Lo que me gusta y no me gusta de los Kikos

No me gusta su fanatismo, su gueto. Ese creerse mejores que nadie. Esa mística de los "elegidos". Pero admiro su entrega (sobre todo la de las familias itinerantes) y su capacidad de arrastre, en una época dominada por la indiferencia religiosa. Si tienen tanta gente, por algo será...
No me gusta el que, en las parroquias que tienen asignadas, normalmente el que no entra por su aro tiene que irse. Y su aro es estrecho para ellos y para los demás. Y acaban creando división y muy mal rollo entre los católicos normales y sin adscripción que, al final, son los que llenan nuestras iglesias los domingos.
Pero reconozco que también acabo de ver (por vez primera) a una comunidad de Kikos integrados en una parroquia de Barcelona. En la parroquia del Carmel, que dirige nuestro buen amigo y colaborador Peio Sánchez, se ha conseguido el milagro de unir a todos los movimientos y sensibilidades eclesiales. Desde la gente sin apellidos, al Opus Dei o a los Matrimonios de Nuestra Señora, pasando por los Focolares o los propios Kikos. Una unión que se plasma incluso en las celebraciones dominicales, lo que las conviere en un auténtico mosaico de fe vivida y expresada.
Quizás sea porque Peio y su comunidad Adsis son un auténtico fenómeno de comunión. Quizás porque allí los Kikos estén hechos de otra pasta y, en vez de ver adversarios en los de casa, traten de unir fuerzas para plantar cara a la indiferencia religioa. Pero allí estaban todos el domingo, en misa de doce. Participando como los demás. Aunque hayq ue reconocer que la norma habitual no suele ser ésa.
No me gusta la estética kika (aunque algunos de sus iconos sean muy bellos). Vayan a la catedral de La Almudena y miren las pinturas del propio Kiko Argüello...Es para salir corriendo. Pero allí están, "kikizando" una catedral que es y debería ser de todos. Incluso en la estética.
No me gusta la música de los kikos monótona, antigua, desfasada, siempre igual. Esa música sólo de guitarra y pandereta, al estilo de su cofundador. Y menos, cuando es él el que la canta. ¡No hay nadie que se atreva a decirle a Kiko que da pena verlo y escucharlo cantar! Que su época de cantautor del famoso 'Resucitó' ya ha pasado. Que su voz está cascada (más que la de Sabima), que ya no es capaz de subir y que, en sus interpretaciones, proliferan los gallos...
Y, a pesar de todo eso, sus canciones mandaron en la celebración de Colón. Al principio, en el medio y al final. A su lado, el 'Cantemos al amor de los amores', que se entonó durante la comunión, sonaba a a música clásica, liúrgica, de altura.
Independientemente de que me guste o no su estética o su música (para gustos...), lo que no me parece de recibo es que se imponga a todos en una celebración que se supone es de todas las familias católicas. Su estética y su música para ellos. En un acto de comunión como el de Colón, se necesita una música del común de mártires y una estética unificadora.
De hecho, el cardenal Rouco (listo como él sólo) ya se ha dado cuenta de ello. Y en esta edición ya no había en el altar tantos iconos kikos de la Virgen ni su famosa cruz procesional. O al menos, yo no los ví. Sólo en el ambón, capitalizado por Kiko, lucía el icono de los neocatecumenales.
Rouco sabe que tiene que soltar lastre Kiko en estas celebraciones. Y lo va haciendo poco a poco. El próximo paso debería ser la música. Una música sin Kiko, por favor.
Eso sí, sin quitarles todo el protagonismo, porque, como decía ayer, el que pone la gente y paga la fiesta es lógico que exija cierto protagonismo. Pero no todo. Visibilidad kika, sí, pero sin acaparar una celebración que es de todas las familias. ¿Quién se atreverá a recolocar a Kiko en su sitio? Le toca al cardenal Rouco hacerlo, porque él fue el que le dejó erigirse en el centro de la celebración.
No soy anti Kiko, aunque en muchas cosas no comulgue son su sensibilidad eclesial. Como no soy anti nada ni nadie. Aquí, siguiendo el ejemplo de Peio, hace casi diez años que pretendemos sumar, no restar. Eso sí, manteniendo nuestras propias señas de identidad. Ya saben, nos sentimos orgullosos de que "Iglesia somos todos". No vamos por ahí concediendo carnéts de catolicismo ni pidiendo pureza cátara a nadie. Y menos a los Kikos.
Y tampoco les quiero mal por llamarles Kikos. Es el nombre que se ha consagrado popularmente. Y que responde al culto a la personalidad y al carisma del propio Kiko, que es todo un líder que ha eclipsado incluso a la confundadora Carmen Hernández, la inspiradora y la ideóloga real del Camino. Cuando dejen de ser Kikos para convertirse en Neocatecumenales...
José Manuel Vidal