminar un trecho de mi vida al lado de este hombre bueno, sabio y profundamente humano. Un hombre de Dios, rico en humanidad. Ha sido, sin duda, el líder de la humanidad más considerado y que más impacto nos deja en esta última década, podríamos decir, en este primer cuarto de siglo. Siento, de verdad, que he perdido a un padre y a un amigo. Pero la fe me recuerda que la comunión no se interrumpe con la muerte.

Doy gracias a Dios por su bondad, por su valentía, por su sonrisa, por sus gestos callados y su palabra clara. Gracias por hacernos creer de nuevo que otra humanidad y otra Iglesia son posibles desde Jesús. Le confiamos al Padre de la vida, seguros de que ya ha escuchado de sus labios aquellas palabras que todos anhelamos escuchar un día: «Siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor».

Descansa en paz, hermano. Reza por nosotros, como nosotros rezamos por ti.

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