Antonio Aradillas El santoral católico urge una reforma
La oficialidad litúrgica padece 'mentirijillas'
Los santos no oficiales son tanto o más santos que los canonizados
| Antonio Aradillas
Santos hay muchos. Y santas, también, aunque menos. Me refiero a las beatificaciones-canonizaciones, y en conformidad con las reglas establecidas, coronados los correspondientes procesos, que suelen ser lentos y caros. Algunos de ellos, entre unas cosas y otras, carísimos. Y hay santos no “oficiales” que pueden ser, y son, tanto o más santos- santos que estos. Al menos, a los cristianos, el apóstol Pablo de Tarso, con sensatez, experiencia y teología, los saludaba o se despedía de “todos los santos” identificando ambos conceptos.
Pero, sea lo que sea, y de una u otra manera, unos son santos de verdad y otros lo son de mentirijillas o de pacotilla. Recientemente en las páginas de RD, y con suficientes razonamientos, un colaborador dio cabida a una letanía de santos/as, ficticios o inventados, y que, expulsados sus recuerdos del santoral y de la liturgia, una buena parte del pueblo de Dios “por fas o por nefas”, porque así se lo habían enseñado en la catequesis de toda la vida o por exigencias turístico-festivas de determinados pueblos, ciudades o países, hacen lo posible, y algo más, por seguir venerando y rindiéndole culto a sus mitos re-cristianizados.
Del listado-letanía de los santos de mentirijillas, destacan, por ejemplo, los nombres de las “vida y milagros” de Valentín, Bárbara, Cristóbal, Jorge, Verónica, Úrsula… a la vez que un largo rosario de advocaciones inanes adscritas y “milagreadas” a imágenes de Jesús y de la Santísima Virgen María en la florida diversidad de apariciones inverosímiles, sobre todo a niños y a niñas… Los adultos y adultas parecen dejados de la mano de Dios en estos “divinales” menesteres, dado que a la mayoría les molestan, o no creen, en estas cosas…
Conclusión elemental que se deduce de estos planteamientos tan generalizados y “canonizados” en la Iglesia Católica, es la de que su santoral precisa urgente reforma. Sin claridad, sin luz, con mentiras probadas y requete-probadas, con falsas historias, con leyendas y mitos… no se edifica la Iglesia. Esta es, y por encima de liviandades y ligerezas de falaces historias, algo teológica y pastoralmente mucho más serio. Cuentos y cuentistas están de más en institución tan sagrada.
Sin luz, con mentiras probadas y requete-probadas, con falsas historias, con leyendas y mitos… no se edifica la Iglesia
No obstante la gravedad del referido problema, mi reflexión aquí y en esta ocasión, se fija y proyecta hacia otra forma, tanto o más documentada, cual es la de las mentirijillas que padece, el santoral, con su oficialidad litúrgica y credibilidad añadida. Se trata de aquellas otras beatificaciones-canonizaciones que poblaron, y pueblan, los Años Cristianos con nombres y patronazgos de quienes fueron inscritos en ellos con plena legalidad, pero además, y sobre todo, por otros motivos, la mayoría de ellos espurios, también falsos y faltos de autenticidad religiosa. El dinero, el “buen nombre”, la privilegiada situación social, personal, familiar, el grupo o colectivo “piadoso” fundado por ellos o ellas y otras “razones”, fue y es, lo que de verdad elevó a lo más alto de los altares nombres y perfiles de vida que no rebasaron en nada los índices del común denominador de los cristianos de a pie y de los estamentos, que les correspondiera en el ejercicio de su profesión u oficio.
Tales casos son demasiadamente frecuentes entre los religiosos y las religiosas, vocacionados canónicamente con su entrega a Dios y a los demás, con similar y aún menor fervor, doctrina, alegría, constancia, remuneración y limpieza del alma.
Los casos que se citan son muchos, y poco o nada edificantes. Por ejemplo, la historia reciente de los papas, todos ellos -o la mayoría-, santos o, al menos, beatos, les brinda a muchos, elementos de juicio para levantarles dudas y sospechas acerca de su legitimidad, al haber hecho prevalecer razones de endogamia, sobre otras de condición válidamente religiosa.
¿Y qué es lo que en realidad pasa con eso de los milagros, requeridos indispensablemente para terminar de “aureolar” los procesos canónicos?. Tal cuestionamiento lo aplazo para otra oportunidad informativa, subrayando ahora tan solo la legitimidad del martirio como razón substantiva. El análisis sobre los milagros y su aplicación a la mediación de un “canonizable”, es de por sí extremadamente difícil de precisar y autenticar.
Y para orientación más precisa acerca del tema que nos ocupa, en la semana en la que nos encontramos, y en conformidad con lo referido en la “Hoja Litúrgica de la Archidiócesis de Madrid”,- en su número 1068, patroneada por el sempiterno don Andrés Pardo, se destacan las festividades siguientes: “Lunes,24: Natividad de san Juan Bautista; miércoles 26: san José María Escrivá de Balaguer, presbítero (memoria); Viernes 28: Sagrado Corazón de Jesús y sábado 29: Santos Pedro y Pablo, apóstoles, (solemnidad). ¡Así se escribe la historia, leída y releída con la humilde y gloriosa conclusión de que los santos son sus protagonistas…!
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