La quinta trompeta: el Nobel para la UE.
La institución de los premios Nobel tuvo como finalidad premiar las investigaciones científicas, específicamente en ciencias exactas, que supusieran un estímulo para la ciencia y un progreso para la humanidad. Desde el principio se tuvo especial interés en premiar la base de la ciencia: física, química, matemáticas..., pero pronto surgió la necesidad de ampliar el ámbito de los premiados, incluyendo las ciencias sociales, la literatura, la economía y la paz. Sin embargo, desde sus orígenes, estos premios estuvieron marcados por la línea de pensamiento vigente. En el caso de la economía, la mayoría de los premiados, hasta el 90%, pertenecen a una única forma de ver la economía: el monetarismo matematizado. De forma sistemática se premió a quienes utilizaban la economía como una ciencia exacta emanada de la matemática y se obvió a los que hacían de la economía lo que realmente es, una ciencia social y humana. Con la entrega de los premios Nobel se eliminó del ámbito académico lo que la economía había sido desde Smith y Ricardo, economía política. Toda la economía quedó reducida a una extensión de las matemáticas, sin ningún tipo de consideración moral o política. Cualquier intento por parte de un economista por poner límites morales o realizar consideraciones políticas era excluido como ideológico.
La concesión del premio de la paz a la Unión Europea no puede ser entendido si no se mira al ejemplo de los premios Nobel de economía y la línea seguida en los premios de la paz. Se trata, de un lado, de premiar al discípulo aplicado, y de otro conseguir ocultar ciertas carencias de los mismos premios. La concesión de este galardón a Kissinger los desprestigió por completo, pero fue la concesión a Obama la que dejó a las claras la estrategia del palo y la zanahoria que las élites mundiales. En 2009 había que premiar al negro que llegaba a la Casa Blanca actuando como un blanco; hoy se premia a la comunidad política zombi por excelencia: la Unión Europea. Se trata de una organización política que ha crecido a costa del exterminio de otras comunidades: Europa del Este, África y zonas de Asia. Llegado el momento de poder abarcar más zonas ha empezado a autodevorarse en un proceso de zombificación del orden social. Partes de ella han sido gangrenadas y otras empezarán en poco tiempo. Países enteros como Grecia, Portugal y ahora España, son deglutidos con sistematicidad con el fin de que el corazón del engendro político llamado UE siga existiendo. Alemania y sus satélites se mantienen en una pseudovida gracias a la necrosis sistémica de los países del sur.
La Academia Alfred Nobel, fiel a sí misma, premia al engendro semoviente para que siga por la senda que lleva a la muerte definitiva, con el único fin de proteger a Matrix: USA. Cuando Alemania haya devorado al resto, estará lo suficientemente dispuesta para acabar en las fauces de Wall Street, entonces sonará la séptima trompeta y todo habrá acabado para el sistema-mundo actual. Los premios Nobel son una buena brújula de por dónde va este mundo y cuánto queda para el fin del mismo. Creo que ya ha sonado la quinta trompeta, solo faltan dos.
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