Llega la primavera adelantada a la Iglesia. La trae el Papa Bergoglio desde "casi el fin del mundo". De la mano de Francisco, el Poverello de Asís, y con un guiño al otro Francisco, al de Javier, a nuestro santo patrón de las misiones. Cambio de ciclo en la barca de Pedro. Con un acelerón histórico en dos días. Con un subidón de ilusión y de esperanza, que sólo puede ser obra del Espíritu de Dios.
Le querríamos fuese el que fuese, pero, si encima, es jesuita, latinoamericano, habla nuestra lengua, se llama Francisco a secas, luce cruz de bronces, saluda con serenidad y pide al pueblo de Dios que lo bendiga antes de bendecirles...Un auténtico regalo de Dios. Una gozada de Papa.
Un Papa anciano y sabio, con la templanza y la serenidad de un intelectual jesuita y con el carisma del santo que convirtió, con su nombre, en guía de su pontificado. Un Papa para una nueva primavera eclesial. Un Papa para sumar y volver a ilusionar y seducir con el mensaje, radical y misericordioso, del Nazareno.
¡Que Dios lo bendiga, Santidad! ¡Y Francisco lo proteja!
José Manuel Vidal