Jairo del Agua Las interpretaciones contra misericordia son un fraude
(Jairo del Agua).- Había una vez un médico, totalmente entregado a la salud de sus pacientes, que aplicaba con rigor lo que había estudiado. Un día llegó a su consulta un paciente con fuertes dolores en un dedo del pie.
El ilustrado médico diagnosticó rauda y acertadamente: "esto es gangrena". Y repitió lo que decía su libro: "la gangrena no tiene cura, hay que amputar para evitar su extensión al resto del cuerpo cortando por lo sano". Tras urgentes preparativos, el enfermo entró en el quirófano y salió con las dos piernas amputadas. Naturalmente aquel celoso médico se quedó sin clientes.
¿No será algo parecido lo que hoy pasa en nuestra Iglesia, especialmente con los divorciados?
Yo sé, tú sabes, él sabe, nosotros sabemos, vosotros sabéis y ellos saben que el divorcio es una gangrena, tanto para el individuo como para la familia. ¡Idiota el que no sepa conjugar esa verdad! El problema está en el tratamiento aplicado al que sufre la enfermedad: ¿Le rechazamos, le condenamos, le desterramos, le privamos de la vida?
Condena a "privación de vida" es decirle que no puede volver a casarse o, si lo hace, ha de ser enjaretado en cinturón de castidad. Condena a "destierro" es prohibirle que se acerque a las fuentes de la vida.
¡Somos unos hipócritas! ¡Es la enfermedad lo que hay que eliminar y no al enfermo! ¡Hay que prevenir la enfermedad y no ensañarse con el enfermo! "Todo lo que queráis que hagan con vosotros, hacedlo también vosotros con ellos, porque en eso consiste la ley y los profetas" (Mt 7,12).
Biblia congelada
¿De dónde sale ese celo quirúrgico? Pues de la interpretación rígida, literal y cerrada de la Revelación que, antes, ya hemos congelado, precintado y sacralizado para que nadie, absolutamente nadie, se atreva a tocarla.
¿Esa "revelación de baúl", empaquetada y precintada, es la auténtica luz de Dios o el resultado de egregias pero limitadas cabezas? ¿Si es la luz del Dios Inmenso, cómo es que cabe en un baúl cerrado? Ahora mismo resuena en mis oídos: "El viento sopla donde quiere; oyes su voz, pero no sabes de dónde viene y a dónde va; así es todo el que nace del Espíritu" (Jn 3,8).
Yo creo firmemente en una "revelación dinámica" porque el universo y el hombre son evolutivos y la Palabra se le va revelando a lo largo de su historia. Ya se nos advirtió: "Muchas cosas tengo que deciros todavía, pero ahora no estáis capacitados para entenderlas. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará a la verdad completa" (Jn 16,12). Esas palabras son tan actuales como entonces porque el Espíritu siempre está viniendo.
Por eso no podemos descansar en la búsqueda humilde y sincera de la LUZ de Dios en cada momento de la vida y de la historia. Eso de "los signos de los tiempos" (Lc 12,56) también era para nosotros. La Palabra no es un museo esterilizado y bien cerrado, sino un dinámico manantial de agua viva para la sed de cada época: "Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación" (Is 12,3).
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