"Pero el Derecho Canónico y el Catecismo del papa chocan con los indignados" José Arregi: "El Papa Francisco está con todos los indignados de este mundo"
"El papa Francisco –lo reconozco con gusto– es, por su figura y por el eco mediático de su mensaje, una de las grandes voces proféticas del mundo de hoy"
"Durante ocho años de pontificado, no ha tocado ni una letra del Derecho Canónico ni una coma del Catecismo con su doctrina y su teología más tradicional e inmovilista, enemiga de subversiones sociales y de nuevas reinterpretaciones"
"Y no vale decir que el papa sí quiere, pero no puede por miedo al cisma. La inacción y la inmovilidad está llevando al peor cisma: el abandono de los mejores y el vacío general creciente"
"Una Iglesia que ha dejado de ser creíble y de inspirar e impulsar movimientos como el 15M es un fracaso, y una traición a Jesús y su Evangelio"
"Y no vale decir que el papa sí quiere, pero no puede por miedo al cisma. La inacción y la inmovilidad está llevando al peor cisma: el abandono de los mejores y el vacío general creciente"
"Una Iglesia que ha dejado de ser creíble y de inspirar e impulsar movimientos como el 15M es un fracaso, y una traición a Jesús y su Evangelio"
| José Arregi teólogo
Con ocasión del décimo aniversario del 15M, el movimiento de indignados hoy cargado de más razones que hace 10 años, se me pide que responda a dos preguntas: 1) ¿Se puede considerar un indignado al Papa Francisco? 2) ¿La sinodalidad de Francisco se corresponde con el 15M entendido como el tiempo de las plazas? Lo haré en tres puntos.
1.El papa Francisco está con los indignados. Aunque la figura de un papa de aspecto bonachón y ya muy mayor, vestido de impecable túnica blanca y presidiendo solemnes encuentros en lujosos salones renacentistas del palacio vaticano, se concilie mal con el porte de jóvenes indignados acampados en plazas, pienso que sí, que el papa Francisco está, como lo estaría el libre y pacífico Francisco de Asís, con todos los indignados de este mundo, de Madrid a Tinduf, de Palestina a Cali.
Yo lo imagino asomándose a la balconada del Vaticano y gritando al mundo, con suavidad y firmeza, las grandes claves de sus encíclicas (los entrecomillados en cursiva son citas literales): “Jóvenes y mayores del mundo, alzaos contra la ‘economía que mata’. ¡Maldita ‘la codicia asesina de las empresas mineras, petroleras, madereras, ganaderas e hidroeléctricas, que arrasan y matan sin piedad’! Europa, mira a Lampedusa y a Lesbos, a las islas y las aguas del Mediterráneo lleno de muertos: ‘¡Vergogna, Vergüenza!’.
Y escuchad todos lo que enseñó San Juan Crisóstomo en el s. IV: ‘No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos’. Así pues, ‘el derecho a la propiedad privada sólo puede ser considerado como un derecho natural secundario y derivado del principio del destino universal de los bienes creados, y esto tiene consecuencias muy concretas que deben reflejarse en el funcionamiento de la sociedad’.
Y por lo mismo, ‘el derecho de algunos a la libertad de empresa o de mercado no puede estar por encima de los derechos de los pueblos, ni de la dignidad de los pobres, ni tampoco del respeto al medio ambiente’. El Espíritu eterno de la vida nos llama a una ‘valiente revolución cultural’. Quien tenga oídos para oír, que oiga.
Y tú, Iglesia que te llamas de Jesús, deja de ser ‘aduana’, conviértete en ‘puesto de socorro para los heridos’. Abandona tu ‘psicología de la tumba’. ‘Sal’ de ti misma, de tus templos cerrados, de la repetición de tus doctrinas. Libera el espíritu de la prisión de la letra y del pasado y del poder. Sal. Que la justicia y la paz se abracen en la Tierra, y podamos vivir todos y todos seamos hermanos”.
