Construyendo espacios de comunión



Queridos diocesanos:

La Iglesia, como sabéis, está siempre en camino, en movimiento; en las múltiples facetas de su vida va llevando hacia delante la tarea de edificarse al servicio de su misión, que la hace estar siempre en camino, siempre inquieta.

La Iglesia católica es una Iglesia activa siempre en el anuncio del Evangelio, lo que hace de mil maneras cada día, aunque todo lo haga a través de unos oficios fundamentales: el servicio de la Palabra, la celebración de los sacramentos y el servicio de la caridad, fruto bendito de la fe.

Como familia de Dios que somos en esta tierra, que tiene una preciosa imagen en su mar de olivos, todo lo hacemos en unidad. Desde cada parroquia, la Diócesis de Jaén se teje en la comunión, esa experiencia espiritual que cada cristiano lleva en su corazón y que le une a los demás por el amor y el servicio.

Todo va sucediendo bajo la guía del Obispo, sucesor de los apóstoles y servidor de la unidad de todos. La comunión es, sobre todo, un modo de ser; el que nos da la participación en el modo de vivir y de amar de Dios mismo en su Trinidad Santísima.

La Iglesia, en su itinerancia, transita por caminos y veredas, por calles y plazas y se va asentando “entre las casas de sus hijos y de sus hijas”. A lo largo de la historia, la Iglesia ha ido poniendo espacios para que se reúnan los que viven, celebran, ofrecen y dan testimonio de su fe en su cercanía.

Nuestros templos y sus aledaños pastorales: con sus salas, aulas y espacios para la oración, la catequesis o la convivencia, son siempre necesarios para acoger a los que necesitan compartir su vida cristiana, para alimentarla y fortalecerla. En estos espacios, en la Iglesia, sus miembros viven la fe, aunque siempre manteniendo las puertas abiertas para acoger y enviar. Porque nuestros templos no son islas: son el corazón de las casas familiares que los rodean, en las que viven los cristianos y los que no lo son, pero sí son destinatarios de nuestra misión y del testimonio de nuestro servicio y caridad.

Aunque hemos heredado de nuestros antecesores muchos y bellos espacios de culto, los movimientos del nuevo urbanismo de estos tiempos modernos obligan a la Iglesia a asentarse allí donde se asienta un grupo amplio de cristianos que necesitan ser cuidado con cercanía. La Iglesia se hace presencia acercándose a los que abren nuevos espacios de convivencia.

Es por eso que necesitamos comprensión y ayuda de toda la comunidad diocesana y por lo que os pedimos que colaboréis en la construcción de nuevos templos. Necesitamos, en efecto, la colaboración generosa de toda la Diócesis con esas nuevas comunidades que tienen que construir sus espacios de culto, que siempre son muy costosos de financiar.

La Diócesis de Jaén, desde hace bastantes años ha tenido la feliz idea de pediros ayuda. Yo también apelo este año a vuestra generosidad. En las misas del 17 de septiembre se os pedirá vuestra ayuda.

Con mi afecto y bendición.

+ Amadeo Rodríguez Magro
Obispo de Jaén
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