David López Royo ¿Quién nos gobierna?
Habría que constituir en las Universidades la Cátedra del Bien Común que ayudará a políticos, emprendedores empresariales y sociales, a reflexionar conjuntamente, entre otros temas, sobre ¿quién nos está gobernando?
Estamos muy expectantes con la vacuna para la covid. Es nuestra mejor opción, no la única; pero la más segura, al menos esto nos dicen los políticos y los técnicos.
De nuevo estamos en una fase crítica, bueno, sinceramente, llevamos meses en situación de emergencia y esto ocurre en todo el mundo, sin excepción.
La realidad es tan crítica y difícil que tiene a los distintos gobiernos atenazados y preocupados, consecuentemente los habitantes de los respectivos países nos hallamos en una situación de bloqueo que nos está afectando de muchas maneras.
En nuestro país, como en tantos otros, es difícil tener una planificación certera que ayude a mitigar las diferentes problemáticas que aparecen como consecuencia de la presencia silenciosa del virus. Con esto, lo que hay que tener muy claro es que se precisa una buena coordinación entre las Comunidades Autónomas y el Gobierno de la nación. De la voluntad de estar coordinados sabremos verdaderamente quién nos gobierna; porque si no habrá que concluir que quien ejerce el gobierno es un virus invisible, pero que hace mucho daño, lo cual nos puede llevar a la constatación de que estamos superados. Personalmente me niego a aceptar que esto sea de esta manera.
Quiero recordar a los que tienen responsabilidades políticas y de gobierno, como también me recuerdo a mí mismo, que precisamos unos gobiernos que tengan voluntad expresa de trabajar de manera conjunta y coordinada. Esto se tiene que notar y lo tenemos que palpar los ciudadanos.
Estamos inmersos en una encrucijada y la única posibilidad de vislumbrar el camino acertado es hacer el esfuerzo de acometer un proyecto conjunto que tenga en cuenta la dimensión económica y la realidad social de nuestra población.
Para la parte económica no se puede dilatar por más tiempo que el tejido empresarial asuma, junto al gobierno y buscando el consenso con la oposición, la responsabilidad de establecer un plan económico-financiero que pueda sostener la actividad empresarial del país; sin este plan será imposible salir del caos económico al que estamos sometidos por el gobierno que nos está imponiendo la pandemia. Es urgente un verdadero gobierno, un Gobierno con mayúscula. Hay que gobernar huyendo de los intereses partidistas de partido y buscando una vía de colaboración que pueda romper las consecuencias catastróficas que está produciendo la covid. Si esto no lo aplicamos, la respuesta a la pregunta de quién nos gobierna, es fácil: un virus.
Atender a la realidad social de nuestra población supone ser sensibles a los problemas que la pandemia está causando. El problema de la salud es prioritario, así la respuesta debe encontrarse en la colaboración conjunta de la sanidad pública con la sanidad privada. El problema económico es esencial por cuanto si no existe trabajo es imposible que las personas puedan desarrollarse con dignidad. De ahí que el Gobierno, siempre con mayúscula, busque un plan conjunto de activación económica con el tejido empresarial.
La población no quiere un gobierno con minúscula, desea encontrar en el mismo a unos responsables que verdaderamente buscan el bien común.
Aplicar el bien común en nuestra asignatura pendiente; se habla mucho de ello últimamente; pero su desarrollo real es más complicado. Apostar por los principios económicos y sociales del bien común supone aceptar nuevos parámetros de medición económica y también la transformación de determinados principios ideológicos anclados en nuestros políticos.
La población necesita claridad, no quiere oportunistas políticos y mucho menos populismos destructivos. Quiere caminos claros y concisos, al mismo tiempo que está dispuesta a trabajar por transformar la sociedad de manera positiva. No quiere ver a sus responsables políticos siempre litigando, desea que estén trabajando conjuntamente; pues bien, el principio de una política económica y social basada en el bien común, necesita con urgencia el poner en funcionamiento la realización de un proyecto conjunto.
El bien común tiene que ayudarnos a descubrir que la vida, basada en un principio inalienable de libertad, tiene como objetivo final el bien para todas las personas. Para lograr esto tampoco se puede renunciar a la creatividad y a la iniciativa personal para desarrollar proyectos, ya que de otra manera, seríamos una población servil y sin responsabilidad; seríamos marionetas de una pocas personas.
El bien común no contradice a la libertad y mucho menos a la iniciativa emprendedora de las personas; pero lo que sí hace el bien común es buscar parámetros socioeconómicos que ayuden a fomentar una riqueza que no nos destruya y que sí posibilite una vida digna.
A la pregunta de ¿quién nos gobierna? se debería de responder que la búsqueda del bien común. Este objetivo es per se transformador de los parámetros actuales de los responsables políticos; si esto no se logra, en cuenta del bien común, nos está gobernando un virus que nos está destruyendo poco a poco y que no tiene piedad.
Habría que constituir en las Universidades la Cátedra del Bien Común que ayudará a políticos, emprendedores empresariales y sociales, a reflexionar conjuntamente, entre otros temas, sobre ¿quién nos está gobernando?
La cátedra del bien común nos debería ayudar a debatir sin pasión ideológica sobre qué modelo económico deseamos fomentar, sobre el espacio social que los diferentes actores deben de potenciar, sobre la manera de articular la política, sobre la dignidad de las personas, sobre el compromiso de los gobernantes con respecto a las personas a las que deberían de servir.
Si queremos, de verdad, transformar la sociedad preguntémonos sobre quién nos gobierna y exijamos respuestas claras a nuestros actuales responsables, porque tenemos que estar convencidos que, además de la vacuna, es preciso para superar los problemas generados por la covid trabajar conjuntamente. Si lo hacen obtendremos resultados óptimos y habrán puesto en marcha uno de los principios fundamentales del bien común, la dignificación de las personas.
¿Quién nos gobierna? pensemos, reflexionemos y busquemos alternativas sinceras y creíbles, y no compremos populismo y decisiones que se hallen fuera del verdadero sentido común.