Dar para recibir

Del 10 al 14 de mayo de este año he tenido la suerte de volver a África. Esta vez en la República Democrática del Congo. El objetivo era visitar a la misionera de nuestra Archidiócesis, Isabel Correig, y la institución Ekolo ya Bondeko, que se puede traducir como ‘Pueblo de la Fraternidad’.

Esta benemérita institución la fundó Isabel hace casi cuarenta años, junto con el religioso Philippe Nkiere, que durante muchos años ha sido después obispo de la diócesis de Inongo en el Congo, y que desde el mes de mayo es ya obispo emérito.

La misión de esta obra, que es una Asociación de fieles aprobada por la Santa Sede, es ser un signo para ayudar a despertar un movimiento misionero. En concreto, tiene como dos líneas de trabajo: recoger niños rechazados por sus familias, estigmatizados, niños y niñas recogidos por las calles, perdidos, e intentar que puedan volver a sus familias. Como nos decía Isabel, en África las personas que no tienen a nadie, que viven aisladas de toda relación humana son las más pobres.

También los miembros de esta Asociación forman equipos de trabajo para la búsqueda de personas excluidas. Tuve la suerte de poder visitar un pabellón de un hospital donde estaban aquellos enfermos a los que no les visita nadie.

A lo largo de estos años son ya cientos las personas que han podido salvar sus vidas y su dignidad gracias a Ekolo ya Bondeko, que han dejado de ser marginadas. Hablando con sus fundadores, nos decían que lo que pretenden es ser signo de fraternidad, como base y dinamismo para la construcción de una nueva sociedad, donde impere la fraternidad, el núcleo de la fe cristiana.

Se aprende mucho yendo a África. Y es verdad aquello de que uno recibe mucho más de lo que piensa que da. Desde hace muchos años, desde la Archidiócesis de Tarragona, tenemos la suerte de poder ayudar a esta obra. Como fruto del año Jubilar de 2009, dedicado a celebrar los 1750 años del martirio del obispo san Fructuoso y de sus diáconos Augurio y Eulogio, uno de los proyectos sociales fue precisamente ayudar a construir una parte de la residencia donde se acogen algunas de estas personas.

Una vez más he podido comprobar el trabajo tan importante que hacen los misioneros. No solucionan todos los problemas, pero viviendo a fondo la caridad, el amor a los demás, a los más pobres y necesitados, son testigos del amor cristiano. Ven en los mas abandonados al mismo Cristo. A los misioneros no los vemos, pero son el orgullo de nuestra Archidiócesis y de la Iglesia. Ayudémoslos siempre que sea posible, en primer lugar con nuestra oración y siempre que podamos también materialmente; puedo asegurar que son recursos muy bien aprovechados.

† Jaume Pujol Balcells
Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado
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