La brújula vaticana se desplaza hacia...Barcelona

Rouco no pierde el poder en la Iglesia española, pero tiene que empezar a compartirlo. Ya no es el único "emperador" (como le llaman los obispos, cuando quieren referirse a él sin nombrarlo) en suelo patrio. Desde Roma se prepara ya el postrouquismo. Y, como siempre, con la estrategia de los pequeños pasos, que apuntan hacia Barcelona y hacia el cardenal Martínez Sistach como contrapeso al cardenal de Madrid.

Los gestos y guiños hacia Barcelona son evidentes y hablan por sí solos. Ya no gira todo en torno a Madrid. Los curiales se abonan a la línea Roma-Barcelona. Abundan las visitas de colaboradores de la máxima confianza del Papa, caracterizados por su estilo aperturista y dialogante, como el arzobispo Gianfranco Ravasi (prefecto de la Congregación de Cultura). Y se espera la del número dos de la Curia, el plrenipotenciario cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado.

A eso hay que sumar Las beatificaciones del sacerdote Josep Samsó (1887-1936), mártir, en Mataró y del capuchino Josep Pous (1811-1871) en Barcelona. O el encuentro anual e internacional de la Comunidad de San Egidio, que tiene una influencia decisiva en la Santa Sede. Y como broche de oro, la probable visita papal a la Sagrada Família.

Resucita el polo catalán, siempre moderado y abierto. Como contrapeso a la Iglesia de frontera y cruzada madrileña, cerrada y alineada con el PP.

En Roma, las tornas han cambiado. Y se empieza a notar tamibén en España. Ya no mandan Sodano y sus hombres. Ahora, está al timón el salesiano Bertone, más pastoralista que diplomático, pero siempre moderado y dialogante.

Además, pronto se quedará Rouco sin su máximo apoyo en la Santa Sede: el cardenal Re deja la todopoderosa congregación de obispos. Y lo más probable es que Bertone ponga a uno de los suyos. Posiblemente, el cardenal australiano Pell. Una vez jubilado Re, Rocuo tendrá que compartir la decisión en los nombramientos episcopales españoles con Cañizares, con Monteiro y con Ladaria, los otros tres españoles presentes en la "fábrica de obispos". Y sin la voz cantante para nombrar o cambiar obispos, el poder de Rouco baja muchos enteros. Hasta ahora, Roma sólo veía por las gafas de Rouco. Ahora lo hará tamibén con las de Sistach. Siempre se ve mejor con dos o con cuatro ojos ojos que con uno.

José Manuel Vidal
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