"Como hijo de San Ignacio de Loyola, Francisco aprendió el arte de la consulta, el discernimiento y la toma de decisiones decisivas" Una Iglesia en salida misionera : ¿Qué será del sueño del Papa Francisco ?

"Desde el principio, Francisco se preocupó por un nuevo "estilo" que debería adoptarse "en todo lo que se hace" (EG 18). Se trata de un estilo que respete el derecho de los fieles a ser escuchados en primer lugar y no a ser aleccionados"
"Francisco no ha querido una Iglesia preocupada por sí misma, sino una que haya comprendido verdaderamente lo que dijo el Concilio: Que ella es " signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano" (LG 1)"
"Francisco hablaba de la necesidad de "avanzar en una saludable descentralización" (EG 16), que permita más autonomía a las conferencias episcopales y a las iglesias locales"
"Francisco hablaba de la necesidad de "avanzar en una saludable descentralización" (EG 16), que permita más autonomía a las conferencias episcopales y a las iglesias locales"
| Mariano Delgado*
En su Exhortación Apostólica "Evangelii gaudium" (24.11.2013, EG), el Papa Francisco habla de una "Iglesia en salida" y nos invita a redescubrir "la alegría de la evangelización". El hecho de que fuera elegido 266º obispo de Roma el 13 de marzo de 2013 en la quinta votación con una amplia mayoría tiene que ver, entre otras cosas, con el "discurso incendiario" que pronunció el 9 de marzo en una de las congregaciones de cardenales preparatorias del cónclave.
En él se esbozaba ya el programa de su posible pontificado. Bergoglio recordó las palabras de Jesús tras la visión de Ap 3,20: "Mira, estoy de pie a la puerta y llamo". Y comentó: "El texto bíblico habla obviamente de que llama desde fuera para entrar. Pero yo pienso en las veces en que Jesús llama desde dentro para dejarle salir. La Iglesia egocéntrica reclama a Jesús para sí en el interior y no le deja salir". A continuación, trazó el perfil del nuevo Papa: debe ser un hombre "que, desde la contemplación y la adoración de Jesucristo, ayude a la Iglesia a ir hasta los confines existenciales de la tierra, que la ayude a ser la madre fecunda que vive de la ‘dulce y consoladora alegría de la evangelización’".

En su carta del 25 de marzo de 2013 a los participantes de la 105ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina -y desde entonces una y otra vez- Francisco fustigó la "autocomplacencia", el "narcisismo espiritual", la "espiritualidad sofisticada" y el "clericalismo sofisticado" como "las enfermedades de la Iglesia" que nos impiden experimentar la "dulce y consoladora alegría de la evangelización"
Un nuevo estilo
Desde el principio, Francisco se preocupó por un nuevo "estilo" que debería adoptarse "en todo lo que se hace" (EG 18). Se trata de un estilo que respete el derecho de los fieles a ser escuchados en primer lugar y no a ser aleccionados, porque incluso las ovejas tienen un sentido de la fe que hace inevitable la sinodalidad. Se trata de un estilo que reconozca la necesidad de las almas y no responda con el derecho canónico, sino con la misericordia. Este es el "estilo pastoral" de la Iglesia en el mundo de hoy que ya reclamó Juan XXIII en su discurso de apertura del Concilio el 11 de octubre de 1962; y este es el estilo de una "Iglesia samaritana" esbozado por Pablo VI en su discurso de clausura del Concilio el 8 de diciembre de 1965.
En línea con su breve "discurso incendiario" en el pre-cónclave, Francisco no ha querido una Iglesia preocupada por sí misma, sino una que haya comprendido verdaderamente lo que dijo el Concilio: Que ella es " signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano" (LG 1), que quiere expresar "solidaridad, respeto y amor a toda la familia humana" (GS 3), y que por ello considera "Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren", como "gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo" (GS 1); que con ello desea continuar "bajo la guía del Espíritu, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido" (GS 3). Francisco prefería "prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades" (EG 49).

