"En Filipinas, conviene redescubrir el auténtico mensaje de esta Santa contemplativa pero muy implicada en los asuntos del mundo" De dulzona a santa íntegra: Lectura de 'C'est la confiance' de Francisco
"Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz, notoria, entre otras cosas, por su prometida lluvia de rosas, es muy popular en Filipinas que ha acogida varias veces sus reliquias que son como un imán para las masas, incluyendo a los no católicos e incluso agnóstico"
"En un país de gente dulzona (al menos externamente), con sobreabundancia de blandura en las formas hasta el punto de ser engañosa, en medio de tantas dificultades tan irrebatibles, conviene redescubrir el auténtico mensaje de esta Santa"
"Teresita es de la Encarnación y también de la Cruz, es contemplativa pero también muy implicada en los asuntos del mundo. La devoción tendenciosa de los filipinos a los Santos sigue teniendo graves consecuencias y esto queda patente en nuestra vida sociopolítica con todas sus ramificaciones"
"Teresita y su vida breve pero intensa podría darnos una síntesis lograda, una lección duradera y eficaz, más allá de los placeres temporales de la melosidad, para este necesario camino de la integración, camino de la santidad verdadera que solemos denominar 'espiritualidad'"
"Teresita es de la Encarnación y también de la Cruz, es contemplativa pero también muy implicada en los asuntos del mundo. La devoción tendenciosa de los filipinos a los Santos sigue teniendo graves consecuencias y esto queda patente en nuestra vida sociopolítica con todas sus ramificaciones"
"Teresita y su vida breve pero intensa podría darnos una síntesis lograda, una lección duradera y eficaz, más allá de los placeres temporales de la melosidad, para este necesario camino de la integración, camino de la santidad verdadera que solemos denominar 'espiritualidad'"
| Macario Ofilada Mina
Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz, notoria, entre otras cosas, por su prometida lluvia de rosas, es muy popular en Filipinas que ha acogida varias veces sus reliquias que son como un imán para las masas, incluyendo a los no católicos e incluso agnósticos, según testimonio de varios conocidos que se autodefinen como tal sin titubeos.
En un país de gente dulzona (al menos externamente), con sobreabundancia de blandura en las formas hasta el punto de ser engañosa, en medio de tantas dificultades tan irrebatibles, conviene redescubrir el auténtico mensaje de esta Santa, cuyo 150 aniversario del nacimiento motivó la publicación de esta Exhortación Apostólica (la séptima del papa actual), publicada cuando la Iglesia está en proceso de dialogar sobre el ideal de una naturaleza dialogal y abierta en el Sínodo sobre la Sinodalidad. Es decir, cuando la iglesia está realizando el proceso, áspero, duro, no exento de críticas desde dentro pero totalmente necesario, sobre el procedimiento no solo de la iglesia sino como iglesia.
Francisconos recuerda que la confianza es la clave de la espiritualidad lexoviense, muy arraigada en el Evangelio que la Santa interpreta como Caminito (para distinguirse de la otra Teresa con su ‘Camino’) y en el patrimonio carmelitano. La confianza resume toda espiritualidad, el papa nos lo recuerda evocando los dos apellidos religiosos de la Santa: ‘Niño Jesús y de la Santa Faz lo dicen todo, resumen la genialidad de su espiritualidad y bastarían para justificar que se la haya declarado doctora de la Iglesia. Sólo la confianza, ‘nada más’, no hay otro camino por donde podamos ser conducidos al Amor que todo lo da. Con la confianza, el manantial de la gracia desborda en nuestras vidas, el Evangelio se hace carne en nosotros y nos convierte en canales de misericordia para los hermanos’ (2).
De ahí, es preciso recordar que su espiritualidad no es una senda meliflua, sino camino hacia la fidelidad de la cruz: ‘el “Niño” que manifiesta el misterio de la Encarnación y la “Santa Faz”, es decir, el rostro de Cristo que se entrega hasta el fin en la Cruz. Ella es “santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz’ (7). En efecto, la encarnación desemboca en la cruz, un camino interpretado y vivido por Teresita como noche oscura, obviamente aprendida del maestro san Juan de la Cruz: ‘Teresita vivía la fe más fuerte y segura en la oscuridad de la noche e incluso en la oscuridad del Calvario. Su testimonio alcanzó el punto culminante en el último período de su vida, en la gran ‘prueba contra la fe’ que comenzó en la Pascua de 1896. En su relato, ella pone esta prueba en relación directa con la dolorosa realidad del ateísmo de su tiempo. Vivió de hecho a finales del siglo XIX, que fue la ‘edad de oro’ del ateísmo moderno, como sistema filosófico e ideológico. Cuando escribió que Jesús había permitido que su alma ‘se viese invadida por las más densas tinieblas’, estaba indicando la oscuridad del ateísmo y el rechazo de la fe cristiana. En unión con Jesús, que recibió en sí toda la oscuridad del pecado del mundo cuando aceptó beber el cáliz de la Pasión, Teresita percibe en esa noche tenebrosa la desesperación, el vacío de la nada’ (25).
