Malestar con monseñor Barrio
Y tampoco se trata de chovinismo. Galicia es un pueblo tan acogedor...El propio Julián Barrio es también zamorano de la diócesis de Astorga y funge desde 1994 como arzobispo de la principal sede gallega. Y lo mismo pasa con el palentino Sánchez Monge en Mondoñedo-Ferrol. Y, ahora, habrá dos obispos en Compostela y los dos leoneses.
Circulan por Santiago dos hipótesis acerca de este inesperado nombramiento episcopal. Una sostiene que, en la pugna entre el candidato propuesto por Barrio y el apadrinado por Rouco, Roma optó por un "tertium quid" en la persona del leonés Fernández. La otra versión asegura, por el contrario, que el designado es el candidato de monseñor Barrio.
Si así fuese, todavía se entiende menos que el titular de Compostela haya asegurado públicamente que "apenas conocía" a Jesús Fernández. Porque, si no lo conocía apenas, cómo dio su placet al nombramiento, requisito indispensable para la designación de los auxiliares. Algunos creen que Barrio no se atrevió a decir que no al designado por Roma, pero con eso produjo un profundo malestar entre el clero y el pueblo gallegos.
De hecho, cuentan en los mentideros compostelanos que el propio arzobispo mostraba una "cara de difunto" cuando anunció a los sacerdotes el nombramiento de su nuevo auxiliar y, tras el anuncio, ninguno de los presentes se acercó a felicitar al prelado "auxiliado".
¿Podría haber reacción pública por parte del clero? No parece que haya capacidad de reacción alguna. Ni en el clero ni en el pueblo. "Los curas murmuran, pero miran para otro lado. Son incapaces de unirse para nada y, menos, para reivindicar obispos gallegos para Galicia", dice un miembro de una comunidad de base gallega.
Pero reaccionen públicamente o no, la verdad es que sacerdotes y fieles consideran que la decisión de monseñor Barrio está teñida (quizás involuntariamente) de cierta dosis de desprecio hacia Galicia y lo gallego.
Aunque nadie duda tampoco, al menos por ahora, de que el nuevo obispo, dada su preparación y su cercanía pastoral, pueda encarnarse en la realidad gallega. Como es preceptivo. Aunque esa circunstancia le exigirá un plus de esfuerzo al nuevo obispo. Pero, por otra parte, gozará de la ventaja de que el clero no conoce sus entresijos vitales y, de entrada, le será más fácil mantenerse al margen de las diversas "banderías". Desde aquí le deseamos suerte y acierto en su empeño.
José Manuel Vidal