"Hoy se tienen que conjugar la palabra ‘compartir’, que es partir y repartir, y la palabra ‘compasión’, que es pasión compartida" Sor Lucía Caram: "Me ha tocado ver la huida desesperada, el corazón sangrante y las miradas de impotencia, las preguntas, el silencio, el miedo…"
"Sus vidas están siendo destrozadas por una guerra aterradora, injusta, absurda, fruto de la ambición de poder y de la voracidad de aquellos que quieren tener más al precio que sea"
"No es fácil no poder dar respuestas a los hijos cuando pregunten por qué dejamos a papá, por qué mamá se queda, por qué los abuelos no pueden venir… Tantos por qué"
La fundación Mensajeros de la Paz, junto al hospital de Campaña de Santa Anna y la Fundació Convent Santa Clara nos hemos sumado y estamos promoviendo esta iniciativa
La fundación Mensajeros de la Paz, junto al hospital de Campaña de Santa Anna y la Fundació Convent Santa Clara nos hemos sumado y estamos promoviendo esta iniciativa
Muy buenos días, dese muy temprano en el monasterio, estoy preparando el viaje a Polonia. Nos vamos hoy con los voluntarios de Caixabank, que han preparado un convoy con 5 autobuses para traer al 200 personas. La fundación Mensajeros de la Paz, junto al hospital de Campaña de Santa Anna y la Fundació Convent Santa Clara nos hemos sumado y estamos promoviendo esta iniciativa.
Hemos visto de cerca en el kilómetro cero los horrores y el terror de la guerra hemos visto rostros desesperados, de angustia, de dolor, de sufrimiento, de impotencia…
Rostros de las madres abrazando muy fuerte a sus hijos por el temor de perderlos, y como queriendo atrapar de alguna manera el amor y la paz, que es lo que desean, y que ven que se está esfumando de su país, de su entorno, del mundo.
Gràcies @openarms_found@DKVIntegralia@DrSantacreu@campsoscar
El padre Ángel y Sor Lucía abren el primer 'corredor humanitario' entre España y Ucrania https://t.co/duQkYFTrPj a través de @ReligionDigit— Sor Lucía Caram (@sorluciacaram) March 14, 2022
Hemos decidido darles una oportunidad, y es muy duro que seamos nosotros los que tengamos que decidir; en realidad yo creo que no tendría que ser una decisión sino una obligación. Una obligación que nace de los corazones que son capaces de amar y de empatizar con el sufrimiento y con la realidad con la vida de nuestros hermanos. Sus vidas están siendo destrozadas por una guerra aterradora, injusta, absurda, fruto de la ambición de poder y de la voracidad de aquellos que quieren tener más al precio que sea.
A nosotros nos mueve simplemente el amor, la empatía, el saber que somos hermanos, el saber que somos miembros de la única humanidad, de una familia humana. Y una vez que uno vaya y que ha visto como me ha tocado ver, la huida desesperada, el corazón sangrante y las miradas de impotencia, las preguntas, el silencio, el miedo… Uno no puede menos que decir mi vida son mis causas, y mis causas valen más que mi vida.
Mi vida, nuestras vidas, son vidas y vamos a vivir plenamente solo si conseguimos que alguno pueda salvar su vida para poder construir un mundo mejor. Y como decía Pablo VI, la civilización del amor se construye a base de bien, de ternura, acogida…
Hemos pedido que se pueda acoger en las familias, que abramos nuestras casas. Antes tenemos que abrir nuestros corazones, y abriendo nuestros corazones abriremos nuestros espacios para compartir, para acoger.
No será fácil: porque no es fácil a veces la convivencia con culturas diferentes, porque no es fácil la convivencia incluso con los que son de la propia familia. Pero tampoco es fácil la huida desesperada, el haberlo perdido todo en un abrir y cerrar de ojos y no saber por qué.
No es fácil no poder dar respuestas a los hijos cuando pregunten por qué dejamos a papá, por qué mamá se queda, por qué los abuelos no pueden venir… Tantos por qué.
Podemos entre todos hacer un esfuerzo para ponernos en la piel de aquellos que están sufriendo, que están huyendo, que están desesperados, que llegan exhaustos de dolor, que caen exhaustos de dolor, que ya no pueden más.
Pero que se dan cuenta que tienen algo, que luchar a muerte por la vida, para que sus hijos tengan vida. Las bombas de los que han podido llegar, de los que están queriendo huir, no les han matado, pero les han quitado la vida. Les han quitado mucha vida.
Desde la fundación del Convent de Santa Clara, y con este viaje y con esta comunicación quiero pedir a todos los amigos que me seguís y que me acompañáis desde Religión Digital, desde hace tanto tiempo, que nos ayudéis a ayudar
Desde la fundación del Convent de Santa Clara, y con este viaje y con esta comunicación quiero pedir a todos los amigos que me seguís y que me acompañáis desde Religión Digital, desde hace tanto tiempo, que nos ayudéis a ayudar.
El único interés que tenemos es que la gente tenga vida y que la tenga en abundancia. La única religión válida es la del amor que se hace servicio, y que hoy tiene la capacidad de salvar vidas, de renovar la esperanza.
Os lo pido en el nombre del Dios de la vida, en el nombre de la vida de tantas personas. Os lo pido junto al clamor de la paz que se levanta de nuestro mundo y de tantos corazones.
Preguntémonos hoy, una vez más, con lo que soy, con lo que tengo, ¿qué puedo hacer para que un hermano, una hermana, que vive el terror y el horror de una guerra, pueda estar mejor?
Tal vez dispongamos nuestro corazón para que dios el Dios de la vida hable, y para que nosotros nos transformemos en un vaso de acogida, en un cáliz de salvación en el que podamos acoger vida, ofrecer vida y dar vida como la dio Aquel que cuando se marchó de este mundo dijo que él era el pan para la vida del mundo, y que nos invitaba a nosotros a ser pan partido y repartido para que todos tengan vida, y la tengan en abundancia.
Hoy se tienen que conjugar la palabra ‘compartir’, que es partir y repartir, y la palabra ‘compasión’, que es pasión compartida.
Compartamos con pasión el amor a la vida y el amor a las personas.
Etiquetas