Cristianos perseguidos, aquí y allá.
El año 2017 promete ser un año mejor, sin duda, en todo lo que se refiere al avance en Derechos Humanos. Los pueblos van tomando conciencia de que la persona es lo esencial en la vida cotidiana y, si no cuidamos el valor de la vida y la dignidad de las personas, todo lo demás se convierte en una pesada carga sin mucho sentido. La política, la economía, las religiones son realidades que, o bien sirven al hombre y a su felicidad, o es mejor desterrarlas del ámbito social por absurdas.
Hay una conciencia creciente en las sociedades avanzadas, no así en las fundamentalistas, por avanzar en estos derechos humanos como son: la valoración de la vida, la pluralidad, las minorías, el respeto a la naturaleza, y a todo aquello que hace más feliz al hombre.
Sin embargo hay ámbitos donde esta conciencia de crecimiento no sólo no crece sino que disminuye. Me refiero especialmente a la libertad religiosa consagrada por nuestra Constitución y por todas las constituciones avanzadas del mundo.
¿Qué sucede con el respeto a la religión y a los creyentes en nuestro país y en otros muchos pueblos del mundo que no solamente no es tenida en cuenta sino que es atacada y despreciada y perseguida hasta la muerte, en muchos casos como, enseguida, mostraré?
La religión cristiana es, en estos momentos, la religión más perseguida del mundo, con cientos de víctimas –mártires- cada año. No es que esto nos resulte extraño; ya nos lo dijo el Maestro: “Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” Pero esto no quiere decir que nos resignemos a esta injusticia permanente y miremos para otro lado como si no pasara nada. Los cristianos nos indignamos todos los días por estos ataques desmedidos e irracionales contra nuestros hermanos, a veces por motivos absurdos.
Las cosas, a veces, comienzan con pequeñas amenazas -Que nadie castiga en virtud de una liberad mal entendida- “Arderéis como en el 36”, decía recientemente la intolerante y fanática Rita Maestre, y terminan generando serios conflictos, porque los jueces acaban declarando que eso no es malo y no se puede penalizar. ¿Entonces qué es la libertad religiosa? Permitir que gente como ésta nos amenace, se mofe de nuestros cultos y ritos sagrados y nos provoque constantemente de mil maneras. Acaba de decir que la tradición de la Navidad tiene que cambiar como cambian los tiempos y por eso el Ayuntamiento de Madrid está preparando una cabalgata según lo tiempos modernos. ¿Quién se ha creído esta señora para saber qué es la tradición cristiana de más de 2000 años y cómo tenemos que celebrarla? Que se preocupe de la tradición de su casa y deje en paz la nuestra. Sus palabras sólo rezuman ignorancia suprema y fanatismo antirreligioso. No creo que sea mucho pedir que nos ignore y nos deje en paz con nuestras tradiciones. ¡Por favor, déjenos en paz!
Miramos más allá de nuestras fronteras y el panorama antirreligioso es estremecedor. En Paquistán, por ejemplo, donde Asia Bibi lleva ya varios años en la cárcel por el delito de ser cristiana, acaban de condenar a un joven paquistaní, Salmaan Taseer porque ha felicitado la Navidad a Asia Bibi en las redes sociales. Su padre, Salmaan Taseer, gobernador de Punjab, ya fue asesinado por su guardaespaldas por defender a Asia Bibi. Las cifras de cristianos muertos por la violencia anticristiana en 2016 son estremecedores, más de 90.000, un muerto cada seis minutos, según ha confirmado el director del Centro de Estudios Nuevas Religiones en una entrevista en Radio Vaticano. Muchos de ellos no han sido asesinados en conflictos bélicos de gran alcance sino en conflictos silenciados que apenas salen a la luz. Por ejemplo más de 60.000 han sido asesinados en África en conflictos raciales.
Otros muchos mueren en conflictos bélicos, sobre todo ocasionados por los “Yihadistas” porque han decidido quedarse en su tierra a pesar de la amenaza real que se cierne sobre ellos.
En este momento hay más de 500 millones de cristianos que no pueden vivir libremente su fe.
Y todo esto sucede con el beneplácito o el silencio –que es lo mismo- de la comunidad internacional que se jacta de defender los derechos humanos en el mundo.
Ya en nuestro país resulta chocante el problema que arrastran los partidos de izquierda con la religión. Es un problema que no acaban de resolver. Algo visceral que no los deja vivir con serenidad. Son capaces de convivir con las filosofías y corrientes de pensamientos más extrañas y ajenas a la realidad de nuestro país, pero cuando se trata de la religión católica les salen salpullidos de intolerancia muy extraños que son casi de psicólogo. En fin, que la religión católica que tanto ha aportado a nuestra cultura occidental y que la ha engrandecido de manera admirable, está sufriendo un acoso sospechoso de intolerancia que no se acaba de explicar del todo. Uno puede comulgar o no con la fe católica pero volver a recuperar expresiones cainitas como esas de Rita Maestra, “Arderéis como en el 36”, significa que nuestras sociedad democrática y “progresista” necesita pasar por el psicólogo con más frecuencia.
