"Creo en el Dios de las bienaventuranzas, que hace felices a las clases empobrecidas" Manifiesto sobre Dios: "Me declaro ateo del Dios dinero, que divide a los seres humanos en clases sociales, condenando a la miseria a los empobrecidos"
"Yo me declaro ateo del Dios guerrero, favorecedor de individuos poderosos y de grandes potencias que practican la violencia armada, explotación económica, colonización política y saqueo de los pueblos en vías de desarrollo"
"Yo me declaro ateo del Dios autoritario, que consagra a jerarcas y sacerdotes, mientras minusvalora a laicos y mujeres como creyentes de segunda clase"
"Yo creo en el Dios de los pobres, que estimula a los hombres y mujeres concienciados a construir el Estado Democrático del Bienestar, superando la sociedad de clases"
"Yo creo en el Dios de los pobres, que estimula a los hombres y mujeres concienciados a construir el Estado Democrático del Bienestar, superando la sociedad de clases"
| Pedro Serrano García, sacerdote
Según la Biblia y la experiencia humana, es evidente que a DIOS nadie le ha visto jamás. Con aciertos y desaciertos, a lo largo de la historia los humanos hemos tratado de ir conociendo la auténtica imagen del Supremo trascendente; pero demostrar su existencia o inexistencia supera las capacidades de creyentes y de increyentes. Aun así, se puede intuir al Magnífico desconocido tras el azar y los millones de trillones de casualidades dadas para que existan el impresionante universo en expansión con sus miles de millones de galaxias, la maravillosa vida manifestada en millones de especies y, sobre todo, la admirable humanidad compuesta de seres humanos inteligentes y libres. Asimismo, parece patente que los creyentes tenemos diversas concepciones sobre el Sumo Ser, unas son erróneas o alienantes, y otras son acertadas y solidarias. Ante esta diversidad sobre la naturaleza divina, manifiesto:
-Yo me declaro ateo del Dios dinero, que divide a los seres humanos en clases sociales, condenando a la miseria a los empobrecidos y privilegiando en la opulencia a los enriquecidos.
-Yo me declaro ateo del Dios indiferente, que mira impasibles como los hombres sufren, pelean y se afanan en defensa de sus intereses e ideologías, sin intervenir en la historia para que resplandezca la concordia entre personas y pueblos respetando el medio ambiente.
-Yo me declaro ateo del Dios guerrero, favorecedor de individuos poderosos y de grandes potencias que practican la violencia armada, explotación económica, colonización política y saqueo de los pueblos en vías de desarrollo.
-Yo me declaro ateo del Dios Juez, que castiga a los que pecan (aunque sea por error, debilidad o desconocimiento en su marginalidad); mientras premia a los autoproclamados puros (aunque practiquen cumplimientos formales sin amor al prójimo ni compasión por los desvalidos).
-Yo me declaro ateo del Dios individualista, que favorece la espiritualidad y salvación personal y no tiene en cuenta la fraternal comunión con la ciudadanía y con los desamparados.
-Yo me declaro ateo del Dios autoritario, que consagra a jerarcas y sacerdotes, mientras minusvalora a laicos y mujeres como creyentes de segunda clase.
-Yo me declaro ateo del Dios dogmático, que se manifiesta en una sola iglesia verticalista, desestimando a las demás iglesias como erróneas, a las otras religiones como paganas y a las culturas agnósticas como despreciables.
Pero como humilde e imperfecto discípulo de JESÚS, me atrevo a afirmar:
-Yo creo en el Dios amor, que acoge a justos y pecadores, ateos y creyentes, ignorantes y sabios como sus hijos e hijas, infundiendo en los seres humanos la luz de la fraternidad comunitaria y universal entre personas y pueblos.
-Yo creo en el Dios de la Vida, que anima a las comunidades a compartir los bienes de la creación y de la producción humana en sociedades justas, pacíficas y humanitarias, donde tienen preferencia los niños, los ancianos, los enfermos y los marginados.
-Yo creo en el Dios de los pobres, que estimula a los hombres y mujeres concienciados a construir el Estado Democrático del Bienestar, superando la sociedad de clases, favoreciendo la liberación de los empobrecidos y el trabajo digno y justamente remunerado para todos y todas.
-Yo creo en el Dios manso y humilde, que desposeído de todo poder y riqueza en Cristo, enaltece a los sencillos y colma a los hambrientos en su Reino fraternal, mientras se apena porque los poderosos y enriquecidos prefieren idolatrar al dinero y a la dominación.
-Yo creo en el Dios de las bienaventuranzas, que hace felices a las clases empobrecidas y a las personas y comunidades solidarias y perseguidas por promover la justicia, mientras hay que lamentarse por los hombres encenagados en sus riquezas, privilegios y dominaciones que tantos males y padecimientos ocasionan en el mundo.
-Yo creo en el Dios universal, que ama inmensamente a cada ser humano, sea cual sea la religión, la raza, la cultura, la nacionalidad y el género al que pertenezcan, promoviendo entre sus discípulos la lucha pacífica para que todos los seres humanos seamos iguales en dignidad y en derechos, recibiendo según nuestras necesidades y aportando según nuestras capacidades.
-Yo creo en el Dios salvador, que permanentemente infunde en los humanistas y profetas la fuerza para ir liberando a los oprimidos frente a las clases dominantes y sus colaboradores, al mismo tiempo que se manifiesta como salvador de justos y pecadores, pasivos y comprometidos, explotadores y solidarios.
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Por todo ello y dada mi naturaleza desfalleciente, confío en la inmensa misericordia de DIOS-PADRE que, como al hijo pródigo, me perdona y acoge paterna y maternalmente aun a pesar de mis errores y fallos.