Precedentes peligrosos
Siguiendo las noticias por internet, me quedo sorprendido cuando leo que Rita Maestre, la concejal de “Ahora Madrid” por Podemos y, en este momento, portavoz del ayuntamiento de la capital, ha sido absuelta de todos sus cargos cuando fue acusada de ofender los sentimientos de los católicos al entrar a la fuerza, liderando a un grupo organizado de desenfrenados, con el torso desnudo en la capilla de la universidad Complutense, donde además pintaron frases contra la iglesia y la fe y llamando al odio contra los cristianos como ésa que dice que “la mejor iglesia es la que arde” y pidiendo venganza.
Me sorprende, porque refleja la debilidad de nuestra democracia y el afán de protagonismo de algunos jueces que tienen miedo de aparecer como conservadores ante la sociedad y no castigan una acción tan antidemocrática e irrespetuosa como ésa- Esto lo intuyen hasta los niños-
¿O es que nos están animando a todos a faltar al debido respeto a las creencias de los otros y a amenazar a los que piensan o creen distinto porque sale gratis?
Que una señora –o lo que fuere- enseñe sus protuberancias en público a mí me trae sin cuidado. En mi pueblo a eso se le llama de una forma muy clara que todos conocemos. Hay una palabra castellana perfecta e inequívoca, desde antiguo, para nominarlo. Sí, ésa que estás pensando. El castellano es muy rico en sus expresiones. Pero que una señora-o lo que fuere- enseñe esas voluptuosidades en un lugar de culto, espacio sagrado, donde personas creyentes están rezando ante la Eucaristía, que s Dios mismo par los católicos, me parece de una ordinarez que merece un castigo aunque sólo sea para evitar tanta vulgaridad como nos está llegando hasta el cuello. La educación es algo que la democracia y la sociedad tienen que cuidar o terminaremos todos envueltos en la escatología mas nauseabunda.
Estoy seguro, muy seguro, de que esa señora -o lo que fuere- no se atreve, ni por asomo, a entrar de esa guisa a una mezquita, por ejemplo. Estamos llegando a la greguería de don Ramón Gómez de la Serna. Son muy valientes para atacar de manera irrespetuosa a los que respetan la libertad pero unos cobardes a la hora de hacerlo ante aquellos que son más fanáticos e intolerantes. ¡Ay si Agustina de Aragón levantara la cabeza!
Pero si los jueces así lo han dictaminado después de tantas y concienzudas reflexiones, será que llevan la razón y yo soy un intolerante. Otra cosa sería, estoy seguro, si esta señora -o lo que fuere- entrara así a sus propias casas forzando a sus madres y pintando las paredes con groserías obscenas. Ya quisiera yo ver entonces las caras amables, tolerantes y comprensivas de estos jueces. Seguro que prosperaría enseguida una denuncia por allanamiento de morada. Pero la capilla no debe ser una morada, ni entrar forzando al sacerdote un allanamiento. La audiencia de Madrid ha dicho que “no es un acto de profanación”, pues a ver qué hay que hacer más para que lo sea.
Pues bien, si estos jueces han dicho que esta señora -o lo que fuere- no ha cometido ningún delito, que lo que ha hecho es aséptico, yo lo acepto porque siempre acepto lo que diga la justicia, pero yo tengo derecho a pensar (si me dejan los jueces) que es una falta de educación de ella y de los que lo justifican y que por este camino vamos a llegar poco lejos porque el deterioro social de nuestro pueblo está llegando al límite en lo que se refiere a respeto a los diferentes, en este caso a los católicos, que son ya la religión más perseguida del mundo, y a los valores esenciales para vivir en sociedad.
¡A sembrar vientos que ya recogeremos tempestades!
Me sorprende, porque refleja la debilidad de nuestra democracia y el afán de protagonismo de algunos jueces que tienen miedo de aparecer como conservadores ante la sociedad y no castigan una acción tan antidemocrática e irrespetuosa como ésa- Esto lo intuyen hasta los niños-
¿O es que nos están animando a todos a faltar al debido respeto a las creencias de los otros y a amenazar a los que piensan o creen distinto porque sale gratis?
Que una señora –o lo que fuere- enseñe sus protuberancias en público a mí me trae sin cuidado. En mi pueblo a eso se le llama de una forma muy clara que todos conocemos. Hay una palabra castellana perfecta e inequívoca, desde antiguo, para nominarlo. Sí, ésa que estás pensando. El castellano es muy rico en sus expresiones. Pero que una señora-o lo que fuere- enseñe esas voluptuosidades en un lugar de culto, espacio sagrado, donde personas creyentes están rezando ante la Eucaristía, que s Dios mismo par los católicos, me parece de una ordinarez que merece un castigo aunque sólo sea para evitar tanta vulgaridad como nos está llegando hasta el cuello. La educación es algo que la democracia y la sociedad tienen que cuidar o terminaremos todos envueltos en la escatología mas nauseabunda.
Estoy seguro, muy seguro, de que esa señora -o lo que fuere- no se atreve, ni por asomo, a entrar de esa guisa a una mezquita, por ejemplo. Estamos llegando a la greguería de don Ramón Gómez de la Serna. Son muy valientes para atacar de manera irrespetuosa a los que respetan la libertad pero unos cobardes a la hora de hacerlo ante aquellos que son más fanáticos e intolerantes. ¡Ay si Agustina de Aragón levantara la cabeza!
Pero si los jueces así lo han dictaminado después de tantas y concienzudas reflexiones, será que llevan la razón y yo soy un intolerante. Otra cosa sería, estoy seguro, si esta señora -o lo que fuere- entrara así a sus propias casas forzando a sus madres y pintando las paredes con groserías obscenas. Ya quisiera yo ver entonces las caras amables, tolerantes y comprensivas de estos jueces. Seguro que prosperaría enseguida una denuncia por allanamiento de morada. Pero la capilla no debe ser una morada, ni entrar forzando al sacerdote un allanamiento. La audiencia de Madrid ha dicho que “no es un acto de profanación”, pues a ver qué hay que hacer más para que lo sea.
Pues bien, si estos jueces han dicho que esta señora -o lo que fuere- no ha cometido ningún delito, que lo que ha hecho es aséptico, yo lo acepto porque siempre acepto lo que diga la justicia, pero yo tengo derecho a pensar (si me dejan los jueces) que es una falta de educación de ella y de los que lo justifican y que por este camino vamos a llegar poco lejos porque el deterioro social de nuestro pueblo está llegando al límite en lo que se refiere a respeto a los diferentes, en este caso a los católicos, que son ya la religión más perseguida del mundo, y a los valores esenciales para vivir en sociedad.
¡A sembrar vientos que ya recogeremos tempestades!