Francisco alaba su gesto y comparte su diagnóstico y la salida que propone de la crisis de los abusos El Papa, al cardenal Marx: "Hermano tuyo que te quiere"

El Papa, al cardenal Marx
El Papa, al cardenal Marx

"Una carta escrita desde el corazón y desde el hondón del alma argentina de Bergoglio. Incluso en sus expresiones sencillas, humanas, populares. Desde el cariño profundo del amigo fiel y leal. Desde la comunión sincera del 'hermano tuyo que te quiere'"

"Se nota, asimismo, que la carta ha sido escrita a borbotones por un Papa que se ha quedado admirado del gesto valiente de su cardenal"

"Todo un canto de fraternidad, toda una loa al espíritu de la primavera, que el Papa sabe que seguirá floreciendo con cardenales entregados y evangélicos como Marx, el del apellido tan evocador"

A veces, nuestros lectores nos preguntan: ¿Cómo creen ustedes que deberían ser los obispos en salida de la primavera de Francisco? Hasta ahora, solíamos contestar con frases sueltas del propio Papa. Como aquella que dice, tan graficamente, que el obispo es un servidor del pueblo santo de Dios y, como tal, a veces tendrá que ir delante, pero otras muchas detrás o en medio de sus fieles. Ahora, ya podemos remitir a la carta sin desperdicio, que Francisco acaba de remitir al cardenal Marx, que le había presentado su renuncia para asumir el encubrimiento sistémico de la institución eclesial ante la lacra de los abusos del clero.

Una carta escrita desde el corazón y desde el hondón del alma argentina de Bergoglio. Incluso en sus expresiones sencillas, humanas, populares. Desde el cariño profundo del amigo fiel y leal. Desde la comunión sincera del "hermano tuyo que te quiere".

Se nota, asimismo, que la carta ha sido escrita a borbotones por un Papa que se ha quedado admirado del gesto valiente de su cardenal. Cuando la mayoría de los clérigos buscan, ante todo, su carrera y su prestigio personal, el cardenal Marx, después de pensarlo mucho, decidió dar un aldabonazo en la conciencia eclesial adormilada y su gesto de presentar la renuncia consiguió remover las aguas del estanque dorado.

Cardenal Marx

Un gesto que removió conciencias, hizo correr ríos de tinta y decantó las opiniones incluso entre sus pares. La mayoría de los cardenales reaccionaron a favor de su decisión, pero hubo algunos (me cuesta escribir: los de siempre, pero es que son los de siempre), como Müller o Herranz, que aprovecharon para criticar al arzobispo de Munich. Herranz, el cardenal del Opus, llegó a proclamar la clásica sentencia de que la Iglesia, como institución, no peca y sólo lo hacen sus miembros.

Hay que tener agallas para realizar un gesto (de palabras estamos ya hartos) como éste, pero el cardenal Marx las tuvo y el Papa es lo primero que le reconoce: "Ante todo, gracias por tu coraje". Un coraje que le lleva a reconocer la crisis personal y de la propia Iglesia a consecuencia de la plaga de los abusos.

Y el propio Papa, sin rodeos, asume la crisis, que otros pretenden escamotear, disimular o seguir tapando como sea: "Toda la Iglesia está en crisis a causa del asunto de los abusos; más aún, la Iglesia hoy no puede dar un paso adelante sin asumir esta crisis. La polítiéa del avestruz no lleva a nada, y la crisis tiene que ser asumida desde nuestra fe pascual".

El Papa también comparte el diagnóstico que sobre la crisis hizo el cardenal alemán "en calificar de catástrofe la triste historia de los abusos sexuales y el modo de enfrentarlo que tomó la Iglesia hasta hace poco tiempo". Aceptar la realidad, por muy dura que sea, es el primer paso para la sanación.

Marx

Y el Papa invita a dejarse de pamplinas y echar "toda la carne en el asador", para asumir esta dura realidad, algo que debe hacer cada obispo de la Iglesia, preguntándose : "¿Qué debo hacer delante de esta catástrofe?". Y entonar el 'mea culpa', personal y colectivamente, como ya hizo la Iglesia en otras muchas ocasiones.

Es lo que el Papa llama la "reforma". "Se nos pide una reforma, que -en este caso -no consiste en palabras sino en actitudes que tengan el coraje de ponerse en crisis, de asumir la realidad sea cual sea la consecuencia". Y, para eso, hay que "ventilar" e inciar el proceso de reformas de manos del Espíritu.

Porque "no nos salvarán las encuestas ni el poder de las instituciones. No nos salvará el prestigio de nuestra Iglesia que tiende a disimular sus pecados; no nos salvará ni el poder del dinero ni la opinión de los medios (tantas veces somos demasiado dependientes de ellos)".

El Papa y Marx

Porque el Papa propone, en el caso de los abusos, el clásico proceso penitencial: dolor de los pecados y llorar mucho y con lágrimas de verdad, arrepentirse y sentir vergüenza, mucha vergüenza. "Como Iglesia debemos pedir la gracia de la vergüenza, y que el Señor nos salve de ser la prostituta desvergonzada de Ezequiel 16".

Y en base a todo eso, el Papa concluye invitando a su querido hermano a seguir en la brecha pastoral, aunque, para eso, tenga que utilizar su liderazgo: "Y si te viene la tentación de pensar que, al confirmar tu misión y al no aceptar tu dimisión, este Obispo de Roma (hermano tuyo que te quiere) no te comprende, pensá en lo que sintió Pedro delante del Señor cuando, a su modo, le presentó la renuncia: 'apártate de mi que soy un pecador, y escuchá la respuesta: 'pastorea a mis ovejas'".

Todo un canto de fraternidad, toda una loa al espíritu de la primavera, que el Papa sabe que seguirá floreciendo con cardenales entregados y evangélicos como Marx, el del apellido tan evocador.

Papa y Marx

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