¿Realizarse sin ayuda ajena?
Juanita, la niñera de hijos y nietos, querida por todos como una segunda madre, animada por la autoridad moral y la confianza que sentía, pues era un miembro privilegiado de la familia durante más de 30 años, preguntó con un tono seguro y humilde: “¿qué papel tenemos en la realización personal los que servimos, tanto una servidora como otras personas como la que cocina, limpia la casa, lava la ropa”? Conocedor del trasfondo de la pregunta, el abuelo se apresuró a contestar rápidamente: “gracias Juanita porque yo pensaba proponer unos interrogantes más fuertes: ¿realizarse sin ayudas? ¿Ser y vivir de modo autosuficiente al modo de Robinson Crusoe? ¿Somos orgullosos e insensibles al servicio que nos prestan los demás? Pero nos quedamos con tu pregunta porque todos debemos manifestar gratitud, respeto y confianza con los que nos sirven, tanto los de casa como los que ocasionalmente nos prestan un determinado servicio como los profesores en el colegio. Conviene recordar criterios sobre el servicio, los servidores y la debida respuesta. ¿Razones? Porque, en definitiva, la realización personal depende de nuestra-cooperación y del servicio-ayuda de muchas personas y desde que nacemos. Sólo, nadie consigue la realización personal.
Amar y servir
Amar es servir, es ayudar de cuantos modos se pueda a la persona a quien decimos amar. ¿De qué manera amar-ayudar al prójimo? Está el servicio comercial del vendedor; el servicio desinteresado de las clásicas "obras de misericordia"; la obligación-amor que surge de un compromiso como el de los padres hacia los hijos. Y está el servicio indirecto cuando se de la promoción y liberación para que el necesitado remedie sus necesidades con ayuda ajena, pero sin paternalismos y sin recibir "por caridad lo que se le debe por justicia", sin hipotecas para su libertad y sin empañar su dignidad (cf. AA 8). Siempre será mayor el amor de la entrega desinteresada, aún con sacrificio, para conseguir la felicidad de la persona amada. El amor en su dimensión de praxis se mide por la capacidad de preocuparse, de servir y entregarse a otra persona o a la comunidad. La donación total conlleva fidelidad en todo momento, en las circunstancias fáciles y en las difíciles.
Quiénes son las personas que nos sirven
La Exhortación Laetitia Amoris del papa Francisco expone criterios sobre el servicio. Relaciona el amor con el servicio; indica que el amor beneficia y promueve a los demás. Por eso se traduce como «servicial» a la persona que ama, que hace el bien, da, en ocasiones sobreabundantemente sin pedir…por solo gusto de dar y de servir (LAm 93-94)
Los padres. De ellos no solamente hemos recibido la vida, sino su inmenso amor y el sacrificio sin límites que constantemente ejercieron. De ellos palpamos que el que más nos ama es el que más nos sirve. A imitación de Dios, ellos reflejan su amor y providencia para los que son carne de su carne. Son los protagonistas más interesados por la realización de sus hijos.
Los hermanos. Como miembros de la misma familia, con la misma sangre y convivencia, es inevitable el mutuo intercambio de ayudas. Especialmente los mayores con los menores, el que más puede con el que más necesita. Si la familia es una comunidad de amor, el servicio-amor-es una exigencia prioritaria entre todos sus miembros.
Los colaboradores en el hogar. Aunque medie un trato social, sin embargo con el tiempo y los muchos servicios recibidos, surgen los lazos familiares como en el caso de Juanita. Siempre existe una distancia entre el que necesita un empleo y un dinero para otra familia y el que recibe el servicio y goza de mayor seguridad social. Pero que nunca falte la gratitud, el respeto y la confianza.
Educadores. Especialmente desde la infancia hasta pasada la juventud, No solamente imparten conocimientos, sino que consciente o inconscientemente ofrecen valores y un testimonio de vida para los alumnos. Su labor docente es un maravilloso servicio para la realización personal. Son los primeros colaboradores de los padres. Pero en ocasiones solamente dejan un mal recuerdo.
Amigos y amigas. Unidos al ambiente de la calle o del colegio, de las diversiones y deportes, los amigos –buenos o malos- dejan una huella imborrable en la propia persona. Un tesoro, el amigo bueno. Y una perdición el que motiva para acciones degradantes como la droga.
Libros. Suplen a los educadores y a los amigos. Existen libros que los consideramos como los mejores amigos. También es cierto que “las malas lecturas” degradan y son un obstáculo serio para la formación ética de la persona.
