Credo de la Comunidad
Creo en el Espíritu de Dios, que no es estático, sino que camina a nuestro lado, fluye muy dentro de nosotros y nosotras, que nos impulsa y alienta a renovarnos cada uno para revitalizar e impulsar a nuestra comunidad.
Creo en Jesús de Nazaret, Hijo de Dios como nosotros y nosotras, pero que nos reveló con su vida la mejor forma de acercarnos a Dios, para vivirle en comunidad. Siguiéndole, con el espíritu de las bienaventuranzas, construimos un mundo nuevo, renacemos cada día como comunidad y crecemos como personas en humanidad.
Creo en una Iglesia comunidad de comunidades, pobre, sencilla y alegre, que anuncia la buena noticia de Jesús, y se esfuerza por construir cada día otro mundo más justo, fraterno, solidario, en paz.
Creo en mi comunidad, en mis hermanos y hermanas, con quienes recorro el camino señalado por el espíritu de Jesús, una senda de felicidad, justicia, solidaridad, armonía y encuentro. Creo que sin mi comunidad no sería como soy ahora. Ni llegaría a ser lo que estoy llamado a intentar día tras día, junto a ellos y ellas. En mi comunidad suplen cualquiera de mis carencias y me ayudan a crecer como cristiano, como ser humano.