"Se puede decir que ha sido toda su vida un resistente” Ha fallecido el biblista jesuita Manuel Iglesias González
Conocido sobre todo por su traducción rigurosa del Nuevo Testamento, afirmaba que convertimos la Biblia en un “cuento de niños” al suavizar sus términos más duros
Nacido en Monleras, provincia de Salamanca, de padres maestros rurales ambos, era el más pequeño de seis hermanos, que llegaron todos a abrazar la vida religiosa: dos jesuitas, dos franciscanos, uno de los cuales se secularizó,y dos religiosas de Jesús María. El mayor de ellos era Ignacio Iglesias, SJ, que fue asistente general y mano derecha del famoso padre Pedro Arrupe
A las tres de la tarde de ayer, miércoles 21 de diciembre, ha fallecido en Madrid a los años ochenta y ocho años de edad el internacionalmente reconocido biblista jesuita padre Manuel Iglesias González. Nacido en Monleras, provincia de Salamanca, de padres maestros rurales ambos, era el más pequeño de seis hermanos, que llegaron todos a abrazar la vida religiosa: dos jesuitas, dos franciscanos, uno de los cuales se secularizó,y dos religiosas de Jesús María. El mayor de ellos era Ignacio Iglesias, SJ, que fue asistente general y mano derecha del famoso padre Pedro Arrupe.
Manuel recibió su formación filosófica y teológica en Comillas (Santander). Dadas sus brillantes cualidades intelectuales, especialmente en disciplinas lingüísticas, fue destinado a cursar el bienio de Sagrada Escritura en elPontificio Instituto Bíblico de Roma, durante los años sesenta, donde llegaría a ser profesor de Sagrada Escritura y griego bíblico.
Persona muy sensible y delicada, la crisis postconciliar y el abandono del sacerdocio de algunos compañeros, le produjeron tan fuerte impacto, que incluso le provocó una extraña y grave enfermedad. Desde entonces se sentía un tanto defraudado del rumbo emprendido por la Iglesia, y contrario al camino emprendido por la Compañía por la renovación llevada a cabo por el padre Arrupe, a pesar de que su hermano Ignacio era uno de los más estrechos colaboradores del carismático superior general. Prueba de ello es que desde entonces se negó a desprenderse de la sotana, que ha seguido vistiendo hasta su muerte. Por ello dejó Roma y ha desarrollado su labor sucesivamente en Javier, Madrid, Villagarcía de Campos y finalmente en la residencia Pedro Fabro de Madrid, donde ha fallecido. Trabajó intensamente en el Apostolado de la Oración, la revista Reino de Cristo, y sobre todo dando Ejercicios y en la dirección espiritual de religiosas. Hasta el final de su vida dio muestras de fiel entrega a su vocación y gran sencillez y humildad.
La trayectoria humana de Manuel Iglesias y sus ideas conservadoras no le impedían desarrollar un trato exquisito con sus hermanos en la convivencia diaria y gozar de un gran ingenio y sentido del humor. Ávidolector y amante de los libros, poseía una vasta cultura, sobre todo bíblica y lingüística, además de granconocimiento del refranero español y de la actualidad informativa en la que siempre estaba al día
La trayectoria humana de Manuel Iglesias y sus ideas conservadoras no le impedían desarrollar un trato exquisito con sus hermanos en la convivencia diaria y gozar de un gran ingenio y sentido del humor. Ávidolector y amante de los libros, poseía una vasta cultura, sobre todo bíblica y lingüística, además de granconocimiento del refranero español y de la actualidad informativa en la que siempre estaba al día.
De su obra destaca la actualización de la Sagrada Biblia publicada por la BAC (n.10) por el profesor F. Cantera, y la del Nuevo Testamento (Versión crítica sobre el texto original griego), que gracias a veinte mil cambios que introdujo, se puede considerar una edición nueva. Se esforzó Iglesias en la mayor literalidad posible, pues con ella, pretendía sobre todo que sirviera de “ayuda para los primeros destinatarios de esta obra (estudiantes de Teología y del Nuevo Testamento), al intentar corregir inexactitudes o imperfecciones anteriores”.
“El obstáculo del Nuevo Testamento -afirmaba- no es sólo el que ofrecen unos escritos de hace dos mil años, redactados en griego tal como los tenemos, aunque pensados por semitas, sino que, si Dios se comunica en esos escritos, nos comprometen, y los matices del lenguaje pueden ser también reveladores de Dios; por tanto, no despreciables. Un exegeta bíblico —y, en su medida, un traductor bíblico— no debe menospreciar ningún aspecto del lenguaje humano en el que se transmite la revelación del Dios vivo y verdadero. No debe ser el traductor quien dice, sino que ha de disimular su propio estilo, y sus gustos y prejuicios, a fin de llegar a ver qué pensaba y quiso decir el escritor humano (y, detrás de él, Dios) al redactar el texto sagrado, para poder decirlo simplemente en otra lengua”.
A propósito de esta traducción, el catedrático y miembro de la Pontificia Comisión Bíblica Juan Miguel Díaz Rodales afirmó, citando a Iglesias, que su traducción“no pertenece a la categoría de las llamadas traducciones populares”: "La mayoría de estas pretendidas traducciones populares se alejan de tal modo del texto, que quien las lee sólo con mucha dificultad puede llegar a conocer lo que pensaba y quiso decir el autor humano (y, detrás de él, Dios)".
Entre otras de sus publicaciones destaca De los nombres de Cristo, una obra en la que no pretendía emular a fray Luis de León, sino estudiar los nombres con los que Jesús se denomina a sí mismo en los evangelios, completando esta serie con los que, recoge incluso el libro del Apocalipsis, un libro en el que Iglesias, además de su fino sentido del humor, da muestras de su elegante pluma. Otra de sus obras, también publicadas por la BAC, es La Palabra y las palabras, pequeño vocabulario hebrero para uso espiritual, indicando matices o detalles de su uso que no suelen captarse a primera vista.
El padre Iglesias durante la presentación de su Nuevo Testamento se atrevió a decir: Creo que mucha gente ignora la Sagrada Escritura porque no es un cuento para niños y tiene cosas muy duras. Jesús emplea palabras que ahora los sacerdotes apenas nos atrevemos a emplear cuando predicamos. 'Es que espantas a la clientela', nos dicen. Pero Jesús no pensó si se quedaba sin clientela. Y Él habla y dice lo que tiene que decir. Por ejemplo: 'El que quiera ser discípulo mío cargue sobre la espalda su cruz cada día y sígame'."
Se puede decir que Manuel Iglesias ha sido toda su vida “un resistente”. Por eso, a la hora de su muerte, viene a cuento el comentario que hizo en una ocasión sobre la distinción entre “aguantar” y “resistir”. "Yo siempre había entendido que "el que persevere hasta el final se salvará"; pero perseverar puede tener un matiz pasivo, de'aguante', 'el que aguante hasta el final', verbo 'meno', el de perseverancia, tú aguanta lo que puedas; pero con un prefijo 'hipo', que es "ponerse debajo para sostener un peso", como si en un terremoto te quedas en un rinconcito esperando, aguantando, a ver si te salvan... ¿Por qué no traducir 'hipomeno' como 'resistir'? El que resista hasta el final se salvará. Eso da un matiz activo de aguante, no pasivo. No es 'aguantarme' de un reúma, es resistirse a un enemigo que quiere vencerme". Así ha muerto el padre Manuel Iglesias “resistiendo”. Descanse en paz.
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