Con el paso que pesa de la vida
me
he ido haciendo un adulto irreparable,
silenciando en mi ser que algo me hable
de esa palabra secreta más querida,
esa tu voz que sin saberlo anida
en lo hondo de mí, tan insondable,
que entre tanta hojarasca desechable
he dejado en la sombra preterida.
Para nacer contigo y tu mirada
devuélveme a ese Niño que se ha ido,
acércame a Belén y su alegría
y hazme sitio en tu cueva, despojada
de vanidad y orgullo endurecido,
para escuchar la nana de María.