"La pandemia, que es un problema sanitario, se ha politizado" Castillo: "La Conferencia Episcopal Española no ha dado, hasta este momento, señales de andar preocupada por los problemas sanitarios de los pobres en España"
"Es un hecho que el covir19 está afectando más a los pobres que a los ricos. Entre otras razones, porque el nivel económico es un factor decisivo y determinante del nivel sanitario. ¿No tienen nada que decir nuestros prelados a nuestros gobernantes?"
El 28 de marzo de 1919 escribí una breve reflexión, que trataba también del silencio de nuestros obispos. En aquella ocasión, hablé del silencio episcopal porque España estaba en vísperas de unas elecciones generales. Y me resultaba extraño que nuestros obispos no dijeran ni palabra, no ya a favor o en contra de un determinado partido político, sino a favor de la honestidad ciudadana. Los representantes oficiales de la Iglesia no deben pronunciarse a favor o en contra de una determinada opción política. No es esa su misión. Pero sí tienen la obligación de orientar a los católicos en cuanto se refiere a la conducta más honrada, más humanitaria y más evangélica. Pero, como es bien sabido, nuestra Conferencia Episcopal no se ha pronunciado sobre este asunto, en ningún sentido.
No voy a insistir en la gravedad y en la urgencia del problema que estamos afrontando en España. De sobra lo sabemos y lo estamos padeciendo. Pero hay cuestiones de enorme importancia, sobre las que muchos ciudadanos no están debidamente informados. Y en no pocos asuntos graves, se palpa la ignorancia o la desorientación.
Concretamente, es un hecho – ya demasiado comentado, pero no resuelto – que la pandemia, que es un problema sanitario, se ha politizado. Lo que está teniendo como consecuencia el creciente resurgimiento de las “dos españas”, que nos divide y, en consecuencia, hace mucho más difícil cualquier posible solución.
Es también un hecho que el covir19 está afectando más a los pobres que a los ricos. Entre otras razones, porque el nivel económico es un factor decisivo y determinante del nivel sanitario. ¿No tienen nada que decir nuestros prelados a nuestros gobernantes?
Y, por último, es igualmente un hecho que, hasta este momento, si el clero de la Iglesia se ha preocupado por los problemas, que está provocando esta pandemia, son los problemas relacionados con la celebración de las ceremonias sagradas y de las fiestas religiosas. Lo cual es comprensible. Pero, al menos hasta este momento, no he advertido una preocupación eclesiástica especial por el problema que más preocupó a Jesús, según los Evangelios, que fue el problema de la salud de los enfermos, aunque para curar a tales enfermos, fuera necesario quebrantar determinadas leyes religiosas, así como conflictos con los sacerdotes del templo y los dirigentes del culto sagrado del templo. Sin duda alguna, la Conferencia Episcopal Española no ha dado, hasta este momento, señales de andar preocupada por los problemas sanitarios de los pobres en España.
Quiero y debo destacar que el ejemplo, que nos está dando el papa Francisco – y con él no pocos obispos, sacerdotes ejemplares, religiosas y religiosos – en parroquias y comunidades, con frecuencia desconocidas, todo eso, ¿no debería motivar a la Conferencia Episcopal Española a hacer presente y actual la ejemplaridad de Jesús, el Señor?