La lectura de este documento nos recuerda que la confianza necesariamente conlleva el compromiso de tipo evangélico que es un camino de Todo-Nada, como había subrayado con ahínco imposible de igualar el gran maestro carmelita san Juan de la Cruz. La confianza no siempre promete un lecho de rosas. La de Teresita no es una espiritualidad para blandengues sino que se necesita fuerza de voluntad para hacer el caminito que no es solo la Historia del Alma sino también, y quizá sobre todo, su Novissima Verba en donde entran temas, tentaciones de crisis de fe, del ateísmo, de otros retos denominados existenciales.
Lo que pasa es que los filipinos somos muy devotos con muchas devociones pero con muy poca devoción (séame permitido parafrasear aquí a otra Teresa, la de Ávila, cuyo apellido religioso era de Jesús). Esta actitud nos ha hecho repetir a los filipinos varias veces los mismos errores, la misma política equivocada que no quiere sacrificar intereses egocéntricos y así pasar por una noche de purificación por la que se reconstruirá lo mejor de nuestra sociedad filipina.
No nos gustan los platos fuertes
Los filipinos nos limitamos a lo que nos da la gana, nos va solo la vie en rose. Una religiosidad selectiva que se traduce en una ética selectiva, política selectiva, vida cristiana selectiva. Y no íntegra. En este país de sufrimientos y de sufridos, toda devoción es siempre ‘a cambio de’ hasta el punto de vender el alma a los dioses falsos, a los políticos catapultados a las cimas por medio de las urnas, que en cambio venderán los intereses de sus electores al mayor o mejor postor (highest bidder), lo cual se traduce siempre en beneficio propio para los mismos mandatorios. En las elecciones, muchos filipinos, cegados por los egoísmos melifluos, se venden el alma al diablo.
Teresita es de la Encarnación y también de la Cruz, es contemplativa pero también muy implicada en los asuntos del mundo, como las oraciones que ofreció por las misiones, para pedir por un condenado, por la Francia de su tiempo. También es de las dulzuras luminosas y de las noches oscuras. Teresita es una santa íntegra, su mensaje es una llamada la integración, a la síntesis como subraya el mismo Sumo Pontífice: ‘Algunas veces, de esta santa se citan sólo expresiones que son secundarias, o se mencionan cuestiones que ella puede tener en común con cualquier otro santo: la oración, el sacrificio, la piedad eucarística, y tantos otros hermosos testimonios, pero de ese modo podríamos privarnos de lo más específico del regalo que ella hizo a la Iglesia… Lo que hay que contemplar es el conjunto de su vida, su camino entero de santificación, esa figura que refleja algo de Jesucristo y que resulta cuando uno logra componer el sentido de la totalidad de su persona’. Esto vale más aún para santa Teresita, por tratarse de una ‘doctora de la síntesis’ (51).
La devoción tendenciosa de los filipinos a los Santos sigue teniendo graves consecuencias y esto queda patente en nuestra vida sociopolítica con todas sus ramificaciones. Hace falta una síntesis, una integración, una verdadera espiritualidad en donde no se venden unos principios inviolables como el bien común, pues es esto del sentido común algo que se pierde frente al mayor postor, con todas sus mentiras dulces y melosas.
La verdadera devoción tiene su base en el sentido común, en la racionalidad abierta por la libertad a la consecución del bien que es para todos si bien los caminos son ásperos pero los mismos tienen que serlo para que se autoconstituyan como camino comprometido y auténtico de corrección, purificación hacia una mayor integración, superando el canto de las sirenas, muchas veces acompañadas de sobornos materiales, entonado, sobre todo cuando se acercan las fechas de los comicios, por el monstruo policéfalo de los egoísmos colectivos. Este monstruo solo puede vencerse con el amor, que es el lugar que Teresita deseaba ocupar en la Iglesia. Al menos, en el caso de Filipinas, el amor patrio, tan cantado por nuestros héroes y hombres de estado. Esperemos que la dureza del camino sea acicate para que todos aprendamos nuestra lección que ante todo es una lección de amor.
La vida y el testimonio de Teresita nos enseñan que las rosas también tienen espinas. Ella aprendió lo dura de la vida, empezando sobre todo por aquel milagro de la Noche Buena de 1886 que marcó la conversión o maduración espiritual de Teresita al encontrar vacíos los zapatitos que debía haber llenado Papá Noel de regalitos navideños (lamentablemente no mentada por esta exhortación apostólica y que merece un comentario aparte). Esto, junto con otros episodios de su vida breve pero intensa, podría darnos una síntesis lograda, es decir, una lección duradera y eficaz, más allá de los placeres temporales de la melosidad, para este necesario camino de la integración, camino de la santidad verdadera que solemos denominar ‘espiritualidad’.
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