Los obispos de Extremadura, acertados pero imprudentes Comulgar en la boca, ¿derecho o imprudencia?
"¿Quién no ha sentido más de una vez el contacto directo con la saliva a pesar de la destreza que ya vamos consiguiendo con la experiencia para evitar ese contacto? Esta cuestión no depende solo de la pericia del sacerdote. Hay fieles que se “lanzan” sobre la forma en vez de sacar la lengua y acaban por tocar los dedos del sacerdote"
"No es más comunión hacerlo en la boca que en la mano"
La comunión en la boca en tiempo de pandemia sigue siendo un derecho pero también una grave irresponsabilidad.
Hay algunos que en estos tiempos reclaman la comunión en la boca como un derecho. Y no les falta razón. Pero también tiene derecho el sacerdote a tener sus precauciones y evitar ser medio de contagio para evitar transmisiones en este tiempo de amenaza. La comunión en la boca puede ser, a todas luces, un foco importante de contagio.
¿Quién no ha sentido más de una vez el contacto directo con la saliva a pesar de la destreza que ya vamos consiguiendo con la experiencia para evitar ese contacto? Esta cuestión no depende solo de la pericia del sacerdote. Hay fieles que se “lanzan” sobre la forma en vez de sacar la lengua y acaban por tocar los dedos del sacerdote. Creo que en estos tiempos, nuestros pastores, más que destacar los derechos de comulgar en la mano, como han hecho los obispos extremeños, deberían resaltar el peligro que supone en la realidad. Y no digo que prohiban la comunión en la mano en tiempo de pandemia pero sí que la desaconsejen temporalmente hasta que todo esto tenga un matiz menos peligroso. Al fin y a la postre, la defensa de la vida ha sido siempre algo constitutivo de la Iglesia y de su magisterio desde siglos.
Yo no prohibo a nadie la comunión en la boca, ¿quién soy yo para conculcar un derecho? Pero después me acerco a ese fiel y hablo con él para hacerle ver las ventajas que tiene comulgar con la mano, bien higienizada, en tiempos de pandemia. No solo por él sino por todos los que van a comulgar después de él y también por mí que no quiero ser medio de contagio para nadie. Y lo entienden perfectamente si su conciencia es recta y razonable.
No creo que haya conciencias tan fanáticas e irracionales para no entender esto. Y, si las hay, sería bueno buscar una ayuda para relativizar todo lo que es relativo. Este tema no pertenece al dogma que yo sepa. No es más comunión hacerlo en la boca que en la mano. No oculto que yo soy partidario de la comunión en la mano en toda circunstancia. Me han ocurrido anécdotas muy hilarantes por comulgar en la boca, como la de aquel hombre mayor que abrió la boca para comulgar y su dentadura superior se cayó hacia abajo y tuve que hacer mil equilibrios para saber por dónde debía introducir la sagrada forma. Pero aparte de esta anécdota y otras por el estilo, como cuando alguien te embadurna los dedos de pintalabios rojo y tienes que detenerte para limpiarte adecuadamente y poder seguir, creo que a todos nos ha pasado, hay otras razones más de peso como la higiene tan necesaria en nuestros días y siempre.
Además estoy seguro de que Jesús no mandó en la última cena a sus discípulos que abrieran la boca para introducirles el pan ázimo pascual bendecido, sino que lo repartió a trozos en las manos de sus discípulos para que ellos lo tomaran, como era la costumbre pascual.
Creo que los obispos de Extremadura, que han dicho cosas muy bonitas y actuales como ésta: “Nos obliga a recordar a todos la responsabilidad con la que hemos de vivir la situación presente, procurando un comportamiento sensato, prudente pero sin miedo, capaz de encontrar los medios oportunos para cuidar la salud propia, pero también la de los hermanos. Y no sólo la salud física sino también la psicológica y la espiritual” con su recordatorio de que la comunión en la mano es un derecho han sido correctos pero también un tanto imprudentes. En estas palabras descubrimos su buena voluntad y su deseo de avanzar sin tensiones inútiles, pero también su imprudencia: “Por otra parte, hay que evitar restricciones arbitrarias o que se limiten los derechos de los fieles. En concreto, por más que sea preferible la comunión en la mano por razón de la situación, no puede prohibirse la comunión en la boca, como ha ocurrido en algunas ocasiones, a veces incluso cuando el fiel estaba ya a punto de recibirla. Echo de menos un paso más: la recomendación de la comunión en la mano. “Confiamos al buen sentido pastoral de los sacerdotes que procuren fórmulas que permitan vivir con paz y sin tensión un momento como ése, de particular intensidad espiritual.”
Porque el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado pero, sobre todo, en tiempos de pandemia.
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