"No fue solo un acto de fe, sino también un acto de valentía" María dijo sí, arriesgando muchas cosas

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"Con esta frase comienza la canción de un grupo valenciano de música religiosa, llamado Alborada. En mi época de sacerdote que caminaba con jóvenes, la cantábamos, normalmente en Adviento, en la Vigilia a la Inmaculada"

"Nos ayudaba a rezar y a cantar a María, pero sobre todo nos ayudaba a valorar la fuerza del Sí de María. Nos ayudaba a revisar nuestro 'SÍ' a Dios"

"'María dijo SÍ, arriesgando muchas cosas' es una frase que pone en valor la entrega y generosidad de María a los planes de Dios para con ella, y para con toda la humanidad. Esta frase nos habla del SI generoso y valiente de la Virgen María, un SÍ que, como veremos, no fue fácil, ni libre de sacrificios"

Con esta frase comienza la canción de un grupo valenciano de música religiosa, llamado Alborada. En mi época de sacerdote que caminaba con jóvenes, la cantábamos, normalmente en Adviento, en la Vigilia a la Inmaculada. Nos ayudaba a rezar y a cantar a María, pero sobre todo nos ayudaba a valorar la fuerza del Sí de María. Nos ayudaba a revisar nuestro “SÍ” a Dios. María nos presenta un estilo de vivir el Adviento, nos ofrece un camino para renovar nuestra esperanza en el Niño Dios que va a nacer. María, modelo de espera y aceptación de la voluntad de Dios en su vida.

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María dijo SÍ, arriesgando muchas cosas” es una frase que pone en valor la entrega y generosidad de María a los planes de Dios para con ella, y para con toda la humanidad. Esta frase nos habla del SI generoso y valiente de la Virgen María, un SÍ que, como veremos, no fue fácil, ni libre de sacrificios. Al contrario, implicaba un gran riesgo y una profunda entrega. Decir Sí a Dios supone un cambio de vida radical, como así le ocurrió a la Virgen María.

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María dijo SÍ, arriesgando su juventud. Era todavía joven cuando recibe la visita del ángel Gabriel. Era joven cuando el ángel le propone ser la Madre de Dios. Tenía toda una vida por delante, también la de mujer joven. Decir SI a Dios suponía cerrar esa etapa juvenil de sueños, de ilusiones, de proyectos. Suponía desterrar esa etapa de confidencias juveniles con amigas y compañeras. Y sí, María dijo SI y arriesgó su etapa de joven. Entregó su etapa de joven a Dios.

María dijo SÍ, arriesgando su buena fama. María no estaba casada, no conocía varón. Decir SÍ suponía ser madre soltera, madre sin un hombre, sin matrimonio. Una situación que la colocaba con muchas dudas ante la sociedad del momento. Una sociedad puritana, farisea y del cuidado de la imagen, aunque el interior estuviese vacío, como denunciaba Jesús a los fariseos. Decir SI a Dios era dar “rienda suelta” a todos los comentarios de su entorno y la posterior condena. Y María dijo SI, arriesgando su buena fama.

María dijo SÍ, arriesgando su futuro. Seguramente un futuro que no se presentaba como lo había soñado. Al decir SÍ, renunció a una vida tranquila, predecible, centrada en su familia y en sus planes personales. Como joven habría hecho planes, y en ellos no entraba ser la Madre de Dios. Su comodidad y seguridad se vienen abajo. Todas expectativas que tenía cambian radicalmente. Era cambiar los planes de María por los planes de Dios, que no se parecían en nada. Era volver a empezar. María dijo Sí a Dios arriesgando, mejor dicho, renunciando a su futuro.

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María dijo SÍ arriesgando su comodidad, su seguridad económica. Aceptar ser Madre de Dios suponía abrazar la pobreza, aceptar la incertidumbre, aceptar a los pobres. Los primeros que visitan a Jesús recién nacido, son los pastores, los pobres de la época. María se hace pobre con los pobres, María se hace pequeña con los pequeños. Toda su vida fue una opción por los pobres, como así lo muestra en el canto del Magníficat “Derriba del trono a los poderosos y ensalza a los humildes a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos” (Lc. 1, 52-53)

Pero el Sí de María no fue un acto espontáneo, sino que fue una decisión consecuente. Pues fue fiel a esa decisión toda su vida. Fue coherente con el SI a Dios. El Papa Francisco en la Bula sobre la Esperanza “Spes non confundit” se refiere al sí de María, y pone en valor la fidelidad de ese SÍ “Por eso, al pie de la cruz, mientras veía (María) a Jesús inocente sufrir y morir, aun atravesada por el dolor desgarrador, repetía su “si”, sin perder la esperanza y la confianza en el Señor” (1). María fue coherente con su decisión, fue consecuente con su Sí, en la alegría del nacimiento de su hijo, y en el dolor de la muerte en la cruz, María estuvo presente, porque María siempre dijo SI a Dios.

El «sí» de María no fue solo un acto de fe, sino también un acto de valentía. Ella confiaba profundamente en el plan de Dios, sabiendo que ese plan traería consigo no solo bendiciones, sino también sufrimientos, como lo evidenciaría la pasión de su Hijo en el futuro. Aun sabiendo lo que vendría, María aceptó el reto.

Esa es la grandeza de María, decir sí “arriesgando muchas cosas”.

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