Y ocasionalmente, muchas personas. En este apartado entra toda persona que prestó un servicio o una ayuda importante para la persona. Es el conductor del autobús, el portero del colegio, las limpiadoras, los que nos informan por la radio, televisión o por las redes sociales. También las personas que nos atienden en cualquier clase de tienda-mercado o en la venta de periódico o de una revista. Aunque su motivación sea la de buenos profesionales, su ayuda siempre es de agradecer.
Cómo responder a quien nos sirve
Habrá que desechar la actitud egoísta de quien siempre va “a lo suyo” y nunca se preocupa del prójimo ni reconoce sus valores, ni agradece los servicios, ni se pregunta sobre qué será de su vida, ni sabe responder con un gesto de confianza o amistad.
Respeto. La respuesta positiva y universal es la del respeto a la dignidad y a los derechos del prójimo según justicia y responsabilidad. Dentro del respeto entra el de no instrumentalizar, la amabilidad al negar, la delicadeza para pedir favores que no comprometan.
Reconocimiento-valoración
Internamente, quien es servido está llamado a reconocer que él necesita y que la otra persona –la servidora- es la que le da. Es como un pobre accidental. Y junto al reconocimiento viene el valorar lo recibido y a la persona que da su tiempo, esfuerzo y quizás amor-sacrificio. Indigna la respuesta de quien piensa solamente que “él se lo merece” , que él paga lo convenido y que el “otro” cumple con su deber. Cuando el servidor está permanentemente en casa, el reconocimiento tiene que ser mayor.
Recompensa proporcionada
Para servicios ocasionales, (cualquier compra), el precio estipulado. Si se trata de quien sirve con horario laboral, habrá que retribuir el salario justo como mínimo además de otras atenciones pecuniarias y de regalos que manifiesten lo que vale el servidor y la estima que le tenemos.
Gratitud
Si hemos recibido beneficios estamos abocados a una respuesta adecuada, la de quien dice para sí: “estoy agradecido internamente y externamente manifiesto mi gratitud”. Y desechar la ingratitud e insensibilidad como la de los hijos que no dan el cariño que los padres necesitan; no tienen tiempo para acompañarles; se acuerdan solamente para utilizarles en sus dificultades; se olvidan de preocuparse por su salud cuando estan enfermos o quizás necesitados económicamente. Y siempre urge manifestar el afecto con amabilidad, procurando que se sienta valorado, aceptado y amado.
Confianza
Siente confianza quien está seguro de la responsabilidad del sirviente Saber que el Manifestar la seguridad que tenemos en la responsabilidad ajena ayuda mucho para la convivencia. Así mismo el esfuerzo por merecer la confianza y seguridad en quienes nos rodean. No demos motivos de desconfianza con actitudes oscuras, verdades a medias o con mentiras que desprestigian. La confianza no se exige pero se puede ofrecer.
Gratitud y confianza en Dios.
¿Gratitud hacia Dios? Con mayor razón para el creyente. El cristiano tiene especiales razones para mostrar a Dios su gratitud con estas respuestas: respetar por su poder, señorío; alabar como el Creador de todo; bendecir por cuantos dones concede; glorificarle como Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo; adorarle como Dios uno y Trino; agradecerle los beneficios que otorga: reparar las ofensas recibidas; escuchar su Palabra en la conciencia y en otros medios; tenerle presente-en-cuenta los hombres; solicitarle su poder, gracia y presencia de su Reino predicado por su Hijo Jesús; obedecer sus mandamientos…. Y sobre todo amarle siempre y con todo el corazón, el alma y las fuerzas
El creyente confía en el amor de Dios tal y como lo expresan los salmos. «Dichoso el que se apoya en el Dios de Jacob y pone su esperanza en el Señor, su Dios» (Sal 146,5). «Señor, mi roca y fortaleza, mi libertador. Dios mío, mi peña, mi refugio, mi escudo» (Sal 18,3); «Dios es mi roca, salvación, fuerza, ¡jamás vacilaré!» (Sal 62,7); «El Señor es mi luz y mi salvación ¿a quién temeré? El Señor es mi fortaleza ¿quién me hará temblar?» (Sal 27,1); «En Dios confío y no temo ¿qué podrá hacerme el hombre? En ti está la única esperanza» (Sal 39,8).
