Antonio Aradillas Pleito religioso, a punto (con El Greco y Zurbarán, de testigos)

(Antonio Aradillas, sacerdote y escritor).- Tengo la seguridad de que, si hubiera sido hoy otro el arzobispo de Toledo, "Primado de las Españas", quien a su vez pastoreara la Puebla -Monasterio y santuario-, de Guadalupe y el resto de la treintena de parroquias extremeñas conquistadas "manu militari", no fuera necesario tener que recurrir con frecuencia, clamando por la reivindicación justa y sagrada, de su "Celestial y Clementísima Madre y Patrona".

Pero las cosas son como son, y así se escribe la historia. Precisamente por "conservador", por definición y naturaleza, fue nombrado, que no elegido, para la archidiócesis toledana don Braulio, junto con el todavía nutrido grupo de obispos con connotaciones "Rouco-varelianas", que se hacen asidua noticia original e imprudente en los "informativos" eclesiásticos y civiles, y que, hoy por hoy, tienen peso en el episcopologio español, y son contrapeso para la reforma que patrocina y encarna el Papa Francisco, en fiel sintonía religiosa con los tiempos nuevos.

El recientes declaraciones oficiales, don Braulio evangelizaba al personal "denunciando la existencia de ataques despiadados y beligerantes contra la Iglesia, por parte de algunos de sus propios miembros", con términos tales como "embestidas gratuitas contra quienes formamos tal institución". Señalaba que "de esta manera, hasta llegaba a hacerse presente el temor de desaparecer del horizonte de Europa la fe cristiana, que le confirió y confiere, sentido y contenido al humanismo extraordinario basado en los descubrimientos del pensamiento griego, de la ley romana y de la Revelación Divina que está en la raíz de esta fe".

Con el lenguaje apocalíptico empleado, y las galimatías sociológico-filosófico- teológicas y pastorales de las que hace uso, resulta intrincado y enmarañado concluir salvadoramente, tal y como hace el señor arzobispo de Guadalupe, que "la fuente de la identidad europea es el amor de Dios para con los hombres, prescindiendo de su confesión, nacionalidad o cualquier otra pertenencia...".



Con la mejor y más constructiva y aséptica de las intenciones, releí el texto y lo comenté con un grupo de amigos, quienes coincidieron en estas y otras conclusiones:

1- La libertad de opinión, dentro y fuera de la Iglesia, jamás podrá ser limitada y menos por quienes son, se sienten y dicen ser, sus jerarcas.

2- Los tribunales de justicia en la órbita civil, que no eclesiástica, son los recursos legales para acudir en defensa propia y de la institución a la que se pertenece o representa.

3- ¿Acaso no son, y se sienten, Iglesia quienes desde dentro y con la solvencia y dolor de corazón, dicen lo que dicen de ella, con documentos y datos, aún judiciales?

4- ¿Es posible que todavía no se hayan acostumbrado a leer y meditar cuanto refiere el mismo Papa Francisco respecto a la Curia, a cardenales, obispos, arzobispos  -"primados" o no-, sacerdotes y una buena parte del pueblo de Dios?

5- ¿Es que Iglesia-Iglesia son solo, o fundamentalmente, los clérigos y la jerarquía, y no el resto de ese pueblo de Dios?

6- ¿Acaso a estos no les duele en el alma, tanto o más, la Iglesia, que a quienes visten y viven con -y de- los ornamentos sagrados, con palacios, reverencias, títulos y símbolos manifiestamente paganos?

7- ¿Es creíble que a estas alturas de la ilustración en materias religiosas, se tenga y mantenga una idea de la fe, tan pueril, misteriosa e inasequible como la patroneada por parte de la jerarquía eclesiástica, con ayuda y argumentos servidos por los turiferarios de turno, por vocación, "beneficio" u oficio?

8- La simple referencia a quienes "formamos" -"dar forma a una cosa"-, la Iglesia, acusa escasez de ideas solemnemente preocupante, dado que "¡A formar!", es expresión militar, hoy en retiro forzoso, carente de efectividad, de elegancia y de educación.

De entre las aportaciones elaboradas por el grupo de amigos destaco estas frases:

"Cuando faltan profetas, carismas y artistas, el mundo se llena necesariamente de ídolos. Los líderes, los empresarios, los políticos y los sacerdotes se convierten en "dioses" para sus seguidores, empleados, electores o fieles".

"La vocación profética no es una llamada a una vida personal feliz, sino un envío para desempeñar una tarea de liberación y felicidad para otros..."

Por favor, don Braulio, díganos si mantiene, o fue una simple "metedura de pata" (con perdón), lo expresado por usted el día 27 de julio del año del Señor 2016, de que "los zurdos y los pelirrojos son criaturas de Satán", así como su aserto del 27 de diciembre del 2016, en el boletín "Padre Nuestro" de su archidiócesis, de que "la mayor parte de los casos de las mujeres asesinadas por parejas, o ex-parejas, ocurren porque ellas pidieron el divorcio", con ocasión de su condena del divorcio civil llamado "exprés".

Conste, y en evitación de más soponcios autonómicos y religiosos, y antes de que a alguien se le ocurra inspirar campañas en su contra, declarándole "persona non grata" en la gentil y acogedora Extremadura, le recuerdo que queda pendiente la "mesa redonda" alrededor del tema de Guadalupe, con degustación de una copa de vino de su Fuensalida familiar, y otra del monástico Cañamero, que es como civilizadamente, también entre los paganos, se arreglan las cosas en esta vida y en la otra.

Espero sus noticias. El vino está preparado en la hospedería monacal, que es, como usted conoce, también "Patrimonio de la Humanidad", con invitación y aceptación de la Virgen, por aquello de "¡No tienen vino!", y con Zurbarán y El Greco, de prestigiosos y universales testigos...

Espero, una vez más, sus noticias. Sabe que en RD están abiertas sus páginas.

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