Una tendencia a mejorar
Acaba de salir publicado el Barómetro e Confianza Ciudadana en las Instituciones, una prospección demoscópica que realiza Metroscopia cada año para El País. Yo suelo seguir estos resultados siguiendo la tendencia sobre todo, por aquello de reflexionar hacia donde nos movemos en eso que llaman la confianza en las instituciones entendidas como más relevantes del Estado. En total, suman 34 las valoradas pero conforme al espíritu de este blog voy a comentar las que nos atañen más directamente como cristianos católicos.
Entre esas 34 instituciones de la encuesta, aparecen: La obra social de la Iglesia (Cáritas) en octavo lugar; Los curas de las parroquias en el puesto 21, todavía dentro de la valoración positiva. La Iglesia católica como institución, encabeza el grupo de instituciones valoradas negativamente. Y los obispos se encuentran entre las cuatro instituciones peor valoradas, han mejorado un puesto respecto a la encuesta del año pasado: un poquito mejor que los partidos políticos, los bancos y los políticos (personas físicas), que son quienes cierran la tabla.
Y yo me pregunto si en la calle Añastro, la CEE reflexionará sobre estos resultados que se consolidan en la tendencia de varios años, los valorará y, sobre todo, si los obispos llegarán a sentir la necesidad de sacar consecuencias que lleven a acciones concretas, en plan ser reconocidos como luz del mundo y no por todo lo contrario. Pienso en qué hubiese pasado si los resultados hubiesen sido al revés: descrédito social de Cáritas, suspenso alto para los curas de parroquia, aprobado justo para la Iglesia y notable alto para los obispos. El pálpito me dice que la actitud de la Conferencia Episcopal se asemejaría a la llamada al orden, petición de responsabilidades y qué se yo cuántas cosas más en la misma dirección.
¿No sería lógico alguna referencia pública que suene a autocrítica por estos resultados sostenidos en el tiempo? la humildad es la llave que conduce a las sabias decisiones. Y si se trata de los pastores católicos que deberían “oler a oveja”, con mayor motivo. Lo cierto es que las buenas obras de Cáritas se aprecian mucho mejor que las de los obispos; a Cáritas le aprueban su gestión un 80% de encuestados mientras que a los prelados españoles, un 21%. Para ser instituciones de la misma “empresa”, las diferencias son muy sonoras. Son datos incontestables que no soportan una mirada acusatoria contra personas físicas o jurídicas fuera de la Iglesia como responsables directos o indirectos de estos resultados (campañas denigratorias, prensa hostil y demás baculazos que no serían los primeros). Creo, pues, que lo que procede es una mirada humilde hacia dentro, como decía al principio, aprovechando el tsunami de Francisco para enderezar el rumbo episcopal hacia el servicio mirando la actitud que tuvo Jesús, sin contemplaciones con otras añoranzas. Porque es urgente la recuperación de tantos cabreados con la institución católica que no pueden reconocer en ella a la verdadera Buena Noticia a pesar de que Cáritas juega con la misma camiseta y en el mismo equipo.
Entre esas 34 instituciones de la encuesta, aparecen: La obra social de la Iglesia (Cáritas) en octavo lugar; Los curas de las parroquias en el puesto 21, todavía dentro de la valoración positiva. La Iglesia católica como institución, encabeza el grupo de instituciones valoradas negativamente. Y los obispos se encuentran entre las cuatro instituciones peor valoradas, han mejorado un puesto respecto a la encuesta del año pasado: un poquito mejor que los partidos políticos, los bancos y los políticos (personas físicas), que son quienes cierran la tabla.
Y yo me pregunto si en la calle Añastro, la CEE reflexionará sobre estos resultados que se consolidan en la tendencia de varios años, los valorará y, sobre todo, si los obispos llegarán a sentir la necesidad de sacar consecuencias que lleven a acciones concretas, en plan ser reconocidos como luz del mundo y no por todo lo contrario. Pienso en qué hubiese pasado si los resultados hubiesen sido al revés: descrédito social de Cáritas, suspenso alto para los curas de parroquia, aprobado justo para la Iglesia y notable alto para los obispos. El pálpito me dice que la actitud de la Conferencia Episcopal se asemejaría a la llamada al orden, petición de responsabilidades y qué se yo cuántas cosas más en la misma dirección.
¿No sería lógico alguna referencia pública que suene a autocrítica por estos resultados sostenidos en el tiempo? la humildad es la llave que conduce a las sabias decisiones. Y si se trata de los pastores católicos que deberían “oler a oveja”, con mayor motivo. Lo cierto es que las buenas obras de Cáritas se aprecian mucho mejor que las de los obispos; a Cáritas le aprueban su gestión un 80% de encuestados mientras que a los prelados españoles, un 21%. Para ser instituciones de la misma “empresa”, las diferencias son muy sonoras. Son datos incontestables que no soportan una mirada acusatoria contra personas físicas o jurídicas fuera de la Iglesia como responsables directos o indirectos de estos resultados (campañas denigratorias, prensa hostil y demás baculazos que no serían los primeros). Creo, pues, que lo que procede es una mirada humilde hacia dentro, como decía al principio, aprovechando el tsunami de Francisco para enderezar el rumbo episcopal hacia el servicio mirando la actitud que tuvo Jesús, sin contemplaciones con otras añoranzas. Porque es urgente la recuperación de tantos cabreados con la institución católica que no pueden reconocer en ella a la verdadera Buena Noticia a pesar de que Cáritas juega con la misma camiseta y en el mismo equipo.