Motivación para amar-servir
¿Qué motivará a las personas que sirven? Ante todo su compromiso profesional, sea cual fuere y siempre unido a la justicia. También la necesidad de la retribución monetaria y el sentirse reconocidos, valorados y tratados con la debida confianza. Como cristianos, tienen a Jesús y su doctrina como fuente de motivaciones. Es Jesús el Maestro quien enseño con su testimonio: aprended de mí que soy manso y humilde de corazón (Mt 11,29). El hijo del hombre no vino a se servido, sino a servir (Mt 20, 28). El Maestro lavó los pies de los apóstoles (Jn 13, 1-11). “Se anonadó tomando forma de siervo...; se humilló, hecho obediente, hasta la muerte y muerte de cruz”(Phil 2,7).
Doctrina. Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5,3). Todo el que se ensalce será humillado y el que se humilla, será ensalzado” (Mt 23,12). El que es mayor entre vosotros hágase como el menor, y el que manda como el que sirve (Lc 22,26).
Amar y servir
Amar es servir, es ayudar de cuantos modos se pueda a la persona a quien decimos amar. ¿De qué manera amar-ayudar al prójimo? Está el servicio comercial del vendedor; el servicio desinteresado de las clásicas "obras de misericordia"; la obligación-amor que surge de un compromiso como el de los padres hacia los hijos. Y está el servicio indirecto cuando se de la promoción y liberación para que el necesitado remedie sus necesidades con ayuda ajena, pero sin paternalismos y sin recibir "por caridad lo que se le debe por justicia", sin hipotecas para su libertad y sin empañar su dignidad (cf. AA 8). Siempre será mayor el amor de la entrega desinteresada, aún con sacrificio, para conseguir la felicidad de la persona amada. El amor en su dimensión de praxis se mide por la capacidad de preocuparse, de servir y entregarse a otra persona o a la comunidad. La donación total conlleva fidelidad en todo momento, en las circunstancias fáciles y en las difíciles.
Quiénes son las personas que nos sirven
La Exhortación Laetitia Amoris del papa Francisco expone criterios sobre el servicio. Relaciona el amor con el servicio; indica que el amor beneficia y promueve a los demás. Por eso se traduce como «servicial» a la persona que ama, que hace el bien, da, en ocasiones sobreabundantemente sin pedir…por solo gusto de dar y de servir (LAm 93-94)
Los padres. De ellos no solamente hemos recibido la vida, sino su inmenso amor y el sacrificio sin límites que constantemente ejercieron. De ellos palpamos que el que más nos ama es el que más nos sirve. A imitación de Dios, ellos reflejan su amor y providencia para los que son carne de su carne. Son los protagonistas más interesados por la realización de sus hijos.
Los hermanos. Como miembros de la misma familia, con la misma sangre y convivencia, es inevitable el mutuo intercambio de ayudas. Especialmente los mayores con los menores, el que más puede con el que más necesita. Si la familia es una comunidad de amor, el servicio-amor-es una exigencia prioritaria entre todos sus miembros.
Los colaboradores en el hogar. Aunque medie un trato social, sin embargo con el tiempo y los muchos servicios recibidos, surgen los lazos familiares como en el caso de Juanita. Siempre existe una distancia entre el que necesita un empleo y un dinero para otra familia y el que recibe el servicio y goza de mayor seguridad social. Pero que nunca falte la gratitud, el respeto y la confianza.
Educadores. Especialmente desde la infancia hasta pasada la juventud, No solamente imparten conocimientos, sino que consciente o inconscientemente ofrecen valores y un testimonio de vida para los alumnos. Su labor docente es un maravilloso servicio para la realización personal. Son los primeros colaboradores de los padres. Pero en ocasiones solamente dejan un mal recuerdo.
Amigos y amigas. Unidos al ambiente de la calle o del colegio, de las diversiones y deportes, los amigos –buenos o malos- dejan una huella imborrable en la propia persona. Un tesoro, el amigo bueno. Y una perdición el que motiva para acciones degradantes como la droga.
Libros. Suplen a los educadores y a los amigos. Existen libros que los consideramos como los mejores amigos. También es cierto que “las malas lecturas” degradan y son un obstáculo serio para la formación ética de la persona.
Y ocasionalmente, muchas personas. En este apartado entra toda persona que prestó un servicio o una ayuda importante para la persona. Es el conductor del autobús, el portero del colegio, las limpiadoras, los que nos informan por la radio, televisión o por las redes sociales. También las personas que nos atienden en cualquier clase de tienda-mercado o en la venta de periódico o de una revista. Aunque su motivación sea la de buenos profesionales, su ayuda siempre es de agradecer.
Cómo responder a quien nos sirve
Habrá que desechar la actitud egoísta de quien siempre va “a lo suyo” y nunca se preocupa del prójimo ni reconoce sus valores, ni agradece los servicios, ni se pregunta sobre qué será de su vida, ni sabe responder con un gesto de confianza o amistad.
