"Francisco sabrá gambetearlos" A la luz del día y sin celada
(Ramón Baltar).- No hacía falta una pitonisa para anticipar que la movida franciscana iba a encontrar fuerte resistencia activa en las cordadas tridentinas. Ni para advertir que su silencio expectante terminaría el día que el nuevo papa confirmara sus gestos y anuncios proféticos con hechos contundentes. Son cerriles, no despistados.
Quiso Francisco mostrar su respeto a Gustavo Gutiérrez, padre de la Teología de la Liberación, corrientes de investigación teológica que no se limitan a "fablar de Dios et de los angelos" (definición de un viejo Elucidario). Publicada la noticia, los que huelen el azufre del demonio aun donde no lo hay, creyeron llegado el kairós para avisar al anfitrión: una cosa es manejar un utilitario usado y otra muy distinta cambiar la hoja de ruta sin autorización del personal directivo que viaja en coches de alta gama.
Sabiendo que Bergoglio es jesuita y el Opus Dei no traga a la Compañía ni con vino de misa, nada tiene de raro que fuera uno de la prelatura "illius" el que abriera fuego amigo. El arzobispo de Lima Cipriani, purpurado de toscos obrares y decires, soltó un obús verbal descalificando al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, según él un "ingenuo" por haber gestionado el encuentro. Demasía que destapa el temor a una rehabilitación oficial de los teólogos condenados por Juan Pablo II, con la ayuda técnica de Ratzinger.
El establecimiento de la ICAR, burocracia desalada, acusa a los cultivadores de la controvertida línea teológica de ser más marxistas que cristianos. Pero lo que mueve su inquina es el espanto que les produce la radicalidad evangélica que apareja la propuesta de opción preferencial por los pobres. La sola idea de dejarlo todo para seguir al Jesús de los pobres les desgarra las entrañas.
Los católicos inmovilistas peleones suelen funcionan así: cuando el papa les da por el palo, lo idolatran; cuando no, dicen que al Espíritu Santo se le fue el cónclave de las manos y le castigan las canillas. Francisco sabrá gambetearlos.