Incansable buscador de la verdad Asell, un periodista como Dios manda

Cuando se quieren sacar las cosas de quicio

Conocí a Asell en un bar cercano a la cadena COPE en Madrid, muy cerca de Cibeles, tomando una cerveza, mientras mantenía un encuentro con mi amigo misionero, el P. Tomás. Asell había grabado para la Trece TV un programa de “Misioneros por el mundo” en la misión del P. Tomás donde lleva a cabo, con su equipo, un trabajo impresionante en favor de los niños de la calle, los “Limpiabotas”, que ca solo unos dúa al Papa Francisco ha puesto en valor. Me pareció en aquel momento un periodista tan cercano y comprometido que desde entonces no he dejado de ver sus programas en la 13TV y le he seguido por diversos lugares y continentes. De vez en cuando al terminar el programa le mandaba un wasap a Asell para comentarle alguna cosa del programa y siempre me respondía agradecido. Nuestra relación a distancia ha sido cercana y cordial y solo le ha faltado cumplir un compromiso que me había hecho: Pasarse algún día por mi pueblo, porque yo no puedo conducir, para invitarle a comer y compartir algunas cosas de su programa y otras realidades humanas y divinas. Pero aún tiene tiempo para cumplir esa promesa.
En estos día estoy sobrecogido con el asesinato del niño Mateo, de 11 años, en Mocejón (Toledo) que, curiosamente, es primo de mi amigo Asell y a él le ha encomendado la familia, rota de dolor, ser la cara visible y la portavocía. Era lo normal teniendo un familiar periodista. Lo que no podía imaginarme es lo que han llegado a decir de Asell algunos traumatizados de la vida y de la ideología. Asell que es un hombre, antes que periodista, íntegro de los pies a la cabeza. Se derrumbó en la cadena COPE diciendo, entre lágrimas: “Me están atacando, me están marcando, investigando en mi pasado y diciendo que tengo las manos manchadas.” La causa de este odio generado en las redes sociales ha sido que Asell pidió a la gente, entre tantas especulaciones sobre el asesino, que nadie hiciese juicios precipitados ni señalasen a nadie por su raza o color de piel. El trabajo de Asell en África le convertían en defensor “parcial” de los inmigrantes y podía tener las manos manchadas. No es posible que se pueda generar tanto odio ante un ser humano tan noble, solidario y generoso como Asell, mi amigo. Y yo necesito con estas palabras enviarle un abrazo estrecho e inmenso a mi amigo Asell porque yo sé que es un periodista íntegro y buscador incansable de la verdad. Lo es. Le pese a quien le pese. Y estos generadores de odio deberían hacérselo mirar porque están pinchando en hueso. Ojalá todos los periodistas fueran tan íntegros y profesionales como lo es Asell. Esta sociedad muestra no tendría un vuelo tan corto y estaría más llena de valores y posibilidades humanas con más gente como él. En Mocejón hay un centro que acoge menas, 50 menores no acompañados y los fanáticos de odio querían hacer sangre de esa situación para sugerir que alguna de esos menas podía haber sido el asesino. Las palabras prudentes y sensatas de Asell ponían en cuestión a estos fanáticos y no se lo han perdonado. Echo de menos, eso sí, entre la profesión periodística, algún gesto de solidaridad y apoyo. Ante un ataque como éste a un periodista los demás colegas no deberían estar tan silenciosos. Hoy por ti, mañana por mí.
Asell, amigo, desde la distancia cercana, estoy contigo y mi abrazo es descomunal por ser como eres, por tu sensibilidad y humanidad sobradas y por tu gran profesionalidad como periodista. Siempre te ha movido la búsqueda de la verdad. La cadena o el periódico que te tenga entre sus trabajadores serán unos privilegiados porque no es fácil encontrar hombres y periodistas de tu categoría. Así de claro. Quien quiera entender que entienda.

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