Respeto. La respuesta positiva y universal es la del respeto a la dignidad y a los derechos del prójimo según justicia y responsabilidad. Dentro del respeto entra el de no instrumentalizar, la amabilidad al negar, la delicadeza para pedir favores que no comprometan.
Reconocimiento-valoración
Internamente, quien es servido está llamado a reconocer que él necesita y que la otra persona –la servidora- es la que le da. Es como un pobre accidental. Y junto al reconocimiento viene el valorar lo recibido y a la persona que da su tiempo, esfuerzo y quizás amor-sacrificio. Indigna la respuesta de quien piensa solamente que “él se lo merece” , que él paga lo convenido y que el “otro” cumple con su deber. Cuando el servidor está permanentemente en casa, el reconocimiento tiene que ser mayor.
Recompensa proporcionada
Para servicios ocasionales, (cualquier compra), el precio estipulado. Si se trata de quien sirve con horario laboral, habrá que retribuir el salario justo como mínimo además de otras atenciones pecuniarias y de regalos que manifiesten lo que vale el servidor y la estima que le tenemos.
Gratitud
Si hemos recibido beneficios estamos abocados a una respuesta adecuada, la de quien dice para sí: “estoy agradecido internamente y externamente manifiesto mi gratitud”. Y desechar la ingratitud e insensibilidad como la de los hijos que no dan el cariño que los padres necesitan; no tienen tiempo para acompañarles; se acuerdan solamente para utilizarles en sus dificultades; se olvidan de preocuparse por su salud cuando estan enfermos o quizás necesitados económicamente. Y siempre urge manifestar el afecto con amabilidad, procurando que se sienta valorado, aceptado y amado.
Confianza
Siente confianza quien está seguro de la responsabilidad del sirviente Saber que el Manifestar la seguridad que tenemos en la responsabilidad ajena ayuda mucho para la convivencia. Así mismo el esfuerzo por merecer la confianza y seguridad en quienes nos rodean. No demos motivos de desconfianza con actitudes oscuras, verdades a medias o con mentiras que desprestigian. La confianza no se exige pero se puede ofrecer.
Gratitud y confianza en Dios.
¿Gratitud hacia Dios? Con mayor razón para el creyente. El cristiano tiene especiales razones para mostrar a Dios su gratitud con estas respuestas: respetar por su poder, señorío; alabar como el Creador de todo; bendecir por cuantos dones concede; glorificarle como Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo; adorarle como Dios uno y Trino; agradecerle los beneficios que otorga: reparar las ofensas recibidas; escuchar su Palabra en la conciencia y en otros medios; tenerle presente-en-cuenta los hombres; solicitarle su poder, gracia y presencia de su Reino predicado por su Hijo Jesús; obedecer sus mandamientos…. Y sobre todo amarle siempre y con todo el corazón, el alma y las fuerzas
El creyente confía en el amor de Dios tal y como lo expresan los salmos. «Dichoso el que se apoya en el Dios de Jacob y pone su esperanza en el Señor, su Dios» (Sal 146,5). «Señor, mi roca y fortaleza, mi libertador. Dios mío, mi peña, mi refugio, mi escudo» (Sal 18,3); «Dios es mi roca, salvación, fuerza, ¡jamás vacilaré!» (Sal 62,7); «El Señor es mi luz y mi salvación ¿a quién temeré? El Señor es mi fortaleza ¿quién me hará temblar?» (Sal 27,1); «En Dios confío y no temo ¿qué podrá hacerme el hombre? En ti está la única esperanza» (Sal 39,8).
Motivación para amar-servir
¿Qué motivará a las personas que sirven? Ante todo su compromiso profesional, sea cual fuere y siempre unido a la justicia. También la necesidad de la retribución monetaria y el sentirse reconocidos, valorados y tratados con la debida confianza. Como cristianos, tienen a Jesús y su doctrina como fuente de motivaciones. Es Jesús el Maestro quien enseño con su testimonio: aprended de mí que soy manso y humilde de corazón (Mt 11,29). El hijo del hombre no vino a se servido, sino a servir (Mt 20, 28). El Maestro lavó los pies de los apóstoles (Jn 13, 1-11). “Se anonadó tomando forma de siervo...; se humilló, hecho obediente, hasta la muerte y muerte de cruz”(Phil 2,7).
Doctrina. Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5,3). Todo el que se ensalce será humillado y el que se humilla, será ensalzado” (Mt 23,12). El que es mayor entre vosotros hágase como el menor, y el que manda como el que sirve (Lc 22,26).