CONVIENE MEDITAR LA PASIÓN DE CRISTO

Espiritualidad

CONVIENE MEDITAR LA PASIÓN DE CRISTO

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 Pasión de Cristo

Muchos santos han sido muy devotos de la pasión del Señor. A mí no se me hace demasiado fácil. Comprendo y me esfuerzo por tener más tiempo en mi mente este misterio. Para ello procuro contemplar algunas veces a Jesús en sus diversas fases de la vida dolorosa. ¡Cuántas personas salvadas por la sangre de Cristo pasan en la indiferencia de su pasión todos los días de su vida!

¡Qué pena tan grande da si muere un ser querido y la familia no lo llora! Este pensamiento podemos aplicarlo a Jesús. ¿Cuántas veces he llorado su pasión? ¿Cuántas veces he llorado la indiferencia de tantas personas? Vamos a ofrecernos a Jesús. Vamos, sobre todo después de comulgar, a ponernos junto a El para que borre al menos en nosotros tanto pecado, tanta indiferencia.

Y sobre todo vamos a llevar con paciencia y calma nuestra propia cruz. Nos uniremos a la suya. Nos uniremos a El. A cada uno nos ha dado nuestra propia cruz; y ciertamente creo que a nadie le parecerá liviana. Por eso vamos a cumplir en nuestra propia carne lo que faltaba a la pasión de Cristo. Y esto es del todo lógico dentro de la fe. Porque somos miembros de su Cuerpo Místico.

El jueves desde pequeño tiene para mí gran importancia. La conmemoración de la Cena del Señor. El sagrario me atrae. Pero todavía no consigo unir el sagrario con la pasión y muerte de Jesús. Y merece la pena. He leído en los libros de San Juan de Ávila y del padre Nieto la importancia de meditar en la Pasión de Jesús. Ir pensando despacio, imaginando nuestro acompañamiento a Jesucristo por cada uno de los pasos del Vía Crucis. Vivir junto a Él los pasajes del Evangelio. ¿Por qué no vamos a hacer algo de esto el jueves a la noche y el viernes?

El Padre Nieto a veces, cuando meditaba en la pasión de Cristo sudaba, lloraba, permanecía con los brazos en Cruz. Debemos acompañar esto con mayor espíritu de sacrificio que el mío. Tal vez esté ahí el secreto. Me avergüenzo de lo poco meditado hasta ahora por mi en la pasión de Cristo y voy a dedicarle ahora la mañana del viernes.

Y aumentar el amor a Jesús, al verle despreciado y triturado por nuestros pecados. Mirarle con mucha atención cómo le azotan, cómo es crucificado, cómo va pronunciando esas siete palabras. Cuando los santos meditan en la pasión de Cristo, dejan de apreciar los honores y el bienestar material.

Ha habido muchas personas que han meditado mucho tiempo en la pasión de Jesús sin gustar mucho de ello, pero transcurridos los años el Señor se lo ha premiado con un fervor extraordinario durante toda su vida. A ver si en otra ocasión te puedo decir que me va bien en esto. Sabes cómo el sentirnos agradecidos es algo común en nosotros. Pues bien, yo quisiera de verdad ser agradecido a Dios. Y por encima de todos de quienes he recibido ayuda: Un agradecimiento total a El.

Defecto de la edad adulta es, al menos en mí, sentir cierta insensibilidad hacia el dolor pasado, el propio, el de las personas más queridas. Parece en mí una especie de estoicismo vital. Cuando se trata de personas, ya en los brazos de Dios, es normal y cristiano. Al fin y al cabo, los sufrimientos que padecidos en este mundo no tienen comparación con la gloria del cielo. Pero le pido con toda la fe al Señor un gran dolor y pena de tanto como El sufrió por nosotros. Que no sea meramente dolor racional, que sea afectivo.

Se me pasó la juventud habiendo meditado poco en la pasión de Cristo. Y ahora he de recuperar el tiempo perdido. Ahora, sí, debo meditar de verdad en ello. Leo en la vida del padre Nieto que, durante los primeros años de su sacerdocio, pasaba muchas horas con el libro del padre Garzón en las manos, meditando en la pasión de Cristo. Yo hace varios meses he desempolvado este libro y he comenzado dedicando todos los viernes un buen rato de oración y lectura de la pasión de Cristo.

Sólo quiero recuperar el tiempo perdido. Vivir unido a Él en su dolor. Pienso que la última etapa de nuestra vida será francamente dolorosa. Por eso nos podremos unir del todo efectivamente a los dolores de nuestro Dios - Jesús. La vida de todos lleva una verdadera pasión, como la de Cristo. No puede ser el discípulo más que el Maestro.

José María Lorenzo Amelibia  

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