El papa Francisco –lo reconozco con gusto– es, por su figura y por el eco mediático de su mensaje, una de las grandes voces proféticas del mundo de hoy, en plena sintonía con el “alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica” que lanzó Stéphane Hessel, inspirador del 15M: ¡Indignaos!
Eso lo primero. Pero… permítaseme añadir a este primer punto dos puntualizaciones críticas igualmente necesarias.
2. El Derecho Canónico y el Catecismo del papa chocan con los indignados. No todo en el papa Francisco está, ni de lejos, en sintonía con los indignados, y también esto hay que decirlo alto y claro. No solo porque, a pesar de su mensaje y de su talante personal sencillo, habita en medio de palacios señoriales, rodeado de pompa y servidumbre, ni solo porque representa una religión y una Iglesia que, a imagen de los palacios vaticanos, ha sido la gran traidora de la liberación que Jesús anunció y encarnó para los pobres, una Iglesia que ha sido en la historia del mundo occidental, con honrosísimas excepciones personales e institucionales, la mejor aliada de los poderosos y el mayor obstáculo de la insurrección en favor de la justicia y la igualdad…
Ni tampoco solo porque, durante ocho años de pontificado, no ha tocado ni una letra del Derecho Canónico ni una coma del Catecismo con su doctrina y su teología más tradicional e inmovilista, enemiga de subversiones sociales y de nuevas reinterpretaciones…, no solo por todo eso, sino también porque este papa, en nombre de un “Dios” imaginado como Ente personal supremo, ofende gravemente a millones de lesbianas, gais, transexuales, bisexuales, intersexuales, queers… cristianas/os, negándoles el reconocimiento y la bendición, y no acepta lisa y llanamente que los divorciados vueltos a casar puedan comulgar en la mesa de Jesús, y sigue humillando a la mitad femenina de la Iglesia católica, negándoles su pleno estatuto eclesial.
Es lo contrario de lo que han gritado y reclamado los indignados de las plazas. Y hablando de plazas…
3. La sinodalidad del papa Francisco contradice el espíritu de las plazas. Según la etimología, sínodo significa “caminar juntos”, pero en la Iglesia Católica designa sobre todo una reunión de cientos de obispos en Roma presidida por el Sumo Pontífice plenipotenciario, representante del “Cristo divino” en el mundo. Un sínodo es una reunión en la que casi solo hablan los obispos, nombrados por el papa, y solo ellos votan. Es el clericalismo jerárquico y piramidal en su más pura versión, que el papa Francisco ha criticado pero no corregido.
En sus ocho años de pontificado, ha convocado cuatro sínodos, de los que se han celebrado tres. ¿Y en qué se avanzó? Lo diré en dos palabras: “En nada”. Una nada revestida de mucha retórica. Ocho años son demasiados para no dar ningún paso decisivo e irreversible. No le quedan otros ocho. Y no vale decir que el papa sí quiere, pero no puede por miedo al cisma. La inacción y la inmovilidad está llevando al peor cisma: el abandono de los mejores y el vacío general creciente.
En conclusión, pienso, y me duele decirlo, que esa supuesta sinodalidad reforzada por el papa Francisco poco tiene en común con el espíritu y la práctica de las plazas del 15M. En aquellas plazas participaba quien quería, hablaba quien quería y votaban todas, todos. Y en ellas se tomaron muchas decisiones prácticas para la realización de un ecosocialismo democrático y feminista.
¿Que los sínodos de las plazas del 15M han fracasado? No lo sé. Dependerá de lo que entendamos por fracaso y de si consideramos que el movimiento de Jesús también fracasó. Si, en cualquier caso, el 15M fracasó, deberemos preguntarnos por la parte de responsabilidad que en ello le corresponde a la institución católica, con el papa Francisco al frente. Y no se lo reprocho a este papa, sino al papado y al sistema entero. Una Iglesia que ha dejado de ser creíble y de inspirar e impulsar movimientos como el 15M es un fracaso, y una traición a Jesús y su Evangelio, a la esperanza por la que arriesgó su vida y la perdió. No, la ganó.
Aizarna, 12 de mayo de 2021