Para anunciar la fe, enamorarnos de Dios
Crítica Constructiva
| José María Lorenzo Amelibia
Para anunciar la fe, enamorarnos de Dios
Grupos de Jesús
Pedro Julián Eymard fue hombre de Eucaristía. Líder o pionero en la primera mitad del siglo XIX, de los grandes movimientos eucarísticos. Tuvo conciencia clara de su divina misión. Fue prendiendo con eficacia creciente hogueras de fuego eucarístico que abrasaron su alma, cuando permanecía arrodillado ante la sagrada Custodia. Solía decir: "Es preciso que el Santísimo Sacramento cubra el mundo."
La preparación inmediata de sus sermones consistía en una hora de adoración en su reclinatorio, contemplando la Hostia Santa. Luego enardecía a sus oyentes. ¡Para que vengan ahora a decir algunos que es "pérdida de tiempo el pasado a la vera del Sagrario!"
En nuestros tiempos preconciliares y durante el primer postconcilio, destaca como estrella luminosa por su amor a la Eucaristía el Padre Manuel García Nieto. En sus últimos años siguió como desde el comienzo de su sacerdocio: horas enteras en oración delante del Sagrario. Cuando por la noche se despedía de Jesús durante su última enfermedad le decía: "Hasta mañana, Señor, si quieres puedes llevarme esta noche, como Tú quieras".
Su oración giraba casi siempre en torno al misterio eucarístico. Y afirmaba en su profunda fe: "Si me dijeran que Cristo se había aparecido en tal sitio, no iría. Aunque me dijesen que ahí fuera. Viéndole perdería mérito. La Eucaristía la veo con los ojos de la fe."
Y exhortaba a sus seminaristas: No debe cifrarse nuestra ilusión en que mañana, fiesta, sea día de descanso, sino en que podremos estar con Jesús del Sagrario más tiempo. Prolongar las horas junto a Jesús.
En la parroquia de Santa María de Sando predicaba a los jóvenes: "¿Es que creéis que vosotros sois más felices en el baile que yo en la oración?" Y en otra ocasión: "¡Qué feliz el sacerdote que ha trabajado todo el día por Dios, cuando por la noche va a hacer la oración junto al Sagrario!"
A mí me llena de ilusión y me estimula a la oración eucarística la vida de este hombre. Sé que a otros muchos que han leído su biografía, les sucede también lo mismo.
Santa Micaela del Santísimo Sacramento es un alma enamorada de la Eucaristía. Ella buscaba su luz y su consejo a los pies del Sagrario; no le satisfacían las horas diurnas que pasaba junto a Jesús y quitaba para ello horas al sueño. A El exponía todos sus problemas para la fundación de su obra de reeducación de la juventud. Le llamaba a Jesús su "quitapesares", su "pasión dominante".
Vivió esta santa mujer entregada a la oración y a la caridad. Para todo sacaba tiempo. Mártir del amor al prójimo murió, contagiada por la epidemia de cólera. Su fortaleza, Jesús, el Amor de los Amores.
Cuando vemos santos de esta talla y cómo ahora se cierran las Iglesias a la adoración eucarística... ¡Debiéramos sembrar por todos los medios el amor y la devoción a Jesucristo Eucaristía!
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