Hay una conciencia creciente en las sociedades avanzadas, no así en las fundamentalistas, por avanzar en estos derechos humanos como son: la valoración de la vida, la pluralidad, las minorías, el respeto a la naturaleza, y a todo aquello que hace más feliz al hombre.
Sin embargo hay ámbitos donde esta conciencia de crecimiento no sólo no crece sino que disminuye. Me refiero especialmente a la libertad religiosa consagrada por nuestra Constitución y por todas las constituciones avanzadas del mundo.
¿Qué sucede con el respeto a la religión y a los creyentes en nuestro país y en otros muchos pueblos del mundo que no solamente no es tenida en cuenta sino que es atacada y despreciada y perseguida hasta la muerte, en muchos casos como, enseguida, mostraré?
La religión cristiana es, en estos momentos, la religión más perseguida del mundo, con cientos de víctimas –mártires- cada año. No es que esto nos resulte extraño; ya nos lo dijo el Maestro: “Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” Pero esto no quiere decir que nos resignemos a esta injusticia permanente y miremos para otro lado como si no pasara nada. Los cristianos nos indignamos todos los días por estos ataques desmedidos e irracionales contra nuestros hermanos, a veces por motivos absurdos.
Las cosas, a veces, comienzan con pequeñas amenazas -Que nadie castiga en virtud de una liberad mal entendida- “Arderéis como en el 36”, decía recientemente la intolerante y fanática Rita Maestre, y terminan generando serios conflictos, porque los jueces acaban declarando que eso no es malo y no se puede penalizar. ¿Entonces qué es la libertad religiosa? Permitir que gente como ésta nos amenace, se mofe de nuestros cultos y ritos sagrados y nos provoque constantemente de mil maneras. Acaba de decir que la tradición de la Navidad tiene que cambiar como cambian los tiempos y por eso el Ayuntamiento de Madrid está preparando una cabalgata según lo tiempos modernos. ¿Quién se ha creído esta señora para saber qué es la tradición cristiana de más de 2000 años y cómo tenemos que celebrarla? Que se preocupe de la tradición de su casa y deje en paz la nuestra. Sus palabras sólo rezuman ignorancia suprema y fanatismo antirreligioso. No creo que sea mucho pedir que nos ignore y nos deje en paz con nuestras tradiciones. ¡Por favor, déjenos en paz!
Miramos más allá de nuestras fronteras y el panorama antirreligioso es estremecedor. En Paquistán, por ejemplo, donde Asia Bibi lleva ya varios años en la cárcel por el delito de ser cristiana, acaban de condenar a un joven paquistaní, Salmaan Taseer porque ha felicitado la Navidad a Asia Bibi en las redes sociales. Su padre, Salmaan Taseer, gobernador de Punjab, ya fue asesinado por su guardaespaldas por defender a Asia Bibi. Las cifras de cristianos muertos por la violencia anticristiana en 2016 son estremecedores, más de 90.000, un muerto cada seis minutos, según ha confirmado el director del Centro de Estudios Nuevas Religiones en una entrevista en Radio Vaticano. Muchos de ellos no han sido asesinados en conflictos bélicos de gran alcance sino en conflictos silenciados que apenas salen a la luz. Por ejemplo más de 60.000 han sido asesinados en África en conflictos raciales.
Otros muchos mueren en conflictos bélicos, sobre todo ocasionados por los “Yihadistas” porque han decidido quedarse en su tierra a pesar de la amenaza real que se cierne sobre ellos.
En este momento hay más de 500 millones de cristianos que no pueden vivir libremente su fe.
Y todo esto sucede con el beneplácito o el silencio –que es lo mismo- de la comunidad internacional que se jacta de defender los derechos humanos en el mundo.
Ya en nuestro país resulta chocante el problema que arrastran los partidos de izquierda con la religión. Es un problema que no acaban de resolver. Algo visceral que no los deja vivir con serenidad. Son capaces de convivir con las filosofías y corrientes de pensamientos más extrañas y ajenas a la realidad de nuestro país, pero cuando se trata de la religión católica les salen salpullidos de intolerancia muy extraños que son casi de psicólogo. En fin, que la religión católica que tanto ha aportado a nuestra cultura occidental y que la ha engrandecido de manera admirable, está sufriendo un acoso sospechoso de intolerancia que no se acaba de explicar del todo. Uno puede comulgar o no con la fe católica pero volver a recuperar expresiones cainitas como esas de Rita Maestra, “Arderéis como en el 36”, significa que nuestras sociedad democrática y “progresista” necesita pasar por el psicólogo con más frecuencia.