Ya ha evacuado, desde Rumanía, a cientos de mujeres y niños a Italia y España Mensajeros de la Paz se asienta en Chernovtvi, dentro de Ucrania
La ONG del padre Ángel se trasladó a las fronteras de Ucrania a finales de febrero, cuando se produjo la invasión rusa. Desde entonces, sus cooperantes están trabajando en el paso fronterizo de Siret y el de Suceava, por el que calculan que ya han visto abandonar el país a unos 200.000 ucranianos
Una ayuda que Mensajeros de la Paz está brindando dentro de Ucrania y en sus fronteras gracias a la financiación de la fundación A.M.A. y la alianza en el terreno con la ONG Remar, su compañera en emergencias en Europa
| Mensajeros de la Paz
Como anunciaba recientemente, la fundación Mensajeros de la Paz ya ha instalado una carpa de ayuda en la emergencia dentro de la propia Ucrania, mientras Rusia redobla los ataques más allá de Kiev, destruyendo otras ciudades ucranianas.
La carpa se encuentra en Chernovtvi, a 20 metros de un refugio, y está equipada con cocina, comedores y colchones. La fundación estima que empezará a dar unas mil comidas diarias en cuanto se produzca en la zona una nueva avalancha de personas que no han podido dejar el país.
Nieve en Suceava
La ONG del padre Ángel se trasladó a las fronteras de Ucrania a finales de febrero, cuando se produjo la invasión rusa. Desde entonces, sus cooperantes están trabajando en el paso fronterizo de Siret y el de Suceava, por el que calculan que ya han visto abandonar el país a unos 200.000 ucranianos.
El grueso de los que huyen son mujeres y niños, puesto que los hombres de entre 18 y 60 años tienen prohibido dejar Ucrania, movilizados en los combates. También algunas mujeres han escapado solas, como Natalia, que tiene 70 años y cuenta que abandonó Kiev obligada por su hijo mayor.
Al entrar en Rumanía, los bomberos han trasladado a Natalia en una furgoneta a un centro de FRONTEX, que le ha facilitado la documentación para continuar la ruta. De ahí ha pasado, bajo la nieve y las bajas temperaturas, a refugiarse en el polideportivo de primera acogida de Mensajeros de la Paz, con duchas, baños, colchones y comida y bebida calientes. Arropada con una manta, explica que tiene familia en Italia, por lo que se trasladará con Mensajeros a uno de sus hoteles en Oradea, y desde esta ciudad rumana ocupará una plaza en uno de los autobuses de la organización, con destino a Milán. Como el que llegó el pasado viernes, 11 de marzo, a Madrid desde Siret, con 40 mujeres y 15 niños.
Desde el macrodormitorio, en las fronteras, consulta su móvil y llama continuamente a su hijo menor, de 30 años, del que no sabe nada. De momento no ha contestado sus llamadas. Una situación cada vez más común entre los evacuados y los familiares que dejan atrás, en ciudades privadas de electricidad e incluso agua.
La solidaridad de una joven rusa
Con 24 años, Anastasia estudia Magisterio en Italia, donde lleva una década. Pero hace 15 días que forma parte de un equipo de voluntarios en las fronteras de Ucrania. “Estoy aquí porque amo a las personas”, cuenta. Al margen de las nacionalidades, “todos somos iguales”. Acompañando a los evacuados que asiste Mensajeros de la Paz, Anastasia confiesa que le ha hecho llorar “ver familias divididas”.
Una ofreciendo su apoyo y otra tratando de ponerse a salvo, Anastasia y Natalia encarnan la gravedad de las consecuencias de la guerra en la población civil de todas las generaciones. Pero también la esperanza que aporta la ayuda humanitaria. Una ayuda que Mensajeros de la Paz está brindando dentro de Ucrania y en sus fronteras gracias a la financiación de la fundación A.M.A. y la alianza en el terreno con la ONG Remar, su compañera en emergencias en Europa.
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