Un periodista le preguntó al entonces
cardenal Ratzinger, cuando entraba en el cónclave que lo eligió Papa, si al Papa lo elige el Espíritu Santo. Ratzinger respondió: "Al Papa lo eligen los cardenales. Unos movidos por el Espíritu y otros tal vez movidos por otros intereses... La función del Espíritu está más bien en ir corrigiendo suavemente y sin notarse mucho las malas elecciones... Esperemos que esta vez no tenga mucho que corregir".
Las mediacines humanas necesarias. Frente a tanta mixtificación "circulante", el Papa emérito situaba, ya entonces, las cosas en su justo sitio.
A mi juicio, la Iglesia necesita dar, hacia adentro y hacia afuera, un signo elocuente, un sobresalto. Hemos llegado a un punto de inflexión. No basta con dejarse llevar mecidos por el tiempo. El tiempo juega en contra.
El Pueblo de Dios y la sociedad necesitan un revulsivo. Un nuevo Papa-revulsivo, que vuelva a ilusionar, a hacernos sonreír, a contagiarnos la esperanza y la alegría de ser seguidores de Cristo y luchadores del Reino.
Necesitamos, como el agua de mayo, un nuevo Juan XXIII. Sea de donde sea. Sea como sea. Ya no importa tanto que sea conservador o moderado. Lo que importa es que encarne una nueva época de ilusión y de aggiornamento. Tiene que haber algún Papa Juan por ahí escondido. ¡Que el Espíritu de Dios les ayude a encontrarlo!
José Manuel Vidal