"Aún no se comprende la importancia decisiva del proceso sinodal" Enzo Bianchi: La reforma de la Iglesia

Sínodo de la sinodalidad
Sínodo de la sinodalidad

Lamentablemente, lo que se está viviendo en la Iglesia católica con el desarrollo del "proceso" sinodal querido por el Papa Francisco aún no se comprende en su importancia decisiva

"Lo que está sucediendo es claramente nuevo para cualquiera que sepa aunque sea un poco sobre la vida eclesial cristiana: Francisco ha puesto en marcha un proceso que esta vez podría conducir a una reforma de la Iglesia"

"La gran novedad está en esta actitud del Papa Francisco, que él a su vez comunica a la Iglesia: acoger la dinámica, el desarrollo, la evolución, el crecimiento de la doctrina, de la comprensión teológica"

"No faltan límites en este camino, sin embargo, al ofrecer y practicar este modelo de toma de decisiones, la iglesia también ofrece a la sociedad humana un camino para una vida social más fraterna y solidaria, es decir, más humanizada"

Lamentablemente, lo que se está viviendo en la Iglesia católica con el desarrollo del "proceso" sinodal querido por el Papa Francisco aún no se comprende en su importancia decisiva. Los no católicos piensan que sólo estamos discutiendo cuestiones internas de la vida de la Iglesia y, por tanto, poco interesantes, y la mayoría de los católicos ya no tienen una esperanza firme en la renovación de la Iglesia.

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Sin embargo, lo que está sucediendo es claramente nuevo para cualquiera que sepa aunque sea un poco sobre la vida eclesial cristiana. No soy un entusiasta entusiasta ni un adulador del Papa, pero Francisco ha puesto en marcha un proceso que esta vez podría conducir a una reforma de la Iglesia. Lo sorprendente es que llegó a esta determinación poco a poco, casi descubriendo en la escucha de la Palabra, en la escucha de los bautizados y de la historia, esa sinodalidad que ahora preconiza y persigue.

Al inicio del pontificado, según una extensa vulgata, también para Francisco la sinodalidad era un estilo que había que aprender sobre todo de las iglesias ortodoxas, pero luego este concepto se profundizó y se extendió en él hasta el punto de incluir no sólo a los obispos sino también los sujetos del camino sinodal: todo el pueblo de Dios, todos los bautizados. Esta es la innovación revolucionaria en comparación con la práctica anterior de cada iglesia en materia de sinodalidad. Es la insistencia del Papa Francisco en la Iglesia como "Pueblo de Dios", una comunión de bautizados que tienen plena subjetividad, propia de quienes tienen el sensus fidei, la sensibilidad de la fe auténtica e infalible. Esta facultad de todo cristiano le permite hablar, discernir, ser testigo de Cristo responsable entre la humanidad.

Pocos lo han comprendido, pero la gran novedad está en esta actitud del Papa Francisco, que él a su vez comunica a la Iglesia: acoger la dinámica, el desarrollo, la evolución, el crecimiento de la doctrina, de la comprensión teológica. Para ser fieles al Evangelio, no basta con repetir y confirmar una tradición venerable pero museal: es necesario recurrir a la plenitud de la verdad que no está detrás de nosotros, sino que nos precede y nos pone en movimiento. Como decía el teólogo Ratzinger: "Lo único que no cambia es el Espíritu Santo que pide novedad, cambio, pluralidad que debe convertirse en armonía".

Durante estos años, después del anuncio del sínodo, nos preguntamos hacia dónde iría la iglesia. Y ahora parece más claro: se camina hacia una sinodalidad que ya no se limita a un acontecimiento, una sinodalidad que es un proceso que nunca se adquiere definitivamente. No será un evento episcopal, sino que involucrará a toda la Iglesia y, por primera vez en la historia, a simples laicos (¡unos setenta con derecho a voto!).

En verdad, ni siquiera se puede decir que esta forma sea un renacimiento de la sinodalidad de la Iglesia antigua: es más bien un renacimiento de la sinodalidad esbozada en la Iglesia naciente y descrita en los Hechos de los Apóstoles. Precisamente por eso la reacción de muchos católicos vinculados a la tradición es tan vigorosa y a veces desorganizada. Pero también ellos deben ser escuchados, porque escucharse unos a otros en la Iglesia es escuchar al Espíritu Santo: un proceso a veces agotador y conflictivo, pero que puede generar la fraternidad, que es la verdadera esencia de la Iglesia.

No faltan límites en este camino y también habrá decepciones y resultados abortivos, pero la iglesia no es la Jerusalén celestial: sólo quienes tienen la mentalidad de los cátaros no entienden cuántas veces la iglesia fracasa en su camino a través de la historia. Sin embargo, al ofrecer y practicar este modelo de toma de decisiones, la iglesia también ofrece a la sociedad humana un camino para una vida social más fraterna y solidaria, es decir, más humanizada.

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