En Capítulo provincial Maristas: El encuentro que nos enriquece

Invitados a dar fruto


Me llamó Alejando, un joven marista, que buscaba a alguien que acompañara a sus hermanos en el VIII Capítulo Provincial que iban a celebrar en Lardero (La Rioja)
-Ufff, Alejandro. No sé si yo seré indicado, ya sabes que desde que fui operado de un tumor cerebral me quedó una pequeña secuela en el habla que no me permite hablar con total fluidez.
-¡Ah! No sabía nada de eso y bien que lo siento. Llamamos a un obispo y nos dijo que él no podía por motivos de su agenda y pensamos en ti. Conocemos algunos de tus libros sobre Vida Consagrada y nos interesa mucho el tema "Desafíos en la Vida Consagrada". No te vamos a pedir que hables mucho sino que nos organices para trabajar juntos el tema. Tu verás no quiero forzarte.
El tema me gusta. No solo he reflexionado mucho sobre él sino que lo he tratado en alguno de mis libros. Además el logopeda me pide que no me acobarde y me lance a hablar en público para que practique y pierda el miedo. Y le dije que sí; acompañaría a los maristas un día en su capítulo provincial. Desde Madrid me acompañaron Isaac y Rocío, un matrimonio marista encantador, laicos comprometidos con el carisma de Marcelino de Champagnat que nunca me hablaron a lo largo del viaje en su coche del carisma de los maristas sino de "nuestro carisma". Me pareció maravillosa esa identificación carismática y la cercanía y amabilidad con que me trataron. Estaba en buenas manos. Llegamos, justamente, a la casa de los Hermanos maristas de Lardero para la eucaristía y allí conocí en la sacristía a un capellán de los maristas, Gonzalo García-Vaquero, sacerdote diocesano, que supo exponernos su comentario a la palabra del día, con cercanía y maestría a la vez, algo que no suele ir acompañado. Y además, solo en ocho minutos, como dice el Papa Francisco. ¡Chapeau!
Tengo que decir que me sentí muy en familia desde el primer momento con los maristas, hombres muy comprometidos con las realidades sociales que les tocan vivir cerca de ellos. Pude disfrutar escuchando experiencias muy interesantes de ese compromiso evangélico con los más vulnerables siguiendo el carisma de san Marcelino de Champagnat. Una verdadera experiencia de fraternidad que quiero agradecer porque estas son las cosas que hacen que nuestra travesía cristiana sea más hermosa y apacible. Encontrarse con hermanos de verdad es una experiencia muy dichosa en el camino de la vida. Ser y sentirse hermanos, con todo lo que eso significa, es uno de los objetivos más destacados en este capítulo provincial y conmigo lo han conseguido.

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