Asunción había sido actriz de reparto en Madrid, pero hacía tiempo que ya no la contrataban. Ahora penaba en Albera, su pueblo natal. Nada la ilusionaba, ni siquiera la Semana Santa en un abril templado y radiante.
Sor Consuelo iba a verla. Cuidaba de que Asunción se lavara, que limpiara su casita, que tuviera comida... cosas que no siempre ocurrían. Eran de edad similar, pero sor Consuelo se mantenía muy activa y Asunción no.
Esa preciosa mañana de abril, sor Consuelo le dijo:
-Vamos a ver la Semana Santa.
Asunción se negó. Sor Consuelo añadió:
-En la procesión está Jesús. Y nos espera.
Asunción se dejó coger del brazo. Y se fueron a ver la linda procesión.