Una renovación global de la Iglesia en clave de Evangelización
Francisco soñaba con una renovación eclesial, "una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación." La reforma de las estructuras necesaria para la reorientación pastoral sólo puede entenderse en este sentido: para que todas ellas sirvan a la evangelización, para que "la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad". (EG 27).
Francisco hablaba de la necesidad de "avanzar en una saludable descentralización" (EG 16), que permita más autonomía a las conferencias episcopales y a las iglesias locales. Su crítica al "excesivo clericalismo" (EG 102), que no implica a los laicos, "la inmensa mayoría del pueblo de Dios" (EG 102), en la toma de decisiones, y su deseo de pastores con "olor a oveja" (EG 24) son igualmente parte de su legado.
Y Francisco hablaba también de una "conversión del papado" (EG 32) en el sentido de una mayor colegialidad o sinodalidad y de una forma de ejercer la primacía que favorezca el ecumenismo. Como se ve, la "conversión pastoral o misionera" (EG 25, 27, 30, 32), la Iglesia en constante actitud de salida salida, es lo esencial, y de ello depende todo lo demás. Y esto significa también la voluntad de decir adiós a aquellas estructuras eclesiales que puedan llegar "a condicionar un dinamismo evangelizador" (EG 26). La evangelización se convierte así en el principio hermenéutico de la reforma de la Iglesia, como ya ocurría en los Hechos de los Apóstoles (cap. 15, "Concilio de Jerusalén").

¿Un Papa como motor de la reforma de la Iglesia?
La conciencia de la necesidad de reforma de la Iglesia se expresa en su llamamiento a "que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están" (EG 25).
El filósofo alemán Hans Maier ha visto en el Papa jesuita el que más probabilidades tenía de conseguir "organizar el arte de lo profético". Pues en ninguna otra orden se "organizó lo profético de un modo tan meditado, dándole una forma tan tangible y práctica" como en la Compañía de Jesús. En esto, la Compañía encarnaba "una actitud mental específicamente moderna": "El cuestionamiento radical de todo lo que es meramente tradicional y establecido está en el principio. Pero el radicalismo del constante nuevo comienzo se equilibra con un alto grado de confianza personal en las personas sensatamente educadas de la orden que están entregadas a la causa, a su individualidad, a su poder de juicio, a su capacidad de discernimiento. Por eso, la dirección de la Orden escucha las opiniones de muchos; no se limita a marcar el rumbo de forma centralizada. El General de la Orden se informa a fondo, hace preguntas, se asegura, lucha por comprender, reza".
Como hijo de San Ignacio de Loyola, Francisco aprendió el arte de la consulta, el discernimiento y la toma de decisiones decisivas. Este ha sido su modus operandi. Pero se ha muerto antes de tomar muchas de las decisiones esperadas al final del proceso sinodal. Por eso, se puede decir que su reforma ha quedado inacabada, a medio camino. Ha transdormado el ambiente eclesial y la forma de ejercer el papado, pero no ha llevado a cabo las decisiones esperadas, no ha colmado las esperanzas que él mismo ha levantado.

Renovación espiritual y reforma de la Iglesia
Francisco sabía que las cosas no pueden seguir como están. Por eso aspiraba a una renovación espiritual para recuperar la alegría de la evangelización. Este es el factor decisivo, porque Jesús llama desde dentro "para que le dejemos salir", para que le descubramos en la necesidad de nuestro tiempo (GS 1). Francisco también tenía en mente una reforma cautelosa de la Iglesia, llevada a cabo con prudencia jesuita. Hasta ahora, esto sólo ha sido perceptible a grandes rasgos y no debería detenerse en el papado (curia, ecumenismo, colegialidad, descentralización, sinodalidad). Ahora veremos si el siguiente Papa se siente llamado a continuar el sueño del Papa Francisco.
Cuando Francisco de Asís partió hacia Roma en 1209 con "doce" de sus hermanos para pedir al Papa Inocencio III que confirmara su modo de vida, este sucesor de Pedro, preocupado por el poder y que fue el primero en reclamar para sí el título exclusivo de "Vicario de Cristo", tuvo un sueño famoso: la Iglesia se desmoronaba y el Poverello la sostendría y levantaría. Todos conocemos el fresco de Giotto. Ahora otro Francisco "como Papa" ha tenido un sueño para la Iglesia: ha soñado con un despertar misionero y pastoral, con una renovación integral de la Iglesia.
A la vista de la estructura de la Iglesia católica, mucho dependerá de hasta qué punto el propio Papa entienda su labor como tutiorismo del cambio (Karl Rahner) y muestre no sólo responsabilidad unitaria petrina, sino también audacia paulina para inaugurar las necesarias e inaplazables reformas, aunque los fariseos de hoy rechacen las innovaciones en nombre de la tradición (cf. Hch 15,5). Pues, como decía Gilbert Keith Chesterton, la tradición viva consiste en salvar el fuego, no en conservar las cenizas de la forma medieval-tridentina de Iglesia.

* Mariano Delgado es Catedrático de Historia de la Iglesia en la Universidad de Friburgo (Suiza) y Decano de la Clase VII (Religiones) en la Academia Europea de las Ciencias y de las Artes (Salzburgo)
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