Rumbo a Rio que ya huele al "Papa dos probes"
Llea iPhone e ebook. Y, en él, no sólo reza Las Horas, sino que devora la novela de 'El señor de los anillos'. Eso sí, en inglés, con un diccionario electónico al lado, para practicar.
Tiene claro que de Roma llegan "nuevos aires" y le encanta el papa Francisco, sin que ello signifiqué minusvalorar a Benedicto XVI ni al gran Juan Pablo II. Y va encantado a Río "a aprender".
Enamorado del Camino, de cuya mano llegó al sacerdocio, tampoco lo absolutiza y tiene claro que como obispo es y quiere ser de todos. Sumando.
En el avión repleto de peregrinos, van otros obispos camino a Río. Vicente Jiménez Zamora, el de Santander, siempre tan afable; el de Mondoñedo-Ferrol, Manuel Sánchez Monge, al que pregunto por la salud de su colega gallego monseñor Barrio. "Se está recuperando muy bien tras salir del hospital", explica. El palestino ya tiene acento gallego. "Es que ya llevo 8 años en Galicia", dice satisfecho.
También saludo a monseñor Reig, el obispo de Alcalá, con su clergyman impecable y su bonhomia de siempre. Encantado de la "unidad" que reina en su diócesis y consciente de ser un obispo "inclasificable", fundamentalmente por ser un hombre libre. En cualquier caso, su imagen cercana nada tiene que ver con su imagen pública de obispo "come-gays".
O el arzobispo de Malinas-Bruselas, monseñor Lèonard. Se hizo famoso, porque, hace unos meses, unas activistas le arrojaron una tarta a la cara y lo rociaron con agua, pero él aguantó estoicamente y sin pestañear. Viene exultante de la coronación del nuevo rey belga y, a pesar de ser un hombre de Ratzinger, está encantado con Francisco y muy esperanzado con la nueva etapa que se abre en la Iglesia.
La mayoría de los obispos viajan en clase turista. Cala el ejemplo de Francisco. Y excepto los invitados a dar catequesis, los demás se pagan de su bolsillo el viaje y la estancia.
Y todos van confiados plenamente en la capacidad de enamorar del nuevo Papa. Bergoglio está operando como un revulsivo y como un bálsamo de tranquilidad y esperanza en la Iglesia. Se respira confianza entre los obispos, incluso entre los que no son " hombres de Paco".
La llegada a Rio compensa el interminable viaje de 10 hors y media. La ciudad huele a Papa Bergoglio. El taxista es lo primero que nos cuenta al Padre Ángel y a mí: que llegó el Papa "a pecho descubierto". Cruzamos la ciudad, ya en penumbra a las 6 de la tarde (aquí, noche). Vamos a la residencia de los Maristas del barrio de Tijuca. Al fondo, la niebla apenas dejar vislumbrar al Corcovado.
En su colegio, situado en medio de dos favelas que de noche parecen belenes con lucecitas que inundan las montañas, los maristas están de fiesta juvenil. Cluasuran su campaña juvenl "Change" de preparación a la JMJ. Nos recibe, desde sus dos metros de altura, todo afabilidad y hospitalidad el Hermano Claudino. Y nos incorporamos a la bella clausura del acto marista.
Los Hermanos nos cuentan la apoteósica llegada de Francisco. Y que un motorista se perdió y metió al coche del Papa en una calle sin salida y sin vigilancia. Flota en el aire el miedo a un eventual atentado. Aquí se le quiere a rabiar a Francisco. Por ser argentino (Brasil y Argentina sólo son rivales en el fútbol), por ser latinoamericano y, sobre todo, por ser el "Papa de los pobres". El único que no tiene miedo es el propio Papa, que no quiso el papamóvil blindado y que sigue acercándose a la gente.
De hecho, en el comedor de la residencia marista, encima de una mesa, la revista Veja (la más importante del país), titula a toda página en portada: "O Papa dos probes". Puestos ya al día, nos introducimos en el flujo del peregrinaje JMJ.
Hoy, el Papa descansa. Mañana reanuda su apretada agenda. Hoy, palparemos el ambiente juvenil en las catequesis de los obispos. Y el ambiente de la calle, volcada con el "Papa del fin del mundo", pero que para ellos, es el "Papa de aquí al lado".
José Manuel Vidal, enviado especial a Rio